tag:blogger.com,1999:blog-41850364473932876432024-03-05T01:26:49.725-08:00Variaciones Sobre la ArquitecturaCurso de Historia y Teoria 6 Semestre 01-2007JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.comBlogger18125tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-77298128695166119452007-05-15T22:33:00.000-07:002007-06-21T22:01:48.221-07:00Habitaciones Inconformadas<div align="justify"><strong><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#666666;">Habitaciones Inconformadas es un texto escrito para el Curso Variaciones Sobre La ArquitecturaTexto, esta disponible en la página.</span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;color:#666666;"></span></strong> </div><a href="http://quienessonestos.blogspot.com/"><span style="color:#ff0000;">http://quienessonestos.blogspot.com/</span></a>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-7114892866864444462007-05-15T21:51:00.000-07:002007-05-15T22:01:40.681-07:00Le Corbusier empresario, de la cocina de Yvonne al 35 de rue de Sèvres. Andrés Jaque 2006<div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong><span style="font-size:78%;">TOMADO DEL BLOG </span></strong><a href="http://oficinadeinnovacionpolitica.blogspot.com/"><strong><span style="font-size:78%;">http://oficinadeinnovacionpolitica.blogspot.com/</span></strong></a></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong><span style="font-size:78%;">escrito para la revista Minerva, Madridcontacto: </span></strong><a href="mailto:oficina@andresjaque.com"><strong><span style="font-size:78%;">oficina@andresjaque.com</span></strong></a></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><strong>última versión: 17-04-2006</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">De la cocina de Yvonne al 35 de rue de Sèvres. Durante los últimos años treinta del siglo XX la vida, el pensamiento y la producción de Le Corbusier circulaba entre cuatro localizaciones geográfica e ideológicamente muy diferentes: 1.- El apartamento-estudiodepinturayescultura-minidespacho en las dos últimas plantas del edificio de viviendas de la Porte Molitor1 en París –en el que vivía junto a su mujer Yvonne Gallís-. 2.- El gimnasio-estudiodedanza de su hermano Albert –donde una vez por semana jugaba al baloncesto con su primo y socio en los proyectos de arquitectura, Pierre Jeanneret2-. 3.- Las playas próximas a Cap Martí -de vez en cuando pasaba allí unos días que no podemos decir que fuesen únicamente de descanso-. 4.- Su oficina de arquitectura en un pasillo de un antiguo monasterio jesuita en el 35 de la rue de Sèvres de París –desde 1922 desarrolló allí sus diseños y sus propuestas arquitectónicas y urbanísticas con Pierre Jeanneret y un equipo cambiante de colaboradores de distintas procedencias-. Por las mañanas pintaba y escribía en Porte Molitor, mientras Gallís cocinaba. Después de comer: diseño, arquitectura y urbanismo en rue de Sèvres. Y, ocasionalmente, paseos y natación en el Mediterráneo, y baloncesto en un gimnasio de París.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Una rutina en la que podemos encontrar muchos de los atributos de prestigio del hombre occidental. Deportista, creativo, familiar sin ser conservador y con tiempo libre para disfrutar de la naturaleza. Pero también urbano, ocupado en la construcción de la sociedad. Podríamos decir que influyente o, por lo menos, conectado a la red institucional en la que se deciden las cosas importantes. Una conexión animada por el trasvase creativo entre sus experiencias íntimas y el trabajo de su estudio. El trasvase entre la práctica sistemática de deportes de fondo y la construcción de sistemas compositivos basados en las proporciones del homme-type. De la disposición geométrica del color en el lienzo y su aplicación a la cualificación del espacio y la forma edificatoria. De la incorporación del horizonte, el movimiento del aire, los recorridos del agua y los ciclos solares en la experiencia del entorno mediterráneo y el diseño de objetos-tipo arquitectónicos que la optimizan. En otras palabras, los años treinta de Le Corbusier podrían describirse como el ejercicio de una cotidianeidad organizada para cultivar el individualismo y la singularidad, como material con que contribuir a la construcción de lo colectivo. O, ya que hablamos del siglo XX, una máquina para reconstruir contextos a partir de material de excepción.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Un rasgo característico del tiempo en que vivimos actualmente en Europa es que la experiencia personal de tener una identidad individual que definir, un destino que cumplir, ha superado la escala privada y se ha convertido en una fuerza política de grandes proporciones3. Las protestas, más o menos espontáneas, a la reciente guerra en Irak o el rápido desarrollo del sistema operativo Linux4 son ejemplos recurrentes que ilustran este fenómeno. Se ha escrito mucho sobre el romanticismo latente en las fuentes personales del trabajo de Le Corbusier y muy poco de cómo era la cadena de acontecimientos y dispositivos que conectaban estas fuentes con los procesos en que la sociedad se reconstruye. Es esta última labor crítica una de las que, en mi opinión, puede contribuir a incluir la experiencia de Le Corbusier en el encendido debate del papel de la arquitectura en la construcción de la Europa contemporánea.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Le Corbusier Empresario. Probablemente sea empresa5 la mejor palabra para definir los dispositivos con los que las experiencias individuales se inscriben en las esferas de realidad compartidas por la comunidad.6 Empresa es el objeto que articula las transformaciones de lo existente, lo que inserta el pensamiento en el día a día. Lo que en definitiva institucionaliza lo inicialmente marginal. Empresa, era la galería de Khanweiler, que hizo imprescindible colgar un Picasso en cualquier salón burgués con pretensiones intelectuales. Empresas son las asociaciones de gays y lesbianas, que han conseguido en España que la institución matrimonial represente a las parejas del mismo sexo. Empresa es Nike, que ha hecho que veamos la ciudad como un campo de deportes. Cualquier empresa tiene una dimensión económica e ideológica, pero también política.7 Una empresa desarrolla sus propias descripciones y diagnósticos de los contextos en los que opera, y también las estrategias de intervención sobre lo existente y los indicadores para evaluar la eficacia y la respuesta a la acción. A través de empresas consolidamos alianzas entre agentes con culturas e intereses en disputa y también a través de organizaciones empresariales extendemos el campo de lo posible; y es precisamente por esta razón por lo que en la Europa que nos ha tocado vivir, el cómo inyectar garantías democráticas en los objetos que permiten renderizar lo compartido inscribiéndole la experiencia individual, ha tomado relevancia política y el debate que genera se ha convertido en el principal elemento identitario de la joven Unión Europea. Apres le cubisme,8 Modulor,9 el pabellón de l’Esprit Nouveau10 y el catálogo de papeles pintados Salubra11 eran mediadores que diseñados para instalar en el día a día respectivamente las experiencias pictóricas del Le Corbusier de los años veinte (junto a Amédée Ozenfant), su visión del cuerpo tipo y una vida vinculada al aire renovado y su sensibilidad por los colores disonantes. De cada uno de estos objetos de mediación es posible recuperar diferentes construcciones políticas del papel de Le Corbusier como agente público. Es este el propósito de este artículo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Tres mediaciones: la perspectiva cristalina, la herramienta simplificada, la cultura. Son muchos los autores que han encontrado en los paseos aéreos de Le Corbusier sobrevolando la costa de Río de Janeiro junto Antoine de Saint Éxupery, y también en sus vuelos en África, el origen de algunas de las novedosas propuestas urbanísticas del estudio de la rue de Sévres. La aviación despertaba la admiración de Le Corbusier desde sus años de l’Esprit Nouveau.12 En el número 10 de la revista que de 1919 a 1925 editó junto a Amédée Ozenfant y Paul Dermé (posteriormente incluido en Vers une architecture)13 bajo el título “Des yeux que no voient pas...” presentó junto a paquebotes, fotografías de Paestum sobre la imagen de un automóvil Humbert de 1907 y del Partenón sobre una imagen de catálogo de un Delage de 1921 y cuatro fotografías de aviones -dos de ellas realizadas desde el interior de aviones en vuelo-. Son también conocidos los bocetos de aviones en el aeródromo de Laghouat en 1933. Con los aviones, como con los coches producidos en serie, Le Corbusier ejemplificaba la capacidad de optimización que aportaba el pacto moderno entre los ingenieros y la organización taylorista del tejido industrial. La visión desde el aire del territorio y la posibilidad de contar con perspectivas privilegiadas desde las que se accedía a visiones totales de configuraciones urbanas imbricadas en redes territoriales, era probablemente el segundo desencadenante de la pasión del arquitecto por la cultura de la aviación. Las propuestas para Montevideo, Sâo Paolo, Río de Janeiro o Argel se hicieron públicas principalmente por medio de perspectivas aéreas, más o menos elaboradas, que presentaban las intervenciones a vista de pájaro incluidas en un paisaje natural. En 1923 en Vers un architecture decía: “Sin seguir una idea arquitectónica, sino simplemente guiados por los efectos del cálculo [...] los ingenieros emplean los elementos primarios y los coordinan según las reglas , provocando en nosotros emociones arquitectónicas.” Le Corbusier presenta al ingeniero como un agente con acceso a reglas universales y herramientas de cálculo eficaces para prever las implicaciones futuras de sus acciones.14 La perspectiva cristalina como figura interpuesta en la inserción social de las experiencias de gabinete, conlleva la creencia en que la descripción de la realidad, la detección de criterios de implementación, la definición de estrategias de intervención y la evaluación de los resultados de las acciones, no es una labor en que deba participar la sociedad en su conjunto. Para el Le Corbusier de las propuestas aéreas la ciudad era un asunto de expertos, expertos que con eficacia miran por el bien común.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">En 1931 la compañía de papeles pintados Salubra publicó en Basilea una primera colección de papeles para paredes seleccionados por Le Corbusier.15 El catálogo se presentaba como una herramienta para trasladar las experiencias acumuladas por el arquitecto en sus trabajos pictóricos y también sus experiencias en la incorporación del color a la edificación. Un pequeño libro con muestras de los diferentes colores, disponibles en rollos, tratados con pintura al aceite, se ofrecía como un soporte que permitía a los usuarios prolongar la especulación iniciada por Le Corbusier, recortando trozos de las muestras y ensayando combinaciones personales, que posteriormente podrían aplicar a sus viviendas. Los colores de la paleta purista, los malvas, beiges, turquesas y marrón chocolate de la Villa la Roche, los tonos con los que Le Corbusier descompuso los volúmenes exteriores de las viviendas de Pessac, junto a patrones decorativos, que nos recordarían ahora a las superficies tramadas del cubismo sintético, se convertían en elementos disponibles para la recomposición y el ensayo. Sin embargo el catálogo Salubra, no conseguía trasladar los acontecimientos probablemente más relevantes del laboratorio de colores de Le Corbusier. No llevaba a la experiencia del usuario los colores descartados, ni las pruebas fallidas –los errores que habían emergido en la práctica-, tampoco equipaban al usuario con las dudas, las contradicciones o los temores de Le Corbusier. Como el interior de un ordenador, el catálogo ocultaba (cajanegrizaba tal como diríamos hablando de ordenadores) las grandes decisiones que definían en mayor medida la producción posible del sistema, para facilitarnos una utilización cómoda de un sistema ya consolidado. Unos años después, en 1946, Le Corbusier explicaba el papel que se reservaba en sus intervenciones urbanas. Estas palabras pueden ayudar a entender también la colaboración que esperaba del usuario de los papeles pintados: “tarde o temprano llega la hora en que el programa debe ser difundido, los técnicos poner manos a la obra y encargarse todos, según sus fuerzas, de una parte útil de la tarea: preparar a los usuarios a hacerse cargo de nuevos instrumentos. Preparados los conductores para velar por la realización de la experiencia con regularidad e intensidad suficientes.” 16</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Entre 1947 y 1953 Le Corbusier trabajó en lo que sería una de sus tentativas empresariales: El Poema del Ángulo Recto,17 una serie de 19 litografías con una tirada de 200 ejemplares que posteriormente fue editada en forma de libro. En 1943 había abandonado Vichy, y también las esperanzas de llevar a cabo su plan para Argel. Mantenía el estudio de París, pero hacía años que no contaba con la asociación de Pierre Jeanneret. Sin expectativas de poder aplicar en un encargo directo los contenidos del poema, expone una serie de reflexiones sobre la relación del hombre con el cosmos, ilustradas con imágenes que recuperan algunos de sus iconos personales. Los meandros, los ciclos solares recorriendo la sección de la Unidad de Habitación, desnudos de Gallís, el hombre frente al horizonte mediterráneo, la mano abierta. Un trabajo sin líneas de acción directa, pero que muestra una cultura, una sensibilidad del hombre en el mundo, disponible para la apropiación. Es sobre todo una acción de apertura, una explicitación de su experiencia, un dispositivo que hace transparente y accesible el trabajo personal que alimenta sus propuestas públicas. En una de las litografías aparece el poema: “Soy un constructor/ de casas y palacios./ Vivo entre los hombres./ En medio de su madeja./ Enredada./ Hacer una arquitectura es/ hacer una criatura.” En otra junto a la imagen popular de la mano abierta escribe: “La mano abierta/ está abierta porque/ todo está disponible./ Abierta para recibir,/ abierta también para que cualquiera pueda cogerla.” Un constructor enredado entre los hombres con una cultura presentada de manera que cualquiera pueda cogerla y usarla. No más, pero tampoco menos.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Tres empresas como dispositivos interpuestos para la integración social del laboratorio personal de Le Corbusier: la perspectiva cristalina del experto, la herramienta simplificada y la exposición transparente de una cultura; que contienen, cada una, diferentes construcciones políticas, asociadas a una forma de entender la relación de la ciudadanía con el conocimiento. Construcciones políticas que ya forman parte de la Europa que disputamos en la actualidad.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">En 1945, dos años antes de que Le Corbusier comenzase a trabajar en el poema, Paul Valery hablando de Europa escribía: “Nuestra esperanza es vaga, nuestro temor preciso”.18 Como ha señalado el politólogo británico Mark Leonard la reconstrucción de Europa no la encabezaron Churchill o De Gaulle, sino un grupo de burócratas anónimos que trabajaron para hacer desaparecer las armas del futuro horizonte europeo.19 Como Jean Monnet que equipado con una visión de cómo no tener una visión fue el artífice de la declaración Schuman, firmada por los gobiernos de Francia y Alemania en 1950: “Europa no se hará de una vez ni de acuerdo con un único plan general, sino a través de realizaciones concretas que empiecen a crear una unión de hecho.”20 Monnet había trabajado tras la Primera Guerra Mundial en la fracasada Sociedad de Naciones e intentó evitar comprometer el futuro de Europa al éxito de una idea ilusoria previa de comunidad internacional. En estos momentos la Unión Europea sigue sin privilegiar un modelo único de progreso humano. Los 80.000 folios de normativas aprobados desde la creación del Mercado Común en 1957, conocido como el acquis communitaire o hechos aceptados de la comunidad, pretenden crear el marco que garantice la convivencia pacífica de culturas distintas y rivales.21 La transparencia aparecía en la propuesta retirada del Tratado Para Instituir una Constitución Europea como una de las principales características de la unión.22 Frente a la imposición de un modelo de construcción de la cotidianeidad o un European way of life, Europa ha optado por crear un contexto de legalidad y monitorización colectiva, basado en el desarrollo de dispositivos e indicadores que permitan inscribir en lo comunitario las extensiones públicas de las acciones privadas.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Desde la perspectiva que nos da la experiencia europea la manera en que la individualidad se instala en la realidad colectiva ha tomado en la actualidad un protagonismo público sin precedentes. Y es también desde esta perspectiva desde la que reconocemos la importancia de establecer diferencias en las construcciones políticas que conllevan las tres empresas de Le Corbusier. Del planteamiento de visiones totalitarias, previas a la experiencia, formuladas desde perspectivas privilegiadas –aunque animadas por la búsqueda del bien común-, a los procesos que permiten equipar lo individual con dispositivos de transparencia que hagan posible prolongar en la arena pública las experiencias individuales, Le Corbusier se desplaza de la acción urgente a la creación de un contexto en que la acción colectiva se carga de representatividad. Es también el desplazamiento de la inclusión de los agentes no especializados como informantes en los procesos de diseño, al equipamiento del proceso de diseño para que los no expertos tomen el papel de actores con acceso a la toma de decisiones. Y probablemente es un desplazamiento coronado con la ansiada eficacia de la modernidad. Porque no sabemos si las ciudades europeas tendrán grandes infraestructuras para el tráfico de scooters, pero sí que los colores del Mediterráneo, el placer de observar los meandros después de una tormenta o de disfrutar del aire en movimiento en el interior de nuestras viviendas forman ya parte en Europa de algo que podríamos llamar la sensibilidad compartida o el campo de lo posible.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#666666;"><strong>Andrés Jaque es arquitecto y profesor de proyectos en la ETSAM [Madrid]. Como Tessenow Stipendiat, ha sido investigador residente de la Alfred Toepfer Stiftung [Hamburgo]. También ha sido profesor invitado de la Escuela de Arquitectura de Alicante, de la Fundación Mies van der Rohe de Barcelona, de la Fundación Marcelino Botín, de la Escuela de Arquitectura de Valencia, de la Universidad de Castilla-La Mancha y de la Universidad Javeriana de Bogotá. Desarrolla una permanente labor crítica, ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas e impartido conferencias en foros académicos y profesionales españoles e internacionales.Desde enero de 2000 dirige la oficina Andrés Jaque Arquitectos, especializada en proyectos políticamente innovadores. Su trabajo ha sido premiado en numerosos concursos, publicado en revistas internacionales y expuesto en el Hellerau Festspielhaus de Dresde [Alemania], La Casa Encendida [Madrid], la 7 Mostra di Architettura de la Bienale di Venezia y la Bienal de Arquitectura Iberoamericana 2004 en Lima [Perú]. Su obra Teddy House ha recibido el Premio Grande Área al mejor proyecto arquitectónico del 2005 del Colegio de Arquitectos de Galicia y la Casa Sacerdotal Diocesana de Plasencia forma parte de la selección de la VIII Bienal Española de Arquitectura y ha recibido el premio Dionisio Hernández Gil.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><em></em></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>1.- Le Corbusier y Jeanneret, Pierre. Edificio de Viviendas en la Porte Molitor. 1933 (rue Nungesser-et-Coli 75016 Paris).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>2.- En 1922 Charles Édouard Jeanneret, Le Corbusier, se asoció con su primo Pierre Jeanneret e inauguraron un estudio de arquitectura y urbanismo en el 35 de la rue de Sèvres de París. Pierre se ocupaba del desarrollo de proyectos y del trato con los clientes del estudio. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial trasladaron el estudio a Ozón, Pirineos Franceses; hasta 1940 en que Pierre Jeanneret se une a la Resistencia Suiza y Charles Édouard se traslada a Vichy, donde trabaja hasta 1947.</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>3.- Giddens, Anthony. Modernidad e identidad del yo. (Barcelona: 1995).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>4.- Himanen, Pekka. La ética del hacker y el espíritu de la era de la información. (Barcelona: Ediciones Destino. 2001).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>5.- Es importante definir el término ‘empresa’ y señalar su relevancia política porque pretendo recortar de la compleja producción documentada de Le Corbusier tres objetos que entran dentro de esta categoría y exponer las implicaciones políticas implícitas en ellos.</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>6.- Cuando en este artículo se habla de la ‘construcción de lo común’, o de la ‘esfera compartida’ o de ‘lo colectivo’ me refiero a los procesos de construcción social de la realidad descritos por Berger y Kuckman en La construcción social de la realidad. Peter L. y Luckmann, Thomas. La construcción social de la realidad. (Buenos Aires: Amorrortu Editores. 1968).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>7</em></span><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>.- La utilización en este artículo del término ‘político’ corresponde a la definición expuesta por Carl Schmitt del mismo en El concepto de lo político. Para Schmitt políticos son los objetos mediante los cuales se gestionan alianzas entre agentes con ideologías, intereses, morales e incluso códigos estéticos diferentes sin necesidad de llegar a consensos en ninguna de las categorías anteriores, ante la posibilidad de un conflicto violento. Schmitt, Carl. El concepto de lo político. (Madrid: Alianza Editorial).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>8.- Jeanneret, Charles Édouard y Ozenfant, Amédée. Après le cubisme. (París: Éditions des Commentaires, 1918.</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>9.- Jeanneret, Charles Édouard. Le Modulor. (París: Éditions de l’Architecture d’aujourd’hui. 1950).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>10.- Jeanneret, Charles Édouard y Jeanneret, Pierre. Pavillon de l’Esprit Nouveau. (París: 1925, reconstruido en 1977).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>11.- Jeanneret, Charles Édouard. Claviers de coleurs Salubra 2. (Basilea: 1959).12.- De 1919 a 1925 Le Corbusier editó en París junto a Amédée Ozenfant y Paul Dermé la revista l’Esprit Nouveau. La cultura de la industria.</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>13.- Jeanneret, Charles Édouard. Vers une architecture. (París: Les Éditions G. Crés et Cie. 1923).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>14.- Sobre este tema ver: Torres Cueco, Jorge. Le Corbusier: visiones de la técnica en cinco cuerpos. (Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos. 2004).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>15.- Sobre este tema ver: AA.VV. Polychromie architecturale, Les claviers de coleurs de Le Corbusier de 1931 et de 1959. (Basilea, Boston y Berlín: Birkhäuser. Verlag. 1997).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>16.- Charles Édouard Jeanneret. Manière de penser l’urbanisme. (París: Éditions de l’Architecture d’Aujourdd’hui. 1946).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>17.- Charles Édouard Jeanneret. Le poème de l’angle droit. (París: Éditions Verve. 1955).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>18.- Valery, Paul. On European civilization and the European mind. (1921).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>19.- Leonard, Mark. Why Europe will run the 21st century. (Londres. 2005).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>20.- Schuman, Robert. Declaración Schuman. (9 de mayo de 1950).</em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>21.- Leonard, Mark. Combine and conquer. (Nueva York: Wired. Junio 2003).22.- Sobre el papel de la transparencia en la esfera pública ver: Stiglitz, Joseph y Chang, Ha-Joon. On Liberty, the Right to Know and Public Discourse: The Role of Transparency in Public Life. [London 2001].</em></span></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-81390523084954640562007-05-15T20:37:00.000-07:002007-05-15T20:42:13.503-07:00Nunca fue tan hermosa la basura<div align="justify"><a name="biob"></a><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#666666;"><strong>Nunca fue tan hermosa la basura </strong></span><a class="txt" title="Aquí me veis, viajero / de un tiempo que se pierde en la espesura / del paso y el me da lo mismo... pero / nunca fue tan hermosa la basura. (Juan Bonilla, Treintagenarios, en Partes de Guerra, Pre-textos, Valencia, 1994, p. 27)." href="http://www.basurama.org/b06_distorsiones_urbanas_pardo.htm#1"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#666666;"><strong>[1]</strong></span></a><a name="1b"></a><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#666666;"><strong><br /></strong></span><a href="http://www.basurama.org/b06_distorsiones_urbanas_pardo.htm#bio"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong><span style="color:#666666;">José Luis Pardo</span></strong> </span></a><br /><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><br />April is the cruellest month, breedingLilacs out of the dead land... T.S . Eliot, The Waste Land<br /><br />El Libro Primero de El Capital, de Marx, comienza diciendo: «La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como "una inmensa acumulación de mercancías"». Nosotros tendríamos que decir, hoy, que la riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como una inmensa acumulación de basuras. En efecto, ninguna otra forma de sociedad anterior o exterior a la moderna ha producido basuras en una cantidad, calidad y velocidad comparables a las de las nuestras. Ninguna otra ha llegado a alcanzar el punto que han alcanzado las nuestras, es decir, el punto en el que la basura ha llegado a convertirse en una amenaza para la propia sociedad. Y no es que las sociedades pre-industriales no generasen desperdicios, pero sus basuras eran predominantemente orgánicas, y la naturaleza, los animales urbanos y los vagabundos las hacían desaparecer –las reciclaban o las digerían– a un ritmo razonable (aunque sobre esto nos hacemos, también a menudo, ideas muy idílicas). Las ciudades industriales modernas, en cambio, se caracterizan por una acumulación sin precedentes de población y por la aparición masiva de un nuevo tipo de residuos, de carácter industrial, y ambos factores constituyen la obsolescencia de los modos tradicionales, casi inconscientes, de tratamiento de las basuras. Hay en ellas, al mismo tiempo, una enorme proporción de desechos cuyo reciclaje no puede abandonarse en manos de procesos espontáneos o naturales, y una parte significativa de la población que no consigue integrarse directa ni indirectamente en los procesos productivos y consuntivos, que carece de lugar social y que ha perdido el estatuto del que disfrutaba o que padecía en las formas tradicionales de organización política. Y esto, como dice la cita de Marx con la que he comenzado, ha de entenderse sin duda como "síntoma de riqueza". Nietzsche decía aún más, decía que «los desechos, los escombros, los desperdicios no son algo que haya que condenar en sí: son una consecuencia necesaria de la vida. El fenómeno de la décadence es tan necesario como cualquier progreso y avance de la vida: no está en nuestras manos eliminarlo (...) E incluso en medio de su mejor fuerza, [una sociedad] tiene que producir basura y materiales de desecho» (Fragmentos Póstumos de la primavera de 1888). Y tantos más desechos –en cantidad y en calidad– cuanto más rica, más enérgica y más audaz sea... Sí, la basura es un síntoma de riqueza. Porque riqueza significa despilfarro, derroche, excedente (y, al contrario, las sociedades sin basura –las ciudades tradicionales de las que acabamos de hablar– revelan una economía de subsistencia, de escasez, en la cual nada sobra y todo se aprovecha).<br />Precisamente por eso, las sociedades modernas, por estar presididas por una suerte de principio malthusiano según el cual la basura crece más rápidamente que los medios para reciclarla de modo tradicional, necesitan disponer de tierras baldías, vertederos y escombreras en donde depositar las basuras para quitarlas de en medio y poder seguir viviendo, seguir desperdiciando sin ahogarse entre sus propios residuos. Y junto a estos no-lugares urbanos (por utilizar la afortunada terminología del antropólogo Marc Augé, sobre la que en seguida volveré) es preciso también disponer de no-lugares sociales a los que pueda trasladarse la población sobrante que los sistemas productivos y consuntivos no pueden absorber (suburbios, chabolas, favelas, guetos, campamentos, etc.). "Basura" es lo que no tiene lugar, lo que no está en su sitio y, por tanto, lo que hay que trasladar a otro sitio con la esperanza de que allí pueda desaparecer como basura, reactivarse, reciclarse, extinguirse: lo que busca otro lugar para poder progresar. En su obra Wasted Lives (cuyo título propongo traducir al castellano como "Vidas-basura"), el veterano sociólogo Zygmunt Bauman ha explicado que la actual crisis de la modernidad se expresa al mismo tiempo de estas dos maneras: por una parte, los problemas de contaminación (y especialmente, por su simbolismo, el problema que representan los residuos de origen nuclear) han alcanzado un punto de inflexión en el momento en el que se ha descubierto que el planeta estaba lleno, que ya no había más Waste Lands adonde trasladar los residuos para quitarlos de en medio; por otra parte, la emigración, que era la salida tradicional para las poblaciones residuales a las que el progreso industrial y post-industrial desplazaba y dejaba sin papel alguno que representar, ha dejado de ser una solución practicable, porque ahora todos los lugares sociales del mundo están ocupados, no hay puestos libres en donde colocar a los que están de más.<br />Los movimientos migratorios y los traslados de basura tienen, por tanto, esto en común: se trata de encontrar un sitio –en otro lugar– para aquello que no lo tiene –en este lugar–. Por tanto, el presupuesto de estos movimientos de traslación es que cada cosa tiene su sitio y que hay un sitio para cada cosa. Rafael Sánchez Ferlosio ha propuesto llamar al orden generado por este presupuesto el orden del destino, y esta propuesta tiene una doble pertinencia. Por una parte, nos recuerda el significado originario del vocablo "destino", que es precisamente ése: un esquema en el cual a cada cosa se le asigna un lugar –su destino, el lote que le corresponde por designio de los dioses, de la Moira, de las Parcas o de la naturaleza– que es su porvenir ineludible, su fin fatal. Por otra, esta designación es coherente en primer lugar con el hecho de que las regiones a donde se trasladan los emigrantes se denominan "países de destino", no solamente en el sentido trivial de que allí es adonde se dirigen, sino también en el sentido de que allí es donde podrán "labrarse un porvenir", de que van a sus lugares de destino en busca de un porvenir que les está negado en sus lugares de procedencia. Van allí, por tanto, en busca de su identidad, para llegar a ser quienes son (cosa que todavía no saben y que nunca descubrirán si se quedan en donde no tienen porvenir). Y la denominación sigue siendo coherente, en segundo lugar, con las basuras industriales: no se las puede dejar allí donde se generan porque allí no están en su sitio ni tienen porvenir ninguno. Es preciso trasladarlas a una tierra baldía en donde tengan porvenir, en donde puedan regenerarse, reactivarse, reciclarse, integrarse, en donde puedan llegar a ser otra cosa que lo que son –basuras, desperdicios–, en donde puedan recuperar la identidad que han perdido, en donde puedan crecer las lilas en la tierra muerta y en donde la lluvia primaveral remueva las raíces mas secas. Sí, aunque les cueste a ustedes aceptarlo en principio, "basura" significa también esto: lo que tiene un destino, un porvenir, una identidad secreta y oculta, y que tiene que hacer un viaje para descubrirla, como el príncipe encantado para dejar de ser rana y convertirse en príncipe, como la bestia para vencer el hechizo y volver a ser bella. La observación de Bauman sobre la crisis de la modernidad tardía puede, por tanto, reformularse en estos términos: ¿qué ocurre cuando ya no se puede encontrar un lugar para trasladar aquello que aquí no lo tiene, cuando ya no hay un "país de destino" al que emigrar o en donde labrarse un porvenir? ¿Qué ocurre con la basura cuando se ha quedado sin porvenir, sin esperanza de reciclaje o regeneración, y qué con aquellas poblaciones que han de resignarse a vivir sin esperanza social, cuando la rana comprende que ya nunca será príncipe y la bestia que ya nunca será bella?<br />Como ven ustedes, aquí no basta con hablar de "crisis de la modernidad" si no se dice al mismo tiempo que lo que ha entrado en crisis es la utopía de un mundo sin basura –un mundo ordenado, en el cual cada cosa esté en su sitio–; que la modernidad, a pesar de ser la sociedad del excedente, del despilfarro, del derroche y de la "inmensa acumulación de basuras", era también la sociedad que soñaba con un reciclaje completo de los desperdicios, con una recuperación exhaustiva de lo desgastado, con un aprovechamiento íntegro de los residuos: la ética protestante del ascetismo y el ahorro siempre fue afín a la ontología capitalista del derroche. O sea, que la sociedad moderna, no menos que la sociedad tradicional o pre-industrial, también quiere "imitar a la naturaleza" (en la cual, según decían los clásicos, "nada se hace en vano", es decir, todo tiene una finalidad y, por tanto, nada se desaprovecha, no hay basura propiamente dicha) y aún "imitar a la divinidad" (pues los dioses no padecen desgaste y, por tanto, no generan desperdicios), aunque tenga que hacerlo por medios mecánicos. Es la modernidad la que ha pensado la naturaleza como una máquina (una máquina perfecta, en la cual cada pieza cumple una función y no hay deterioro) y la que, al identificar lo "natural" con lo "racional", se ha convencido de que, puesto que la naturaleza no deja residuos, esto mismo –el no dejar residuos– es una de las señas distintivas de la racionalidad (de ahí que haya percibido al mismo tiempo como "anti-modernos" y "anti-racionales" a quienes presentan otra imagen de la naturaleza en donde la máquina tiene fallos y produce basura en forma de monstruos, prodigios y excepciones sin destino, sin porvenir ni finalidad)que también debe presidir las construcciones sociales. Esta no es únicamente una idea de ingeniero –una máquina cuyas piezas no se desgastan con el uso o que, al menos, pueden regenerarse y reutilizarse indefinidamente–, sino ante todo una idea de contable: la bestia negra del empresario es justamente el desgaste, el comprobar cómo en cada ciclo productivo el activo se convierte en pasivo, en deuda, en carga, en números negativos que es preciso compensar con las ganancias y que requieren nuevas inversiones, y por lo tanto su ideal es el de un negocio sin pérdidas, el de un balance de resultados siempre equilibrado; en tiempos de inflación galopante, éste es también el infierno del comerciante, que ve cómo cada ganancia obtenida –cada vez que vende un producto a cambio de dinero– se convierte inmediatamente en pérdida, porque la moneda se deprecia de inmediato, y tiene que gastar inmediatamente lo ganado en un nuevo producto para vender, con el que le sucederá implacablemente lo mismo; y es también la pesadilla del consumidor, que experimenta cómo todo lo que compra comienza a perder valor desde el momento preciso en que es adquirido, a perder actualidad, a pasar de moda y a exigir ser rápidamente sustituido por una nueva adquisición que comenzará a descender por la pendiente de la obsolescencia en cuanto pase del escaparate a sus manos...<br />Y apenas es necesario llamar la atención sobre la más que probable genealogía militar de esta fantasía delirante: un negocio sin pérdidas es la transposición civilizada de una guerra sin bajas (eso mismo que ahora llamamos un "ataque preventivo", que no sólo minimiza tendencialmente hasta cero las víctimas del propio bando, sino que se justifica precisamente como una acción tendente a destruir la capacidad ofensiva del enemigo, es decir, su capacidad de producir bajas en el bando contrario). Napoleón se mofaba de quienes le reprochaban el elevado número de caídos en las filas de sus ejércitos que comportaban sus victoriosas campañas diciendo que una sola noche de permiso de sus soldados en París arrojaba un número de embarazos suficiente para "reponer" las pérdidas y equilibrar la balanza. Los racionalistas del siglo XVII también manejaban el mismo modelo en el cual lo pasivo (las pasiones oscuras y confusas, o sea sucias y residuales) habría de convertirse en activo (las ideas claras y distintas, o sea, limpias), en donde los egoísmos de los lobos hobbesianos en guerra total de todos contra todos se reciclarían en la mansedumbre del pacto social de todos con todos administrado por la mano invisible de un mercado que pondría las cosas en su sitio con tanta justicia como las leyes darwinianas de la evolución colocaban a cada individuo en el lugar que le correspondía de acuerdo con su contribución a la adaptación de su especie al medio; y sin duda Hegel y Marx conservaban este esquema cuando pensaban que las pasiones y ambiciones individuales o colectivas de los individuos, los pueblos y las clases eran simplemente el combustible inconsciente mediante el cual la Historia –como el tren de Los hermanos Marx en el Oeste, que se alimentaba de su propia destrucción convertida en carburante ("¡Más madera!") para llegar rápidamente a su destino– conducía a la humanidad hacia su fin final ­en donde las cuentas cuadrarían perfectamente y todos los sacrificios y sufrimientos aparentemente vanos serían compensados y equilibrados, en donde toda la aparente basura de la Historia (toda la "masa concreta del mal") sería reciclada­, y la guerra era simplemente una astucia de la razón o la lucha de clases el motor de una Historia que acabaría definitivamente con el despilfarro y el desequilibrio contable, dando a cada cual exactamente el lote que se hubiera merecido.<br />La entrada en crisis de este modelo, el despertar de este sueño, fue por tanto ese momento en el cual llegamos a pensar que la basura acabaría devorándonos. Que era el fin del progreso. Fue cuando empezamos a temer que moriríamos asfixiados entre nuestros propios desperdicios, como hemos visto que sucedía en algunas viejas ciudades del tercer mundo que, por no necesitar un tratamiento especial de las basuras, carecían de infraestructura de traslado y acumulación de las mismas, y a las que la repentina introducción masiva de la producción y el consumo industriales ha convertido en enormes estercoleros irrespirables.<br />El genio de la especie humana es, sin embargo, prodigioso. Alguien dijo de ella que sólo se plantea aquellos problemas que es capaz de resolver. Y alguien más dijo también que, cuando un problema no puede resolverse, entonces deja de ser un problema. Y que la manera de quitarse de encima los problemas irresolubles no consiste en desfallecer luchando por resolverlos, sino más simplemente en disolverlos. "Nunca fue tan hermosa la basura"... No sé a quién se le ocurrió primero la idea, pero fue una ocurrencia verdaderamente ingeniosa. Y, como todas las grandes invenciones, una vez hallada parece extremadamente simple, y consiste en lo siguiente: ¿y si lo que llamamos basura no lo fuera en realidad? Entonces no tendríamos que preocuparnos porque nos devorase, no nos sentiríamos asfixiados por los desperdicios si dejásemos de experimentarlos como desperdicios y los viviéramos como un nuevo paisaje urbano.<br />Antes me he referido a la noción, forjada por Marc Augé, de no-lugar (el lugar de lo que no está en su lugar), como concepto antropológico definidor de la sobremodernidad. Pero si unimos este concepto a nuestra reflexión anterior, en la cual la basura aparece como "lo que no está en su lugar", vemos con claridad que podríamos llamarlo, menos eufemísticamente, lugar-basura. Se comprende bien cómo un etnólogo del Siglo XXI ha llegado a elaborar esta figura: es fácil imaginar que la vida de un antropólogo contemporáneo consiste, entre otras cosas, en viajar desde el mundo posindustrial a parajes lejanos para realizar estudios de campo y entrevistas sobre el terreno. En estos desplazamientos, el científico se mueve desde un lugar que sin duda es su localidad de residencia y que, por tanto, está marcado con todas las señales positivas del término lugar (es acogedor, habitable, conocido, susceptible de ser recorrido con familiaridad), hacia otros territorios que, a menudo, no son menos lugares que el origen de su viaje, aunque le sean extraños e incluso, en ocasiones, hostiles o al menos arriesgados para el urbanita europeo; también esos sitios acogen a sus poblaciones, son habitados por gentes que los recorren con familiaridad y que se sienten en ellos en su casa. El antropólogo puede percibir que aquellos "otros lugares" no son su lugar, puede sentirse extranjero en ellos y hasta temer por su seguridad, o puede llegar a ser acogido y a experimentar la tranquilidad de encontrarse en tales rincones como en una segunda casa, como quien acude de visita a un paisaje en el que sabe que será bien recibido; pero, ya sea que se den alguna de estas dos situaciones extremas o cualesquiera de las ilimitadas posibilidades intermedias, en sus viajes habrá de pasar por muchas zonas de tránsito, no solamente en el sentido físico (salas de espera, aeropuertos, estaciones de tren y de autobús, antesalas de despachos oficiales, vehículos de transporte, hoteles, etc.) sino también en el social y cultural (tierras de nadie y distritos abandonados, comarcas rurales en decadencia, suburbios pre-industriales, chabolas periféricas, extrarradios en ruinas o cam pamentos de refugiados, por ejemplo), espacios que no están hechos para residir en ellos sino únicamente para ser ocupados provisionalmente, para ser atravesados o para facilitar el paso de un lugar a otro. En este punto, no podrá dejar de notar el contraste entre los lugares, ya sean acogedores o inquietantes, y los no-lugares, ya sean hostiles o deprimentes (como los territorios fronterizos en donde bandas o tribus rivales mantienen una guerra más o menos larvada por el control de actividades a menudo ilegales o paralegales) o relativamente cómodos para el visitante europeo (como las cadenas de hoteles occidentales o las franquicias internacionales de los restaurantes de comida rápida de estilo estadounidense situados en regiones empobrecidas del llamado "tercer mundo"). Y, en cierto modo, si los viajes del sociólogo se prolongan durante un tiempo suficiente en época de globalización, tendrá forzosamente que observar, al menos con curiosidad y seguramente con preocupación, el modo en que los no-lugares, concebidos en principio como meros "vacíos" entre lugares determinados, van extendiendo su dominio y avanzando en su ocupación de territorios físicos, sociales y culturales, hasta el punto de competir en magnitud e importancia con los lugares propiamente dichos –y a veces de triunfar indiscutiblemente sobre estos últimos– y, en todo caso, hasta comenzar a difuminar molestamente la distinción, otrora tan nítida, entre lugar y no-lugar y, por tanto y lo que quizá es más relevante, entre lo(s) que tiene(n) lugar y lo(s) que no lo tiene(n). Como si se tratase de un "efecto secundario" o de un "retorno de lo reprimido" de la colonización mediante la cual Europa convirtió muchos lugares de su periferia en no-lugares inhabitables, ahora el paseante europeo recorre la ciudad temeroso de que la periferia de los no-lugares (que ya no está en el extrarradio de Europa, sino el de las ciudades europeas), invada y destruya su propio lugar. En El tiempo en ruinas (Gedisa, Barcelona, 2003), Augé expresa, mientras pasea por París,<br />«un temor: que estos nuevos barrios, con independencia de su éxito técnico o estético –que será sin duda desigual– se parezcan un día a otros de cualquier otro lugar del mundo, que obedezcan a una moda planetaria, pero que no la creen, que se asemejen, en suma, a esas ciudades "genéricas" que "se parecen a sus aeropuertos" (Rem Koolhaas)... percibo en sus calles la invasión lenta, insidiosa e irresistible de la ciudad genérica que se infiltra desde la periferia a través de los boquetes abiertos por el ferrocarril... la tarea de subversión se encuentra más adelantada de lo que pensaba... una ciudad-comodín, sin pasado ni porvenir... Hablo, naturalmente, como viajero poco deseoso de encontrar, al final de mis excursiones parisinas, un barrio de Sâo Paulo, de Tokio o de Berlín»(pp. 149-150).<br />La virtud de esta noción es que, debido a sus características internas y a su oportunidad histórica, designa un tipo de negatividad susceptible de ser aplicada al mismo tiempo en un ámbito más específico y en uno más general. Por ejemplo –en el sentido de la especificación–, el tipo de hoteles y de restaurantes que quedarían subsumidos bajo el concepto de no-lugares podrían perfectamente definirse, en un sentido más particular, como no-hoteles y como no-restaurantes, ya que constituyen, en una medida nada desdeñable, la negación completa y acabada de la noción de "hotel" o de "restaurante" que les precedió en el tiempo. Las aludidas cadenas de comida rápida, que no están atendidas por camareros y en las cuales quienes preparan la comida no son cocineros, en las que los alimentos dispensados no son en sentido estricto "platos", así como sus mesas no son mesas propiamente dichas (han de sentarse cuatro personas en un espacio en donde sólo cabrían en rigor dos) ni sus cartas verdaderamente cartas, ¿cómo quedarían mejor descritas que diciendo que se trata de no-restaurantes atendidos por no-camareros que sirven no-platos preparados por no-cocineros y consumidos en no-mesas? Asimismo –y yendo ahora en el sentido de la generalización–, estas cadenas de restauración se caracterizan por estar a menudo situadas en grandes superficies comerciales asociadas a zonas de crecimiento de la periferia urbana posindustrial, y muchas de las características de su "estilo" y de su "personalidad" se explican por el régimen laboral de subempleo –contratación precaria y a tiempo parcial– que prevalece en ellas, régimen que, por estar cada vez más generalizado en el nuevo mercado de trabajo (y en todas las escalas salariales), muy bien podría denominarse, por contraste con las formas laborales consolidadas en la segunda mitad del Siglo XX en las zonas industrialmente desarrolladas y democráticamente gobernadas, como no-empleo (noción esta que vendría a sustituir a las de "sub-empleo" o "des-empleo", aún demasiado dependientes de aquellas viejas formas laborales ya parcialmente periclitadas) proporcionado por no-empresas; de la misma manera, los centros comerciales que rodean estos locales se dejarían describir, por los mismos motivos, como no-tiendas –en donde, por ejemplo, se venden no-muebles (módulos y paquetes funcionales más o menos abstractos para armar y desmontar), y los habitáculos que crecen en estas conurbaciones (las llamadas "ciudades-dormitorio", que no sería exagerado rebautizar como "ciudades-basura") como no-casas (decoradas, sin duda, mediante aquellos no-muebles). Y, aunque sería una broma cruel la comparación de este tipo de aglomeraciones del "primer mundo" con las de los arrabales de los países pobres o devastados, resultaría igualmente apropiado decir de quienes pueblan estos últimos contornos que se trata de no-empleados (pues a menudo están fuera de la economía monetaria regular) que viven en no-casas (cobijos improvisados con material heterogéneo) decoradas con no-muebles (a veces simples cajas de cartón o relleno de embalaje) y que se abastecen en no-tiendas (en el mercado negro o la economía sumergida).<br />Ni que decir tiene que esta aplicación podría continuar hasta permitirnos hablar, por ejemplo, de ciertas agrupaciones de personas, especialmente emergentes en nuestra época, que podrían caer bajo el concepto de no-familias o de no-matrimonios, de ciertos programas televisivos de entretenimiento que sólo podrían calificarse como no-programas, de un cierto tipo de productos culturales cada vez más extendidos a los cuales les vendría como anillo al dedo el rótulo de no-libros, no-discos o no-cuadros (y ello tanto en la franja de la alta cultura como en la de la cultura popular o de masas), de ciertos males originales de nuestro tiempo que funcionan como no-enfermedades tratadas mediante no-medicamentos y, en última instancia, hasta de no-universidades (escuelas móviles de formación permanente) en donde se estudian no-carreras (programas de actualización profesional continua) impartidas por no-profesores (expertos en reciclaje), y de no-estados (alianzas coyunturales de regiones) gobernados por no-políticos (administradores) y cuyo sujeto legítimo es un no-ciudadano.<br />Bien, creo que a estas alturas ustedes comprenden que estoy proponiendo concebir el no-lugar como un eufemismo del lugar-basura (y, por tanto, como un síntoma de que hemos empezado a ser tolerantes con los hoteles-basura, con los restaurantes-basura, con los camareros-basura, los platos-basura, los cocineros-basura y las mesas-basura, con los empleos-basura, las empresas-basura, las tiendas-basura, los muebles-basura, las casas-basura, las familias-basura, los matrimonios-basura, los programas-basura, los libros-basura, los discos-basura, los cuadros-basura, las enfermedades-basura, los medicamentos-basura, las universidades-basura, las carreras-basura, los profesores-basura, los estados-basura, los políticos-basura y los ciudadanos-basura). Y no sólo tolerantes, sino entusiastas. Hemos aprendido a experimentar la basura como un lujo. Hubo un tiempo, en efecto, en el cual los restaurantes-basura o los libros-basura eran subproductos destinados a las masas incultas, dóciles y amedrentadas. Ahora, no. Ahora tenemos restaurantes-basura de lujo, libros-basura de lujo, y quien no viva en una casa-basura o padezca alguna enfermedad-basura perderá rápidamente su crédito social y transmitirá una depauperada y deprimente imagen de "clase baja" y de "retraso social". Hemos convertido, como diría Pierre Bourdieu, las "marcas de infamia" en "signos de distinción". Si no puedes vencer en tu lucha contra la basura, únete a ella. La palanca fundamental gracias a cuyo punto de apoyo hemos conseguido mover el mundo en esta dirección –es decir, gracias a la cual hemos conseguido empezar a no ver y a no sentir como tal la basura que nos ahoga– se resume en una fórmula mágica: estamos transitando hacia un nuevo paradigma (y es la instalación de este "nuevo paradigma" lo que nos permitirá no vivir como basura lo que antes considerábamos tal). El único problema, claro está, es que este nuevo paradigma no puede ser otra cosa que un paradigma-basura, o sea un no-paradigma (porque no hay en realidad ningún nuevo paradigma hacia el cual estemos transitando, sino únicamente la destrucción sistemática y concertada de aquel bajo el cual vivíamos). La fórmula mágica tiene, con todo, una formidable eficacia simbólica. La desaparición de los lugares y su paulatina sustitución por lugares-basura (y esto mismo vale para los empleos-basura o las casas-basura) deja a muchas personas en el mundo sin lugar, crea una muchedumbre de desplazados que, una vez más, no solamente lo son en el sentido físico del término (aunque esta situación sea sin duda la más grave), sino también en el sentido social, laboral, cultural, económico o familiar. El dolor que se acumula en esa multitud, sin embargo, sencillamente no puede expresarse como tal, porque la fórmula mágica en cuestión lo convierte en dolor de parto del nuevo paradigma y, por tanto, amenaza a todos aquellos que publiquen su malestar con el estigma de la inadaptación, del atraso y del conservadurismo: son tristes reaccionarios que se niegan a desamarrarse de sus privilegios ancestrales, obstáculos que frenan el progreso de la modernización y que, por tanto, quedarán excluidos de sus beneficios. Ellos son la verdadera basura de nuestro tiempo, la que no puede reciclarse.<br />De esta manera se ha conseguido a la vez mantener la situación moderna (a saber, la "inmensa acumulación de basuras") y reeditar la utopía no menos moderna de un mundo sin basuras, que ahora ha de entenderse como un mundo en permanente reciclaje y sin pérdidas (tal es la cosmovisión del paradigma-basura o paradigma de la basura) y, por lo tanto, de un mundo en el cual todo (y todos) llega inmediatamente a su destino y adquiere inmediatamente uno nuevo. No se puede decir de manera más clara: allí donde nada es basura, todo lo es. Y es el mismo Marc Augé quien se ha dado cuenta de que, de seguir así las cosas, nuestra civilización será la primera del mundo que no deje tras de sí esa clase especial de basura histórica que son las ruinas. La ciudad genérica (la ciudad-basura) no deja ruinas porque, cuando un edificio entra en estado de obsolescencia, se puede reconfigurar enteramente para un nuevo uso, del mismo modo que una empresa (si quiere ser una genuina empresa-basura) debe poder someterse en cualquier momento a un proceso de re-engineering y que la mano de obra (o sea, la clase-basura) debe permanecer en un estado de longlife education. Richard Sennett lo ha explicado aún mejor: «La estandarización del entorno deriva de la economía de lo efímero, y la estandarización produce indiferencia. Quizá pueda aclarar esta tesis mediante una experiencia personal. Hace unos pocos años, llevé a un directivo de una gran empresa de la nueva economía emergente, que buscaba oficinas para instalarse, a visitar el Chanin Building de Nueva York, un palacio art-deco con despachos muy elaborados y espléndidos espacios públicos. "No se adapta a lo que buscamos", dijo el directivo, "la gente podría sentirse demasiado apegada a sus despachos y llegar a pensar que pertenece a este lugar". La oficina flexible no está pensada para ser un lugar de permanencia. La arquitectura de las oficinas de las empresas flexibles requiere un entorno físico que pueda ser rápidamente reconfigurado, en último extremo, la oficina se reduce al terminal de un ordenador. La neutralidad de los nuevos edificios deriva también de su carácter de elementos de inversión en el mercado global; para que alguien pueda comprar o vender fácilmente desde Manila cien mil metros cuadrados de espacio de oficinas en Londres, es preciso que el espacio tenga la uniformidad y la transparencia del dinero. Esta es la razón de que los elementos estilísticos de los edificios de la nueva economía se hayan convertido en lo que Ada Louise Huxtable llama "arquitectura epidérmica": la superficie del edificio emperifollada mediante el diseño, y su interior progresivamente más neutral y más susceptible de una reconfiguración instantánea».<br />Creo que se percibe con claridad la idea que intento transmitir: algo que está desde su origen concebido para el reciclaje es algo que está desde su origen concebido como basura. Y esto –el estar originariamente concebidas para el reciclaje– es lo que caracteriza tanto a la objetividad como a la subjetividad contemporáneas. En rigor, el proceso por el cual algo se convierte en basura puede ser descrito como un proceso de descualificación: las cosas se vuelven basura cuando su servicio hace que pierdan las propiedades que las califican como siendo estas o aquellas cosas, tales y cuales, y se convierten únicamente en esa "cosidad" fluida y sin cualidades que se acumula en los vertederos y cuya regeneración pasa, según diríamos, por lograr que vuelva a adquirir las propiedades perdidas, que recupere su cualidad y su calidad. Como este proceso es el que se ha revelado imposible de llevar a cabo (es decir, como es imposible reciclar al ritmo que se desperdicia), la única manera de mantener el tipo –y esta es la genial idea de la que estamos hablando– es que las cosas carezcan originalmente de propiedades (es decir, que sean originariamente basura, sin que su conversión en basura derive del desgaste generado por el uso), o sea, que sean de antemano reciclables y, por tanto, pertenecientes a la "cosidad" fluida y descualificada, que es la que ahora –de acuerdo con la estrategia-basura del "nuevo paradigma"– hemos de experimentar, no como una forma de cosidad degradada y "sucia", cosa de vertedero y material de escombrera, sino como la forma superior de la objetividad, la cosa de lujo y limpia por excelencia, pues es lo inmediatamente reciclable. Y, al contrario, son las cosas cualificadas, como el Chanin Building, las que resultan desesperadamente obsoletas por irreciclables, las que se convierten en basura en el sentido peyorativo y "sucio" de la expresión, de mal gusto y pasadas de moda, las que, por tener entidad en sí mismas, se resisten a la reformulación y la recualificación.<br />Es preciso, pues, que la producción sea ya en su origen, no producción de mercancías, sino producción de basura, producción de reciclables. Y hay que tener en cuenta que el reciclaje no puede concebirse, entonces, como una genuina recualificación o reparación de las cosas; la cosa reciclada es la cosa que ha recuperado sus propiedades y que, por ello mismo, se resiste al reciclaje; la cosa reciclada ha de ser entendida más bien como la cosa convertida en reciclable, es decir, apta para recibir cualidades que sólo pueden ser cualidades-basura, inmediatamente reciclables y reformulables, transformables en cualesquiera. Y es preciso, igualmente, que este proceso no afecte únicamente a la objetividad sino también a la subjetividad, tanto más cuando las cosas modernas por excelencia son aquellas cuya objetividad –cuyo "valor"– procede de la "subjetividad". Bien pensado, era elemental: es exactamente lo mismo que se ha venido haciendo, al menos desde el siglo XVII, con el trabajo en general, y la razón por la cual han dejado de existir de facto (aunque sobre el papel se mantenga el arcaísmo) los empleos especializados y las profesiones más o menos libres, en la medida en que todas ellas se vuelven comparables en términos de horas laborables. «La indiferencia respecto del trabajo determinado corresponde a una forma de sociedad en la cual los individuos pueden pasar con facilidad de un trabajo a otro y en la cual el género determinado del trabajo es fortuito y, por consiguiente, les es indiferente», así decía Marx. Y le parecía un gran progreso. Recordaba hace poco (Juan Pablo II, 22 de Abril de 2006) Rafael Sánchez Ferlosio que «la apología positiva del "trabajo" en sí mismo y por sí mismo surgió con el capitalismo y su necesidad de mano de obra, y fue enseguida recogida sin rechistar por el marxismo; la exaltación del trabajo –sin determinación de contenido– como virtud moral se desarrolló como la más perversa pedagogía para obreros». Es decir, la exaltación del trabajo sin determinación de contenido es en sí misma la exaltación del trabajo-basura. Esto es lo mismo que hoy sucede con la exaltación del "conocimiento" (abstracción hecha de toda cualificación, es decir, del conocimiento-basura) en fórmulas como la recurrente "sociedad del conocimiento", surgida sin duda de las nuevas necesidades de mano de obra –sólo un 10% de la misma se dedica hoy a la fabricación de mercancías en los EE.UU., según recordaba también hace poco Anthony Giddens (Mejorar las universidades europeas, 10 de Abril de 2006)–, pero en seguida abrazada por la izquierda (como lo prueba el caso del propio Giddens) como «la más perversa pedagogía para obreros» del siglo XXI, esos nuevos obreros que constituyen el 90 % principal de la fuerza de trabajo en los países más desarrollados.<br />Empezó la cosa por un cambio terminológico en apariencia simplemente técnico: en lugar de tener asignaturas, las carreras universitarias empezaron a tener créditos. La denominación parecía sospechosa (¿por qué precisamente créditos y no "materias", o "conocimientos" o incluso "horas lectivas"? A pesar de la evidente analogía financiera, nadie se inquietó demasiado), pero de momento esto sirvió para introducir subrepticiamente en el orden del saber un nuevo aparato de medida que, como por arte de magia, conseguía tornar equivalentes cosas que antes no parecían poder serlo de ningún modo, como la arqueología maya y la bioquímica molecular, pongamos por caso, puesto que tanto la una como la otra se dejaban traducir a un número de créditos, es decir, de horas contantes y sonantes y, por tanto (he aquí el quid de la analogía monetaria), de dinero por unidad de tiempo. Si la descualificación del trabajo se consideró como un progreso, ¿cómo no ha de ser un progreso la indiferencia respecto de todo conocimiento determinado –historia medieval, anatomía patológica o física de la materia condensada–, que corresponde a una sociedad en la cual los individuos pueden pasar con facilidad de un conocimiento a otro y en la que el género determinado de conocimiento es fortuito y, por consiguiente, les es indiferente?<br />De modo que, contra toda apariencia, "sociedad del conocimiento" no significa nada parecido a "sociedad de la ciencia": cuando Giddens afirma que «en las actuales economías avanzadas más del 80% de la mano de obra trabaja en los sectores de producción de conocimientos» no está verosímilmente queriendo decir que ese porcentaje de los empleados esté constituido por científicos; más bien nos indica que éste es el eufemismo (trabajadores del sector de producción de conocimientos) que conviene al proletariado de nuestro tiempo (los trabajadores-basura). Por eso es una contradicción de su argumento el sostener que esta situación supone el ocaso de la mano de obra no cualificada. Al contrario, este conocimiento es precisamente un flujo descualificado (y en su apología se trata solamente de eso, de que fluya sin barreras ni cortapisas de "especialidades" ni de organización intelectual, es decir, sin apego a cualidad alguna) en el que vienen a disolverse como en una caldera todas las ciencias y todos los saberes más o menos sistemáticos antaño impartidos en las universidades y en las escuelas y hoy descompuestos y como estallados en "competencias" y "habilidades" que campan libremente y sin constricción alguna que no sea la de su medida en "créditos", como lo certifica el hecho (en esto, como en todo, hay que fijarse siempre en los que van por delante) de que el organismo estatal encargado de administrar la instrucción pública en el país en donde profesa Giddens ya haya dejado de llamarse "Ministerio de educación y ciencia" para denominarse "Ministerio de educación y habilidades (skills)". Que se encargue a las universidades la enseñanza de estas "habilidades" neoproletarias –es decir, que se exija la descualificación de las ciencias y la descomposición de los saberes científicos en las competencias requeridas en cada caso por un mercado empresarial que configura la turbina a la que se engancha la "caldera" del conocimiento–, y que además se destine a los individuos a proseguir esta "educación superior" a lo largo de toda su vida laboral (longlife education, cadena perpetua) es algo ya de por sí suficientemente expresivo: solamente una mano de obra (o de "conocimiento") completamente descualificada –es decir, producida originalmente como basura reciclable– es apta para recibir una cualificación en sí misma descualificada y descualificante, y solamente una cualificación que no es más que cualificación-basura, es decir, que no cualifica más que efímera y superficialmente (una cualificación epidérmica), necesita estar sometida a este proceso de manera permanente. Pero en ese caso no está nada claro en qué consistiría la "superioridad" de la educación superior (y acaso por ello Giddens la llama sintomáticamente "educación post-secundiaria", es decir, una prolongación indefinida de la enseñanza media): como confiesa el propio Giddens, «muchos [profesores jóvenes] se sienten hoy atraídos por trabajos –como los de la industria y de la banca– que en mi generación (con nuestros esnobismos) ni siquiera nos habríamos planteado [los profesores universitarios]», lo que es un modo de admitir que la educación superior no ha perdido su superioridad sobre la industria y la banca solamente por la desaparición del "esnobismo" juvenil (¿por qué se ha esfumado ese esnobismo?) sino más bien en la medida en que se ha convertido en un subsector de la "producción de conocimientos" para la industria y la banca.<br />Sucede, en fin, que la época en la cual la subjetividad se ha vuelto más inestable, elástica, flexible y modulable, es también la era en la cual la identidad se ha convertido en la más tiránica y rígida de las exigencias individuales, en el más grave de los problemas políticos. Y es como si cada enclave edificado en las calles debiera ser, al mismo tiempo, una seña de identidad inconfundible y un espacio infinitamente remodelable, es decir, una zona cero.<br /><br />Conferencia en el ciclo Distorsiones Urbanas de Basurama06.La Casa Encendida. Madrid, el 17 de mayo de 2006.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><a name="bio"></a><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong></strong></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong>Biografía </strong></span><a class="txt1" href="http://www.basurama.org/b06_distorsiones_urbanas_pardo.htm#biob"></a><br /><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#999999;"><strong>José Luis Pardo es profesor titular de la Facultad de Filosofía de la UCM. Además de su labor docente y de colaborar con medios de prensa escrita como EL PAIS, ha traducido a filósofos contemporáneos de la talla de Deleuze, Serres, Debord o Lèvinas. Su extensa obra escrita incluye libros como Transversales. Textos sobre los textos (1978), Sobre los espacios: pintar, escribir, pensar (1991), Las formas de la exterioridad (1992), La intimidad (1996) y La regla del juego (2005), éste último galardonado con el Premio Nacional de Ensayo.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;color:#999999;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><span style="font-size:85%;"><strong><span style="color:#999999;">Notas</span></strong> </span></span></div><p align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span> </p><p align="justify"><a href="http://www.basurama.org/b06_distorsiones_urbanas_pardo.htm#1b"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>1</em></span></a><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><em>. «Aquí me veis, viajero / de un tiempo que se pierde en la espesura / del paso y el me da lo mismo... pero / nunca fue tan hermosa la basura» (Juan Bonilla, "Treintagenarios", en Partes de Guerra, Pre-textos, Valencia, 1994, p. 27).</em></span></p>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-73684420998982064502007-04-05T11:52:00.000-07:002007-04-05T12:01:26.065-07:00Psicogeografias<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfsz7LBtj__gH9oND5a8dKo3GEvxw8-rmuEBGxR6Qm-b9mc3AykYMzqfl-m74BUVFHIfGlakwsM8w-DMYNJtTHwxU8wvKOkVfyWLfgMsXlQ1bi_kk-_MePWXimlaW50T1Q1tfcnqyXRewW/s1600-h/Naked%252BCity.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5050020288745768258" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfsz7LBtj__gH9oND5a8dKo3GEvxw8-rmuEBGxR6Qm-b9mc3AykYMzqfl-m74BUVFHIfGlakwsM8w-DMYNJtTHwxU8wvKOkVfyWLfgMsXlQ1bi_kk-_MePWXimlaW50T1Q1tfcnqyXRewW/s320/Naked%252BCity.jpg" border="0" /></a><br /><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;"><strong>GUY DEBORD,(guía Psicogeografica de Paris )mapa,1957</strong></span><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaWU3o-_gqjiIKXCvtWUIDZfzLbODt292i_z85ISn1lxuJ5rlJvT7a3zN2kPe81qmrhJ5IB7gsdJa6G_gw52lL0il61BPp1JdvpOgiPrzEJW0m_K3-uAmKXNoT-W88rVfJv59bO5Qh_HZ2/s1600-h/fburg.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5050019382507668786" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaWU3o-_gqjiIKXCvtWUIDZfzLbODt292i_z85ISn1lxuJ5rlJvT7a3zN2kPe81qmrhJ5IB7gsdJa6G_gw52lL0il61BPp1JdvpOgiPrzEJW0m_K3-uAmKXNoT-W88rVfJv59bO5Qh_HZ2/s320/fburg.jpg" border="0" /></a><br /><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtNruHy_f_C2nT6Nu01W6zq8LLvKq2tyOALjOILH51sJwrWsrt842C4h4vzXL7WSz0GDB6I2OUQfOcz1AjeaUWBlHve39-OcODOm72c6MhBP6CBK4DWtV-JD6JpkJm-H-EB37XFHIXgE7I/s1600-h/integrale.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5050019167759303970" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtNruHy_f_C2nT6Nu01W6zq8LLvKq2tyOALjOILH51sJwrWsrt842C4h4vzXL7WSz0GDB6I2OUQfOcz1AjeaUWBlHve39-OcODOm72c6MhBP6CBK4DWtV-JD6JpkJm-H-EB37XFHIXgE7I/s320/integrale.jpg" border="0" /></a><br /><br /><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwz2m6UMRR7QvF6WVM9B8YInfKZklGk6TxIM9eMg0yk7deCKpmegtK-Y2WLzNInsSra6mfOPn8uck8ihVCzEXSS_NHfE-ryIfW9dgiUFppVvjRq-RQnxcXQHxJaVdrO14ODceh1QJPnM8p/s1600-h/amdamo-site.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5050018978780742930" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwz2m6UMRR7QvF6WVM9B8YInfKZklGk6TxIM9eMg0yk7deCKpmegtK-Y2WLzNInsSra6mfOPn8uck8ihVCzEXSS_NHfE-ryIfW9dgiUFppVvjRq-RQnxcXQHxJaVdrO14ODceh1QJPnM8p/s320/amdamo-site.jpg" border="0" /></a><br /></div><a href="http://www.antoineetmanuel.com/" target="1"><strong><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:78%;">www.antoineetmanuel.com</span></strong></a><span style="font-size:78%;"> <strong>Propuestas graficas para Christian Lacroix y Galeries Lafayette</strong><br /></span><br /><br /><div><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><span style="font-size:130%;"><strong>Introducción a una crítica de la geografía urbana</strong><br /></span><span style="color:#666666;"><strong>Guy E. DebordPublicado en el # 6 de Les lévres nues (septiembre 1955). Traducción de Lurdes Martínez aparecida en el fanzine Amano # 10</strong></span> </span></div><span style="font-family:trebuchet ms;"><div align="justify"><br />De todos los acontecimientos en lo que participamos, con o sin interés, la búsqueda fragmentaria de una nueva forma de vida es el único aspecto todavía apasionante. Es necesario deshechar aquellas disciplinas que, como la estética u otras, se han revelado rápidamente insuficientes para dicha búsqueda. Deberían definirse entonces algunos campos de observación provisionales. Y entre ellos la observación de ciertos procesos del azar y de lo previsible que se dan en las calles.<br />El término psicogeografía, sugerido por un iletrado Kabyle para designar el conjunto de fenómenos que algunos de nosotros investigábamos hacia el verano de 1953, no parece demasiado inapropiado. No contradice la perspectiva materialista de los condicionamientos de la vida y del pensamiento causados por la naturaleza objetiva. La geografía, por ejemplo, trata de la acción determinante de las fuerzas naturales generales, como la composición de los suelos o las condiciones climáticas, sobre las estructuras económicas de una sociedad y, en consecuencia, de la concepción que ésta pueda hacerse del mundo. La psicogeografía se proponía el estudio de las leyes precisas y de los efectos exactos del medio geográfico, conscientemente organizado o no, en función de su influencia directa sobre el comportamiento afectivo de los individuos. El adjetivo psicogeográfico, que conserva una vaguedad bastante agradable, puede entonces aplicarse a los hallazgos establecidos por este tipo de investigación, a los resultados de su influencia sobre los sentimientos humanos, e incluso de manera general a toda situación o conducta que parezca revelar el mismo espíritu de descubrimiento.<br />Se ha dicho durante mucho tiempo que el desierto es monoteista. ¿Se encontrará ilógica, o desprovista de interés, la constatación de que el distrito de París, entre la Place de Contrescarpe y la ru l'Arbalète conduce al ateismo, al olvido y a la desorientación de las influencias habituales?<br />Es conveniente tener una concepción históricamente relativa de lo utilitario. La necesidad de disponer de espacios libres que permitieran la rápida circulación de tropas y el empleo de la artillería contra las insurrecciones estuvo en el origen del plan de embellecimiento urbano adoptado por el Segundo Imperio. Pero desde cualquier punto de vista salvo el policial, el París de Haussmann es una ciudad construida por un idiota, llena de ruido y furia, que nada significa. Hoy, el principal problema del urbanismo es el resolver la correcta circulación de una cantidad rápidamente creciente de automóviles. Podemos pensar que el urbanismo venidero se aplicará a construcciones, igualmente utilitarias, que concedan la mayor consideración a las posibilidades psicogeográficas.<br />Además, la abundancia actual de vehículos privados no es más que el resultado de la propaganda constante por la que la producción capitalista persuade a las masas - y éste es uno de sus éxitos más desconcertantes - de que la posesión de un coche es precisamente uno de los privilegios que nuestra sociedad reserva a sus privilegiados. (Por otra parte, el progreso anárquico se niega a sí mismo: uno puede gozar del espectáculo de un oficial de policía invitando en un anuncio publicitario a los parisinos propietarios de automóviles a utilizar los transportes públicos).<br />Puesto que encontramos la idea de privilegio incluso en asuntos tan banales, y que sabemos con qué ciego furor tanta gente - por poco privilegiada que sea - está dispuesta a defender sus mediocres conquistas, es necesario constatar que todas estas minucias participan de una idea burguesa de felicidad, idea mantenida por un sistema de publicidad que engloba tanto la estética de Malraux como los imperativos de la Coca-Cola, y cuya crisis debe ser provocada en toda ocasión, por todos los medios.<br />El primero de estos medios es sin duda la difusión, con un objetivo de provocación sistemática, de un conjunto de propuestas tendentes a convertir la vida en un juego apasionante, y el continuo menosprecio de todas las diversiones al uso, en la medida en que éstas no pueden ser desviadas para servir a la construcción de ambientes más interesantes. Es cierto que la mayor dificultad en tal proyecto es traspasar a estas propuestas aparentemente delirantes un grado suficiente de seria seducción. Para la obtención de dicho resultado se puede concebir un uso hábil de los medios de comunicación imperantes. Pero también una suerte de abstencionismo provocativo o bien de manifestaciones tendentes a la decepción radical de los aficionados a estos medios de comunicación, pueden fomentar innegablemente, sin mucho esfuerzo, una atmósfera de incomodidad extremadamente favorable para la introducción de nuevas nociones de placer.<br />La idea de que la realización de una situación afectiva elegida depende únicamente del conocimiento riguroso y de la aplicación deliberada de un cierto número de técnicas concretas, inspiró el Juego psicogeográfico de la semana publicado, no sin cierto humor, en el número 1 de POTLATCH:<br />"En función de lo que busquéis, escoged un país, una ciudad más o menos populosa, una calle más o menos animada. Construid una casa. Amuebladla. Sacad el mayor partido de su decoración y sus alrededores. Elegid la estación y la hora. Reunid a la gente más adecuada, los discos y las bebidas más convenientes. La iluminación y la conversación deberán ser las oportunas para la ocasión, como el tiempo atmosférico o vuestros recuerdos.<br />Si no ha habido ningún error en vuestros cálculos, el resultado debe satisfaceros."<br />Debemos trabajar para inundar el mercado, aunque por el momento no sea más que el mercado intelectual, con una masa de deseos cuya realización no rebasará la capacidad de los medios de acción actuales del hombre en el mundo material, pero sí la vieja organización social. No carece de interés político contraponer públicamente tales deseos a los deseos elementales que no asombra ver repetidos incesantemente en la industria cinematográfica o en las novelas psicológicas, como las de ese viejo carroñero de Mauriac. (Marx explicaba al pobre Proudhon que, en una sociedad fundada sobre la "miseria" los productos más "miserables" tienen la fatal prerrogativa de servir al uso de mayor número de gente).<br />La transformación revolucionaria del mundo, de todos los aspectos del mundo, confirmará todos los sueños de abundancia.<br />El cambio repentino de ambientes en una misma calle en el espacio de unos metros; la clara división de una ciudad en zonas de distintas atmósferas psíquicas; la línea de más fuerte pendiente - sin relación con el desnivel del terreno - que deben seguir los paseos sin propósito; el carácter de atracción o repulsión de ciertos espacios: todo ello parece ser ignorado. En todo caso, no se concibe como dependiente de causas que puedan descubrirse a través de un cuidadoso análisis, y de las que no se pueda sacar partido. La gente es consciente de que algunos barrios son tristes y otros agradables. Pero generalmente asumen simplemente que las calles elegantes causan un sentimiento de satisfacción y las calles pobres son deprimentes, y no van más allá. De hecho, la variedad de posibles combinaciones de ambientes, análoga a la disolución de los cuerpos químicos puros en un infinito número de mezclas, genera sentimientos tan diferenciados y tan complejos como los que pueda suscitar cualquier otra forma de espectáculo. Y la más mínima investigación desmitificada revela que las diferentes influencias, cualitativas o cuantitativas, de los diversos decorados de una ciudad no se pueden determinar solamente a partir de una época o de un estilo de arquitectura, y todavía menos a partir de las condiciones de vivienda.<br />Las investigaciones así destinadas a llevarse a cabo sobre la disposición de los elementos del marco urbano, en relación estrecha con las sensaciones que provocan, no quieren ser presentadas sino como hipótesis audaces que conviene corregir constantemente a la luz de la experiencia, a través de la crítica y de la autocrítica.<br />Ciertas pinturas de Chirico, que están claramente provocadas por sensaciones cuyo origen se encuentra en la arquitectura, pueden ejercer una acción de retorno sobre su base objetiva hasta transformarla: tienden a convertirse ellas mismas en maquetas. Inquietantes barrios de arcadas podrían un día continuar, y completar, el atractivo de esta obra.<br />No conozco sino esos dos puertos al atardecer pintados por Claude Lorrain, que están en el Louvre, y que presentan dos ambientes urbanos totalmente diversos, para rivalizar en belleza con los carteles de los planos de metro de París. Se entenderá que al hablar aquí de belleza no me refiero a la belleza plástica - la nueva belleza no puede ser otra que la belleza de la situación - sino solamente a la presentación particularmente conmovedora, en ambos casos, de una suma de posibilidades.<br />Entre diversos medios de intervención muy dificultosos, parece apropiada una cartografía renovada para su utilización inmediata.<br />La elaboración de mapas psicogeográficos, incluso de diversos trucajes como la ecuación, poco fundada o completamente arbitraria, planteada entre dos representaciones topográficas, puede contribuir a clarificar ciertos desplazamientos de carácter no precisamente gratuito, pero sí absolutamente insumiso a las influencias habituales. Las influencias de este tipo están catalogadas en términos de turismo, droga popular tan repugnante como el deporte o la compra a crédito.<br />Recientemente, un amigo me dijo que venía de recorrer la región de Harz, en Alemania, con la ayuda de un mapa de la ciudad de Londres, cuyas indicaciones había seguido ciegamente. Este tipo de juego es obviamente sólo un comienzo mediocre en comparación con una construcción completa de la arquitectura y del urbanismo, construcción que algún día estará en poder de todos. Mientras tanto podemos distinguir distintas fases de realizaciones parciales, medios menos complicados, empezando por el simple desplazamiento de los elementos de decoración de los lugares en que estamos acostumbrados a encontrarlos.<br />Así, en el número precedente de esta revista, Mariën propuso reunir en desorden, cuando los recursos mundiales hayan cesado de ser despilfarrados en los proyectos irracionales que nos son impuestos hoy, las estatuas ecuestres de todas las ciudades del mundo en una planicie desierta. Esto ofrecería a los transeúntes -el futuro les pertenece- el espectáculo de una carga de caballería artificial, que incluso podría dedicarse a la memoria de los más grandes masacradores de la historia, desde Tamerlan a Ridgway. Aquí vemos reaparecer una de las principales demandas de esta generación: el valor educativo.<br />De hecho, no hay nada más que esperar que la toma de conciencia, por las masas activas, de las condiciones de vida que les son impuestas en todos los dominios y de los medios prácticos para combatirlas.<br />Lo imaginario es aquello que tiende a convertirse en real, escribió un autor cuyo nombre, a causa de su notoria degradación intelectual, hace tiempo que he olvidado. Tal afirmación, por lo que tiene de involuntariamente restrictiva, puede servir de piedra de toque y hacer justicia a ciertas parodias de revolución literaria: lo que tiende a permanecer irreal, es palabrería.<br />La vida, de la que somos responsables, ofrece, a la vez que grandes motivos de desaliento, una infinidad de diversiones y de compensaciones más o menos vulgares. No pasa un año en que la gente a la que amamos no ceda, a falta de haber comprendido claramente las posibilidades presentes, a alguna capitulación manifiesta. Pero esto no refuerza el campo enemigo, que cuenta ya con millones de imbéciles, y en el que se está objetivamente condenado a ser imbécil.<br />La primera deficiencia moral que permanece es la indulgencia, en todas sus formas. </div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-size:85%;"></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-size:85%;"><strong>Guy Debord, 1955. Traducción de Lurdes Martínez</strong> </span></span></div></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-13402726115622887912007-03-25T15:33:00.000-07:002007-03-25T15:54:35.839-07:00Imagenes correo abiertoI<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHxN5Jr2nYADMSvXDY0Fzcp2ErocQLLTw8IQGQz7gSW4maM6-DikPtixIgiAVvAUrhVyexPleXoOTOlzi51r9HICCz1pWHBiFETHXvF08zULgnNDoMfAjYpWxAA458ptq4Do5CeUhdNMDq/s1600-h/menhir2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5045994621107021874" style="WIDTH: 170px; CURSOR: hand; HEIGHT: 253px" height="277" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHxN5Jr2nYADMSvXDY0Fzcp2ErocQLLTw8IQGQz7gSW4maM6-DikPtixIgiAVvAUrhVyexPleXoOTOlzi51r9HICCz1pWHBiFETHXvF08zULgnNDoMfAjYpWxAA458ptq4Do5CeUhdNMDq/s320/menhir2.jpg" width="200" border="0" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj29ubAJhJcbv7wm15u5vRgv-BkI3nN3A9KCpXqJSwxPZaJToZDS-oNmG0YOg1yPSg44YpR8y0oNphPKza2gk7Q12_PSJIxmsUzUw2twLfOHgekEksxFI6WcNP7AjvlRvO7fLeYPQboqFhU/s1600-h/menhir3.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5045994702711400514" style="WIDTH: 138px; CURSOR: hand; HEIGHT: 255px" height="284" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj29ubAJhJcbv7wm15u5vRgv-BkI3nN3A9KCpXqJSwxPZaJToZDS-oNmG0YOg1yPSg44YpR8y0oNphPKza2gk7Q12_PSJIxmsUzUw2twLfOHgekEksxFI6WcNP7AjvlRvO7fLeYPQboqFhU/s320/menhir3.jpg" width="195" border="0" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-G_2DpXmRcd04OdUrHfAMycH8hmdM2ld19Q1qBp03bRQD1rSqLwL4Va8Oh1rRsRNfcVodsJkiO-Hh1cwisnA50Jtt1-rBD4SLw38T7-wxlI4pOcI6ldAJH2tCcBX9MYL7AcKHc7ijHIVM/s1600-h/menhir1.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5045994526617741346" style="WIDTH: 120px; CURSOR: hand; HEIGHT: 245px" height="251" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-G_2DpXmRcd04OdUrHfAMycH8hmdM2ld19Q1qBp03bRQD1rSqLwL4Va8Oh1rRsRNfcVodsJkiO-Hh1cwisnA50Jtt1-rBD4SLw38T7-wxlI4pOcI6ldAJH2tCcBX9MYL7AcKHc7ijHIVM/s320/menhir1.jpg" width="132" border="0" /></a><br /><div><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb4kRZokIPOcsrzgoG4Zvlbcg11jlhVaAmdz9JIjzV3Kc-xeykl_PKdGcDEhzDv57cHiEaVbNkbVGTbP4ehtoNzUBBT3KxZKlrneeaD145ykIY1_kfGIiSmUgCFZoNHSkCZNP1D5-sJDOh/s1600-h/SM-Mai%2520116.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5045994857330223186" style="WIDTH: 138px; CURSOR: hand; HEIGHT: 244px" height="280" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb4kRZokIPOcsrzgoG4Zvlbcg11jlhVaAmdz9JIjzV3Kc-xeykl_PKdGcDEhzDv57cHiEaVbNkbVGTbP4ehtoNzUBBT3KxZKlrneeaD145ykIY1_kfGIiSmUgCFZoNHSkCZNP1D5-sJDOh/s320/SM-Mai%2520116.jpg" width="179" border="0" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR_vPSleFv2_VlNUSPJuSVjoIkrE18CaRaWFEctfMUiFYqZtbERKZnVAxJhJKEACkwDco1d0ZrT6G-WZRJVBo3qSwzm4Moo7vAGzUcC4AR2xKqf6bv13IckQjPnm9-GFmVWXDb7-zFx5TL/s1600-h/SM-Mai%2520126.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5045995007654078562" style="WIDTH: 148px; CURSOR: hand; HEIGHT: 244px" height="262" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR_vPSleFv2_VlNUSPJuSVjoIkrE18CaRaWFEctfMUiFYqZtbERKZnVAxJhJKEACkwDco1d0ZrT6G-WZRJVBo3qSwzm4Moo7vAGzUcC4AR2xKqf6bv13IckQjPnm9-GFmVWXDb7-zFx5TL/s320/SM-Mai%2520126.jpg" width="180" border="0" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUTP-tqYKl37OPhcbFk0fcAt1VMXJNQKmhLkAKAviIZJ4_n2Ns-LbQvsKVUEr70qh2VoZzArtjk30YldK_zajyYQ_bJAWfWxjb5J-QRycs9yzYTuq1NPPHuN4eKb9l6Q0LRxA4xzxILg4-/s1600-h/SM-Mai%25201003.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5045995127913162866" style="WIDTH: 138px; CURSOR: hand; HEIGHT: 244px" height="245" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUTP-tqYKl37OPhcbFk0fcAt1VMXJNQKmhLkAKAviIZJ4_n2Ns-LbQvsKVUEr70qh2VoZzArtjk30YldK_zajyYQ_bJAWfWxjb5J-QRycs9yzYTuq1NPPHuN4eKb9l6Q0LRxA4xzxILg4-/s320/SM-Mai%25201003.jpg" width="151" border="0" /></a><br /><div><div></div></div></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-41839735078176363062007-03-19T16:42:00.000-07:002007-03-19T16:56:42.047-07:00aparte de la conversación entre Jacques Herzog y Jeffrey Kipnis<span style="font-size:85%;color:#ff6666;">...esta es la explicación de un arquitecto contemporáneo sobre la elección de un material o una imagen.... así respondería quizás el artista..</span><br /><br /><strong>J.K . Pensé en un principio que la imagen podría ser simbólica de la producción de Ricola...</strong><br /><br /><strong>J.H</strong>. ¡No, no era eso ni mucho menos! No tenía nada que ver con la utilización que hace Ricola de hierbas y demás...<br /><br /><strong>J.K. Entonces, ¿cómo llegaron a esa imagen?</strong><br /><br /><strong>J. H.</strong> Queríamos algo que se relacionara con el Jardín que hay afuera, pero eso no era demasiado naturalista. Probamos muchas imágenes distintas, especialmente hojas y plantas. Resulta sorprendente trabajar con imágenes; es imposible decir en realidad cómo decidimos al final. El efecto de la imagen repetida era crucial; la que elegimos era todavía reconocible como planta, pero la repetición también la convertía en algo distinto, algo enteramente nuevo... Este efecto de repetición, esta habilidadde transformar algo común en algo nuevo, es algo que también se puede encontrar en la obra de Andy Warhol. En cualquier caso, no puedo decirle cómo lo supimos. Algunas de las pruebas eran simplemente horribles —no dábamos con la escala adecuada—, pero cuando vimos la que finalmente usamos, supimos positivamente, visceralmente, que estaba bien. En aquella fachada no colaboramos con ningún artista —habíamos encontrado la foto de Blossfeldt en un antiguo libro y nos gustaba el grado de abstracción de sus imágenes.<br /><br />TOMADO DE LA ENTREVISTA HECHA POR JEFFREY KIPNIS A JACQUES HERZOG PARA LA REVISTA EL CROQUIS #84 DEDICADA A LA OBRA DE LOS ARQUITECTOS SUIZOS HERZOG & DEMEURONEsteban Restrepohttp://www.blogger.com/profile/11967304096127321361noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-67292961417015305162007-03-19T16:34:00.000-07:002007-03-19T16:40:24.192-07:00Trastornos OrnamentalesLa modernidad es de Marte, y la posmodemidad de Venus. Alternativamente marcial y marciana, la disciplina moderna ha venerado el rigor y el futuro, construyendo un paisaje mental donde el ornamento es un delito contra la eficacia y el progreso. Venérea o venusina por su parte, la complacencia posmodema ha reemplazado la norma por la sensualidad y el misterio, fabricando objetos emocionales maquillados para la seducción y la magia. En el actual tiempo del mundo, esa modernidad impositiva y masculina parece tan obstinada y peligrosa como los estrategas belicistas de la Casa Blanca, más inclinados a someter por la fuerza que a doblegar por el encanto. Pero cuando las jerarquías se cuartean bajo la pulsión subterránea de los deseos en conflicto, sólo las armas femeninas de una posmodemidad persuasiva pueden arbitrar en las pugnas suicidas de un planeta indócil. La ficción del ornamento aparece así como un ropaje equívoco que reconcilia fatigando las aristas de las identidades testarudas.<br /><br />El ornamento desempeña entonces un papel no muy distinto al de la hipocresía o el protocolo diplomático, la urbanidad o la cautela del trato social, la cosmética o el teatro del encuentro. Disolviendo la contundencia geométrica con patrones de ritmo y convención, aliviando la desnudez hiriente de las superficies con texturas y temblores, e iluminando la grisalla rigorista o el blanco expeditivo con un turbión cromático, la arquitectura enmascara su ruda franqueza, <span style="color:#ff6666;">endulza</span> su perfil rotundo con un ropaje de carnaval, y encuentra en el don de la ebriedad la tolerancia amable con la verdad del otro. Este tránsito del Apolo exigente al Dioniso exaltado es un camino no exento de riesgos delictivos, que obliga al arquitecto a pecar contra el gusto reductivo y a violar las normas de la anorexia estilística; pero es también una ruta de liberación sensorial que permite circular de la inteligencia a la emoción, del orden abstracto a la fascinación figurativa, y de la modernidad dórica a la posmodemidad corintia.<br /><br />Se dirá que el ornamento es accesorio, y no podrá negarse; pero en la economía libidinal nada es más necesario que lo superfluo. Se dirá que el ornamento es superficial, y de nuevo deberá concederse; pero en la geografía de la seducción nada es más profundo que la piel. Y se dirá que el ornamentoes efímero, y otra vez habrá de admitirse; pero en la historia de la percepción nada es más duradero que los motivos fugitivos, habitantes tenaces de un tiempo circular. La 'arquitectura degenerada' del ornamento no tiene que pedir disculpas por su belleza culpable; esa <em>entertete Bau</em> no es un delito,sino un trastorno: una figura embarazosamente ataviada para la morigeración minimalista, pero 'vestida para matar' a la manera femenina, combinando sugerencia y atracción; en el polo opuesto al dressed to kill masculino,desgraciadamente demasiado literal en esas tropas expedicionarias del Golfoque estos días colonizan las pantallas y las retinas, y frente a las cuales sedesvanecen nuestros tibios trastornos ornamentales.<br /><br />TOMADO DE LA EDITORIAL DE LA REVISTA ARQUITECTURA VIVA #87 DELITOS ORNAMENTALES, ESCRITA POR LUIS FERNÁNDEZ-GALIANOEsteban Restrepohttp://www.blogger.com/profile/11967304096127321361noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-14405460220317065822007-03-19T15:40:00.000-07:002007-03-25T15:10:29.517-07:00El principio del revestimiento<span style="font-family:arial;">Para el artista, todos los materiales son igual de valiosos, pero no son igual de adecuados para todas sus finalidades. La solidez y la producción exigen materiales que, a menudo, no están de acuerdo con la finalidad propia del edificio. Pongamos que aquí tenga el arquitecto la misión de hacer un espacio cálido y habitable. Las alfombras son cálidas y habitables. Este espacio podría resolverse poniendo una de ellas en el suelo y colgando cuatro tapices de modo que formaran las cuatro paredes. Pero con alfombras no puede construirse una casa. Tanto la alfombra como el tapiz requieren un armazón constructivo que los mantenga siempre en la posición adecuada. Concebir este armazón es la segunda misión del arquitecto.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Este es el camino correcto, lógico y real que debe seguirseen el arte de construir. La humanidad también aprendió a construir en este mismo orden. Lo primero fue el revestimiento. La persona buscaba salvaguarda de las inclemencias del tiempo, protección y calor durante el sueño. Buscaba cubrirse. La manta es el detalle arquitectónico más antiguo. Primitivamente estaba hecha de pieles o de productos del arte textil. Esta significación aún puede reconocerse hoy en las lenguas germánicas. Esa cubierta debía colocarse en algún sitio si debía dar suficiente protección para toda una familia. Pronto llegaron también las paredes, para dar protección lateral. Y por este orden se desarrolló el pensamiento constructivo, tanto en la humanidad como en el individuo.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Hay arquitectos que lo hacen de forma diferente. Su fantasía no forma los espacios, sino las paredes. Lo que quede entrelas paredes son los espacios. Y, para esos espacios, eligen después alguna forma de revestimiento que les parezca adecuada. Eso es arte por camino empírico.<br />Pero el artista, el arquitecto, siente primero el efecto que quiere alcanzar y ve después, con su ojo espiritual, los espacios que quiere crear. El efecto que quiere crear sobre el espectador, sea sólo miedo o espanto como en la cárcel; temor deDios como en la iglesia; respeto del poder del Estado como en el palacio; piedad como ante un monumento fúnebre; sensación de comodidad como en casa; alegría como en una taberna; ese efecto viene dado por los materiales y por la forma.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Cada material tiene su propia forma de expresión, y ningúnmaterial puede tomar para sí la forma de otro material. Porque las formas se han hecho a través de la utilidad y de la fabricación de cada material, se han hecho con el material y a travésdel material. Ningún material permite una intromisión en su.círculo de formas. El que osa hacerlo es marcado por el mundocomo falsificador. Y el arte no tiene nada que ver con la falsificación, con la mentira. Sus caminos están llenos de espinas, pero limpios.</span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">La torre de San Esteban se puede colar en cemento y colocarla en cualquier otro sitio, pero ya no es una obra de arte.Lo que vale para la torre de San Esteban vale también parael Palacio Pitti, y lo que vale para el Palacio Pitti vale también para el Palacio Farnese. Y, siguiendo con estos edificios, llegaríamos hasta días y nos encontraríamos en medio de la arquitectura de nuestro Ring. Un tiempo triste para el arte, un tiempo triste para los pocos artistas que había entre los arquitectos de entonces, que estaban obligados a prostituir su arte para favorecer los intereses del populacho. Sólo a pocos el destino les concedía encontrar un propietario que pensara en cosas grandes y otorgara al artista libertad para trabajar a su gusto. El más feliz de todos ellos seguro que fue Schmidt. Tras él vino Hansen, el cual, cuando las cosas le iban mal, buscaba consuelo construyendo obras en terracota. Seguro que quien tuvo que soportar grandes tormentos fue el pobre Ferstel, quien, en el último minuto, fue obligado a aplacar con hormi-gón partes enteras de la fachada de su universidad. Los demásarquitectos de esta época, salvo pocas excepciones, estaban libres de tales sentimentalismos.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">¿Ha cambiado esto? Que se me dispense de contestar a esta pregunta. Aún domina, en la arquitectura, la imitación y elarte del sucedáneo. Sí, aún más. En los últimos años inclusose ha encontrado gente que se ha hecho defensora de esta orientación de la arquitectura —uno sobre todo, anónimo, ya que la cosa no le parecía suficientemente limpia—, de forma que el arquitecto de sucedáneos ya no tiene más necesidad de quedarse algo aparte. Hoy ya se clava la construcción en la fachada con aplomb y se cuelgan las "piedras portantes" con justificación artística, bajo la cornisa principal. ¡Acercaros, heraldos de la imitación, productores de marquetería de calco, deldestroza tú mismo la ventana de tu hogar y de los cántaros de papier maché! ¡En Viena está floreciendo una nueva primavera, el suelo está recién abonado!</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Pero, el espacio habitable cubierto totalmente con alfombras ¿no es una imitación? ¡Las paredes no están hechas de tapices! Claro que no. Pero esos tapices sólo quieren ser tapices y no piedras de pared, jamás quieren mostrarse comotales, ni a través de su color ni a través de su dibujo, sino que quieren dejar bien clara su significación como revestimiento de la superficie de la pared. Cumplen sus finalidades según elprincipio del revestimiento.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Como ya he mencionado al principio, el revestimiento es más antiguo que la construcción. Las bases del revestimientoson muy diversas. Tan pronto es protección contra la incle-mencia del tiempo, como pintura al aceite sobre madera, acero o piedra; tan pronto son motivos higiénicos, como las piedras esmaltadas en la toilette para proteger la superficie de la pared;<br />tan pronto son una finalidad concreta, como la pintura de colores de las estatuas, los tapices de las paredes o el aplacado de la madera. El principio del revestimiento, que Semper fue el primero en enunciar, se extiende también a la naturaleza. La persona está revestida con una piel, el árbol está revestidocon una corteza.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">De este principio del revestimiento yo formo también una ley perfectamente determinada que llamo ley del revestimiento. Que nadie se asuste. Las leyes, así se dice usualmente, culminan una evolución. Pero los viejos maestros pasaron muy bien sin ningún tipo de leyes. Seguro. Donde el robo fuera una cosa desconocida, sería superfluo poner leyes que lo castigaran. Cuando los materiales usados para revestimiento no eran imitaciones, tampoco hacía falta ninguna ley contra ello. Pero yoc reo que ha llegado la hora de ponerla.</span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">Esta ley dice así: La posibilidad de que el material revestido se confunda con el revestimiento debe ser excluida en todos los casos. Para casos particulares, esta frase tendría quedecir: La madera puede pintarse con cualquier color, menos con uno, el color madera. En una ciudad cuya comisión de exposiciones decidió que toda la madera de la Rotonda se pintara "como caoba", en lo cual la imitación es el único motivo de decoración de la madera, esta frase es muy atrevida. Al parecer, aquí hay personas que toman eso por elegante.Ya que los tranvías, los trenes y en general toda la construcción de vagones proviene de Inglaterra, son éstos los únicos objetos de madera que lucen colores puros. Yo me atrevo a afirmar que cualquier vagón de tranvía —sobre todo de la línea eléctrica— me gusta más en colores puros que si, siguiendo los principios de belleza de la comisión de exposiciones, se pintara como caoba.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Pero en nuestro pueblo dormita, aunque sea hundido y enterrado, el verdadero sentimiento de lo elegante. De otromodo no se daría el caso de que en la compañía de tranvías, la tercera clase está pintada de color madera y la primera y la segunda están pintadas de verde.<br />En cierta ocasión le probé de un modo drástico a un colega este sentimiento inconsciente. En una casa, en el primer piso,había dos viviendas. Al inquilino de una de estas dos viviendas se le ocurrió pintar a sus expensas la carpintería de las ventanas, que originariamente eran marrones, de color blanco. Entonces hicimos una apuesta según la cual llevaríamos a un cierto número de personas frente a la casa y, sin llamarles la atención sobre la diferencia de las carpinterías, les preguntaríamos en cuál de las viviendas les parecía que vivía el señor Pluntzengruber y en cuál el conde de Licchtenstein, dos hipotéticos inquilinos. Todos ellos tomaron la parte pintada demadera por la pluntzengruberina. Desde aquel día mi colegasólo pinta de blanco.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">La imitación de madera es naturalmente un descubrimiento de nuestro siglo. En la Edad Media pintaban la madera, normalmente, rojo chillón, en el Renacimiento azul, en el Barroco y el Rococó blanco dentro y verde fuera. Nuestros campesinos aún conservan tanto sentido común que pintan con colorespuros. Cuando estamos en el campo encontramos muy atractivo el portón verde o la valla verde, o las celosías verdes frente a la recién pintada y blanca pared. Es una lástima que en algunos lugares empiece a adoptarse el gusto de nuestra comisión de exposiciones.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Aún se recuerda la indignación moral que surgió en la industria artística del sucedáneo cuando los primeros muebles pintados con pintura al aceite, llegaron a Viena desde Inglaterra. Pero el enfado de esa buena gente no se dirigía contra la pintura. En Viena, tan pronto se utilizaron las maderas blandas, también se pintó con este tipo de pintura al aceite. Pero que los muebles ingleses osaran lucir sus colores con tanta franqueza y libertad, en vez de imitar madera dura, ponía furiosos a aquellos singulares santos. Se apartaban los ojos y se hacía ver que la pintura al aceite no había sido usada jamás. Probablemente estos señores son de la opinión que sus muebles y trabajos de madera veteados se tomaban como de madera dura.<br />Si con estos puntos de vista no doy nombres de la exposición de embadurnadores, creo merecer con ello el agradecimiento de esa hermandad.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Aplicado a los estucadores, el principio del revestimiento' diría así: el estuco puede resolver cualquier ornamento menos uno, la imitación de construcción de ladrillos vistos. Debería</span><br /><span style="font-family:arial;">creerse que decir una evidencia tal es innecesario, pero hace poco me han llamado la atención sobre un edificio en el que la pared estucada estaba pintada de rojo y con el añadido de juntas blancas. También la tan querida decoración de cocinas imitando sillares de piedra entra aquí. Y así, todos los materiales que sirven para revestir una pared, como tapices, hules, telas y alfombras, no pueden representar nunca ni sillares ni ladrillos. Y de aquí también puede entenderse por qué las mediasde malla que llevan nuestras bailarinas tienen un efecto tan antiestético. En una palabra, la ropa de punto puede estar teñida de cualquier color excepto de color carne.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Un material de revestimiento puede conservar su color natural cuando el material revestido también muestre este color. Así, yo puedo pintar el acero negro con alquitrán, yo puedo cubrir una madera con otra madera (tornería, marquetería,etcétera...), sin tener que colorear la madera que cubre. Yo puedo revestir un metal con otro metal a través del fuego o galvanizándolos. Pero el principio del revestimiento prohibe que mediante una pintura se imite el material que hay debajo. Así, el acero puede alquitranarse, pintarse con pinturas al aceite o puede recubrirse de forma galvánica, pero nunca taparse con color bronce, es decir con un color metálico. Aquí son dignos de mención también las placas de arcilla refractaria y de piedra artificial que, por una parte, imitan el pavimento de terrazo(mosaico) y, por otra parte, imitan alfombras persas. Seguro que hay personas que se lo creen —las fábricas ya conocen bien a su público.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Pues no, vosotros, imitadores y arquitectos de sucedáneos, os estáis equivocando. El alma humana es algo demasiado alto y sublime para que podáis engañarla con vuestros trucos y recursos. La oración de la pobre campesina llegará con más fuerza y más rápidamente al cielo si se hace en una iglesia que esté construida con material legítimo, que si se hace, con el mismo fervor, entre paredes de yeso pintadas como mármol. Nuestro miserable cuerpo está, es cierto, en vuestro poder. Sólo dispone de cinco sentidos para diferenciar lo auténtico de lo falso. Y allá donde la persona, con sus órganos de los sentidos, ya no alcanza más, allá empieza vuestro dominio, allá está vuestro reino. Pero otra vez os estáis equivocando. Pintad sobre el techo de madera bien, bien alto las mejores incrustaciones: los pobres ojos lo darán por bueno y lo aceptarán lealmente. Perol a divina psyche no creerá vuestro engaño. Siente, en la mejor marquetería pintada "como auténtica", sólo pintura al aceite.</span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">TOMADO DEL TEXTO DE ENSAYOS ¨DICHO EN EL VACÍO 1897-1990¨ DE ADOLF LOOS</span>Esteban Restrepohttp://www.blogger.com/profile/11967304096127321361noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-10874305405149314922007-03-13T07:49:00.000-07:002007-03-13T07:57:22.001-07:00EL FIN DE LO CLASICO<div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong>EL FIN DE LO CLÁSICO (Fragmento)<br />Peter Eisenman</strong></span></div><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong><div align="justify">1984</div><div align="justify"></strong></span><strong><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"></span></strong><br /><span style="font-family:trebuchet ms;">EL FIN DEL ORIGEN<br />Mientras la arquitectura sea, principalmente, un mecanismo destinado a ser usado y dar cobijo, mientras tenga su origen en funciones programaticas sera siempe un efecto.Este hecho a generado que en toda la historia, la idea de arquitectura como algo añadido mas que como algo con entidad propia, la arquitectura siempre se ha considerado como mecanismo práctico.El origen arbitrario de la arquitectura podria librar el proceso de estos procesos pre-concebidos.<br /></div></span><blockquote><p align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span> </p></blockquote><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">EL FIN DEL FIN</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">La forma arquitectónica se revela como un espacio para la invención, en vez de ser la representación servil de otra arquitectura o un simple mecanismo práctico.Inventar arquitectura es permitir que la arquitectura sea una causa y el hecho de ser una causa debe provenir de algo externo a una estrategia dirigida de composición.En el pasado, la metafora arquitectonica se utilizaba para dar soporte a fuerzas tales como la tensión, la comprensión y la flexión, estas cualidades se pueden observar, si no literalmente en los objetos mismos, si como relaciones entre objetos. La idea de metafora aqui no tiene que ver con estas cualidades. Tiene que ver con la idea, que es el mismo proceso interno puede generar un tipo de figuración no representacional en el objeto.Esta es una apelación al potencial poetico de un texto arquitectonico. El problema reside en distinguir los textos de las representaciones, en transmitir la idea de lo que uno esta viendo, el objeto material es un texto y no una serie de referencia a otros objetos o valores.Esto sugiere una arquitectura como escritura en vez de una arquitectura de imagenes. Lo que esta siendo escrito no es el objeto en si mismo, su masa y su volumen, sino el acto de dar forma a aquella materia, a aquella masa.</span></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-82606097650164409892007-03-13T07:30:00.000-07:002007-03-13T07:49:03.732-07:00<div><div><div><div><div><strong><span style="font-family:trebuchet ms;color:#666666;">QUADERNS 238-Hiperubano</span></strong></div><div><strong><span style="font-family:trebuchet ms;color:#666666;">Editorial</span></strong><br /></div><div align="justify"><strong>PERFECTA DISTRACCIÓN </strong></div><div align="justify"><strong><span style="color:#666666;">Fotografias de Xavier Ribas</span></strong></div><div><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt_Qbh03F8MJrXRd4lfZ2JIsOgFdMwsg3O4wFu8UgsXZvU9nqYEKzAYuaLjPitwMGF-vhaeYgRLR_c-SJTcz7SI2vuaO7ys11Yy8MC9Syhvi0dLHyEUPH7Ty0EUAe1Lc8cz0_1mRTguNpR/s1600-h/20.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5041417179033846226" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt_Qbh03F8MJrXRd4lfZ2JIsOgFdMwsg3O4wFu8UgsXZvU9nqYEKzAYuaLjPitwMGF-vhaeYgRLR_c-SJTcz7SI2vuaO7ys11Yy8MC9Syhvi0dLHyEUPH7Ty0EUAe1Lc8cz0_1mRTguNpR/s320/20.jpg" border="0" /></a><br /></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:trebuchet ms;">Primera escena: Un grupos de jóvenes improvisando un partido de fútbol en el descampado de un polígono industrial entre mesas plegables con los restos del almuerzo dominical pudriéndose al sol. El trabajo fotográfico con el que se inicia este número desgrana la paradoja de un territorio inservible colonizado por una población de sombrillas de colores, sillas plegables, manteles de hule, bolsas de plástico, neveras portátiles y radios sonando a través de la puerta abierta del coche: la ocupación multitudinaria de los espacios precariamente urbanizados y sin codificar de ese escenario periférico, pero indudablemente metropolitano, no constituye una imagen explicable desde la lógica estricta del extrarradio, pues no se trata de una situación generada por el suburbio mismo, sino que responde, por el contrario, a una saturación urbana, a un desbordamiento de la ciudad. Así, la invasión desacomplejada de estos escenarios inverosímiles e impropios puede entenderse literalmente como una forma de descompresión de la ciudad, una decantación o una excrecencia del exceso y del ajetreo urbano.<br />Segunda escena: un páramo vacío. Entre la <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCuI_xRGjeE16AyqzQHsYn3Drtw1C3RAADDnxNghpqzXshNvCxIRY4waTo3bgSjn-0HNDY0h2agS07QC8b4rVfmoOP4Hal4YDqWzbRmSdKCG5FwsSsnDlw7D7DW5ABXgAjEX8xQgwdjUeM/s1600-h/02.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5041419266387952114" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCuI_xRGjeE16AyqzQHsYn3Drtw1C3RAADDnxNghpqzXshNvCxIRY4waTo3bgSjn-0HNDY0h2agS07QC8b4rVfmoOP4Hal4YDqWzbRmSdKCG5FwsSsnDlw7D7DW5ABXgAjEX8xQgwdjUeM/s320/02.jpg" border="0" /></a>vegetación asilvestrada e irregular, algún poste telefónico, una farola, un banco medio hundido en un talud. En segundo plano, una arquitectura en ruinas de origen y estilos difícilmente reconocibles: tal vez los restos de una caserón de neoclásico, o quizás la estructura de madera chamuscada de una antigua casa victoriana. El parecido, el solapamiento incluso, entre los centros históricos de la ciudad originaria del capitalismo fordista, Detroit, y de una las capitales que experimentaron una represión mayor por parte de los regímenes totalitarios que desbastaron Europa oriental durante la guerra fría, la Budapest de Ceaucescu, parecería increíble si no fuese porque en ambos casos el paisaje urbano resulta, curiosamente, igual de absurdo irracional por sí mismo. En cierto modo, suponen una transposición de un escenario propio del abandono periférico (vacío, desertitación, desurbanismo) al centro de la ciudad. Formulan, en definitiva, la paradoja inversa a las imágenes de la primera escena.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"> </span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbjq5tmJljPhYYGsL9rRnuxUmC7etpkeC3ArTJ9PowcLbjNqoCpofpisVg1_rKgw0xrd9dcelkZFr5xTHZQpiDWWJvxg8SDbPS1JV-lNgOkiwDfxaeLblly9nUV9VNBT3ZBfFCDqIAZ4rV/s1600-h/r1553.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5041419403826905602" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbjq5tmJljPhYYGsL9rRnuxUmC7etpkeC3ArTJ9PowcLbjNqoCpofpisVg1_rKgw0xrd9dcelkZFr5xTHZQpiDWWJvxg8SDbPS1JV-lNgOkiwDfxaeLblly9nUV9VNBT3ZBfFCDqIAZ4rV/s320/r1553.jpg" border="0" /></a><br />A partir de la paradoja que se establece entre las imágenes de la primera y la segunda escena, pretendemos trazar un itinerario por diversos lugares en los que el fenómeno de lo urbano se aproxima a un relativo paroxismo. Se exploran situaciones que se producen en contextos muy particulares de la ciudad y que responden a la idea de lo hiperurbano, o de lo urbano llevado al extremo de su saturación espacial y de signos: los barrios centrales, los mercados de uso intenso, la parcela mínima, en el límite de la existencia, las ocupaciones marginales de los espacios residuales en el centro, que por su medida se encuentran al margen de toda consideración especulativa... en definitiva, una serie de situaciones cuyas condiciones de densidad, concentración y intensidad de uso superan notablemente los niveles habituales del tejido urbano. Entre el inconsciente suburbano y la sobrerrealidad hyperurbana se encuentren probablemente las formas más verosímiles de una ciudad posible.</span></div><div><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2VvBVcx9Bi_VgODJY6-ueuq6usTeYsd8MRaSw_Uvn9g-TgN5vj0BUA29WwIb89A8wEl_KclH14JA8m-89mLnwaV2sNQJLoqB447H6OMTewnhR31q53mhtS8CEg_dSKBCh_5uumv6ZYg4m/s1600-h/05.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5041418974330175970" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2VvBVcx9Bi_VgODJY6-ueuq6usTeYsd8MRaSw_Uvn9g-TgN5vj0BUA29WwIb89A8wEl_KclH14JA8m-89mLnwaV2sNQJLoqB447H6OMTewnhR31q53mhtS8CEg_dSKBCh_5uumv6ZYg4m/s320/05.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:trebuchet ms;">Si paseamos por la periferia de Barcelona una mañana soleada de domingo descubriremos un paisaje curioso. Entre las autopistas y los bloques de viviendas, entre las zonas industriales, los centros comerciales y los complejos deportivos; entre los parques naturales y los parques temáticos, en los límites de toda esta urbanidad contemporánea, encontraremos unos espacios marginales donde la gente recala semanalmente para pasar su tiempo libre. La cuestión es: ¿Por qué la gente convierte estos espacios residuales en el centro de sus actividades de ocio dominical?Lewis Baltz decía que los reductos más salvajes del mundo occidental se encuentran en la periferia de las gran ciudades (de hecho la idea de parque natural implica una cierta intervención y una larga lista de prohibiciones). Según Baltz, en los espacios marginales que se encuentran en los límites de lo urbanizado es donde más podemos experimentar la ausencia de orden y de las leyes sociales que lo regulan. Los espacios marginales de las periferias urbanas, como la isla Citerea de Watteau, son parajes superfluos, en los límites de lo estrictamente necesario, donde se pueden llevar a cabo actividades tan anodinas como pasear, leer o comer al aire libre, simplemente por el placer de la distracción sin intermediarios.Se puede argumentar que la ocupación de estos espacios responde a una situación desesperada. O, como dice Albert Camus en El primer hombre, que a los pobres les toca vivir eternamente rodeados de nombres (y espacios) comunes. Sin embargo visitando las catedrales del ocio organizado, como Isla Fantasía, Port Aventura o Montigalà, he encontrado más placidez en los solares adyacentes convertidos en improvisados comedores de domingo, que en su interior. Da la impresión que detrás de esta improvisación hay más de voluntad que de accidente. Es posible, entonces, que el interés por estos espacios sea más bien el resultado de la toma de conciencia de que la periferia es un espacio de libertad. O, dicho de otro modo, que la libertad solamente puede surgir en un espacio residual y que, por lo tanto, puede dar una imagen desoladora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhCsIYZli40WybukcmO3IaCKHllBkFVguJD496o9T8EWcWHbb8rvQYsZAByZ-MjeE0zYuWmvzcFPtreCXoS_TbL0aF14P6B0CNML5UwNacaSK6GcDtIzS5Bnk7SZgxD7Y6Uhm-8LKVKxj4/s1600-h/r1552.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5041420121086444066" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhCsIYZli40WybukcmO3IaCKHllBkFVguJD496o9T8EWcWHbb8rvQYsZAByZ-MjeE0zYuWmvzcFPtreCXoS_TbL0aF14P6B0CNML5UwNacaSK6GcDtIzS5Bnk7SZgxD7Y6Uhm-8LKVKxj4/s320/r1552.jpg" border="0" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT6ScmDxMAylymoH8D2_O4Gu0YHIJ1MML6Q7KP7E3UHbBxMYIfSzOwAPMVPzBP-Roe4BpJKyIP4lROG6mTIyGPM0NTU1z9mkNP495Bi9fmblxhR2YzyNsClL1WI_NmAu8lRLELKd7jYtUa/s1600-h/18.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5041419829028667922" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT6ScmDxMAylymoH8D2_O4Gu0YHIJ1MML6Q7KP7E3UHbBxMYIfSzOwAPMVPzBP-Roe4BpJKyIP4lROG6mTIyGPM0NTU1z9mkNP495Bi9fmblxhR2YzyNsClL1WI_NmAu8lRLELKd7jYtUa/s320/18.jpg" border="0" /></a></span></div></div></div></div></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-43291301620796145012007-03-13T07:29:00.000-07:002007-03-13T07:30:25.057-07:00<div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong>Roland Barthes, La Cámara Lucida</strong><br /><strong><span style="font-size:85%;color:#666666;">(Fragmento)</span></strong> </span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><br />25<br />Ahora bien, una tarde de noviembre, poco tiempo después de la muerte de mi madre, yo estaba ordenando fotos. No contaba «volverla a encontrar», no esperaba nada de «esas fotografías de un ser ante las cuales lo recordamos peor que si nos contentamos con pensar en él» (Proust). Sabía perfectamente que, por esa fatalidad que constituye uno de los rasgos más atroces del duelo, por mucho que consultase las imágenes, no podría nunca más recordar sus rasgos (traerlos a mi mente). No, lo que yo quería era, según el deseo de Valéry a la muerte de su madre, «escribir una pequeña obra sobre ella, para mí solo» (quizás un día la escriba, con el fin de que, impresa, su memoria dure por lo menos el tiempo de mi propia notoriedad). Además, no puedo decir que esas fotos de ella que yo guardaba me gustasen, si exceptuamos la que había publicado, aquella en la que se ve a mi madre, de joven, caminando por una playa de las Landas y en la que «reconocí» su modo de andar, su salud, su resplandor —pero no su rostro, demasiado lejano-: no me ponía a contemplarlas, no me sumía en ellas. Las desgranaba, pero ninguna me parecía realmente «buena»: ni resultado fotográfico, ni resurrección viva del rostro amado. Si algún día llegase a mostrarlas a amigos, dudo que les hablasen.<br />26<br />En cuanto a muchas de estas fotos, lo que me separaba de ellas era la Historia. ¿No es acaso la Historia ese tiempo en que no habíamos nacido? Leía mi inexistencia en los vestidos que mi madre había llevado antes de que pudiese acordarme de ella. Hay una especie de estupefacción en el hecho de ver a un ser familiar vestido de otro modo. He aquí, hacia 1913, a mi madre en traje de calle, con toca, pluma, guantes, fina lencería que sobresale por las mangas y el escote, todo de un «chic» desmentido por la dulzura y la simplicidad de su mirada. Es la única vez que la veo así, tomada en una Historia (de los gustos, de las modas, de los tejidos): mi atención se desvía entonces de ella hacia el accesorio perecido; pues el vestido es perecedero, constituye para el ser amado una segunda tumba. Para «reconocer» a mi madre, fugitivamente, por desgracia, y sin jamás poder guardar durante mucho tiempo esta resurrección, es necesario que, mucho más tarde, reconozca en algunas fotos los objetos que ella tenía sobre su cómoda, una polvera de marfil (me agradaba el ruido de la tapa), un frasco de cristal biselado, o incluso una silla baja que tengo actualmente junto a mi cama, o incluso las almohadillas de rafia que ella ponía sobre el diván, los grandes bolsos que a ella le gustaban (cuyas formas confortables contrariaban la idea burguesa del «monedero»).<br />Así, la vida de alguien cuya existencia ha precedido en poco a la nuestra tiene encerrada en su particularidad la tensión misma de la Historia, su participación. La Historia es histérica: sólo se constituye si se la mira, y para mirarla es necesario estar excluido de ella. En tanto que alma viviente, soy propiamente lo contrario de la Historia, lo que la desmiente en provecho únicamente de mi historia (imposible para mí creer en los «testigos»; imposible cuanto menos ser uno de ellos; Michelet no pudo, por así decir, escribir nada sobre su propio tiempo). El tiempo en que mi madre vivió antes que yo, esto es para mí la Historia (por otro lado, esta época es la que históricamente me interesa más), Ninguna anamnesis podrá jamás hacerme entrever ese tiempo a partir de mí mismo (es la definición de la anamnesis), mientras que contemplando una foto en la que ella, siendo yo niño, me estrecha contra sí, puedo reme-morar en mi interior la suavidad arrugada del crespón de China y el perfume de los polvos de arroz.<br /><br />27<br />Y he aquí que comenzaba a nacer la cuestión esencial: ¿la reconocía?<br />Según van apareciendo esas fotos reconozco a veces una parte de su rostro, tal similitud de la nariz y de la frente, el movimiento de sus brazos, de sus manos. Sólo la reconocía por fragmentos, es decir, dejaba escapar su ser y, por consiguiente, dejaba escapar su totalidad. No era ella, y sin embargo tampoco era otra persona. La habría reconocido entre millares de mujeres, y sin embargo no la «reencontraba». La reconocía diferencialmente, no esencialmente. La fotografía me obliga así a un trabajo doloroso; inclinándome hacia la esencia de su identidad, me debatía en medio de imágenes parcialmente auténticas y, por consiguiente, totalmente falsas. Decir ante tal foto «¡es casi ella!» me resultaba más desgarrador que decir ante tal otra: «no es ella en absoluto». El casi: régimen atroz del amor, pero también estatuto decepcionante del sueño —es la razón por la que odio los sueños-. Pues acostumbro a soñar con ella (sólo sueño con ella), pero nunca es completamente ella: a veces tiene en el sueño algo de desplazado, de excesivo: por ejemplo, es jovial, o desenvuelta, lo cual ella no era nunca; o también, sé que es ella, pero no veo sus rasgos (pero, ¿es que acaso vemos en sueños, o acaso sabemos?): sueño con ella, pero no la sueño. Y ante la foto, como en e! sueño, se produce el mismo esfuerzo, la misma labor de Sísifo: subir raudo hacia la esencia y volver a bajar sin haberla contemplado, y volver a empezar.<br />Sin embargo, había siempre en esas fotos de mi madre un lugar reservado, preservado: la claridad de sus ojos. Por el momento no se trataba más que de una luminosidad totalmente física, la huella fotográfica de un color, el verdiazul de sus pupilas. Pero esta luz era ya en sí una especie de mediación que me conducía hacia una identidad esencial, el genio del rostro amado. Y además, por imperfectas que fuesen, cada una de esas fotos manifestaba el sentimiento justo que mi madre había debido experimentar cada vez que se había «dejado» fotografiar: mi madre «se prestaba» a la fotografía, temiendo que su rechazo pudiese ser considerado como «actitud»; superaba esta adversidad de situarse ante el objetivo (acto inevitable) con discreción (pero sin nada de la teatralidad contraída a base de humildad o de enfurruñamiento); pues sabía sustituir siempre un valor moral por un valor superior, un valor civil. Ella no se debatía con su imagen, tal como yo hago con la mía: ella no se suponía.<br />28<br />Así iba yo mirando, solo en el apartamento donde ella acababa de morir, bajo la lámpara, una a una, esas fotos de mi madre, volviendo atrás poco a poco en el tiempo con ella, buscando la verdad del rostro que yo había amado. Y la descubrí.<br />La fotografía era muy antigua. Encartonada, las esquinas comidas, de un color sepia descolorido, en ella había apenas dos niños de pie formando grupo junto a un pequeño puente de madera en un Invernadero con techo de cristal. Mi madre tenía entonces cinco años (1898), su hermano tenía siete. Éste apoyaba su espalda contra la balaustrada del puente, sobre la cual había extendido el brazo; ella, más lejos, más pequeña, estaba de frente; se podía adivinar que el fotógrafo le había dicho: «Avanza un poco, que se te vea»; había juntado las manos, la una cogía la otra por un dedo, tal como acostumbran a hacer los niños, con un gesto torpe. El hermano y la hermana, unidos entre sí, como yo sabía, por la desunión de sus padres, que poco tiempo después se divorciarían, habían posado uno al lado de otro, solos, en la abertura de follaje y de palmas del invernadero (era la casa en que había nacido mi madre, en Chenneviéres-sur-Marne).<br />Observé a la niña y reencontré por fin a mi madre. La claridad de su rostro, la ingenua posición de sus manos, el sitio que había tomado dócilmente, sin mostrarse ni esconderse, y por último su expresión, que la diferenciaba como el Bien del Mal de la niña histérica, de la muñeca melindrosa que juega a papás y mamás, todo esto conformaba la imagen de una inocencia soberana (si se quiere tomar esta palabra según su etimología, que es «no sé hacer daño»), todo esto había convertido la pose fotográfica en aquella paradoja insostenible que toda su vida había sostenido: la afirmación de una dulzura. En esa imagen de niña yo veía la bondad que había formado su ser enseguida y para siempre sin haberla heredado de nadie; ¿cómo aquella bondad pudo salir de padres imperfectos que la amaron mal, en resumidas cuentas: de una familia? Su bondad estaba precisamente fuera de juego, no pertenecía a ningún sistema, o por lo menos se situaba en el límite de una moral (evangélica, por ejemplo); nada podría definirla mejor que ese rasgo (entre otros): nunca, en toda nuestra vida en común, nunca me hizo una sola «observación». Esta circunstancia extrema y particular, tan abstracta en relación con una imagen, estaba no obstante presente en el rostro que tenía en la fotografía que yo acababa de encontrar. «Ninguna imagen justa, justo una imagen», dice Jean-Luc Godard. Pero mi pesadumbre pedía una imagen justa, una imagen que fuese al mismo tiempo justicia y justeza: justo una imagen, pero una imagen justa. Tal era para mí la fotografía del Invernadero.<br />Por una vez la fotografía me daba un sentimiento tan seguro como el recuerdo, tal como lo sintió Proust cuando, agachándose un día para descalzarse, percibió en su memoria el rostro de su abuela de verdad, «cuya realidad viviente volví a encontrar por vez primera en un recuerdo involuntario y completo». El oscuro fotógrafo de Chenneviéres-sur-Marne había sido el mediador de una verdad, al igual que Nadar dando de su madre (o de su mujer, no se sabe) una de las más bellas fotos del mundo; había producido una foto surerogatoria, que ofrecía más de lo que cabía esperar de la esencia técnica de la fotografía. 0 también (pues intento enunciar esta verdad), esa Fotografía del Invernadero constituía para mí algo así como las últimas notas que escribiese Schumann antes de hundirse, ese primer Canto del Alba que con-cuerda a la vez con la esencia de mi madre y con la tristeza que su muerte produce en mí; sólo podría expresar esta concordancia mediante una sucesión infinita de adjetivos; me los ahorro, convencido no obstante de que esta fotografía reunía todos los predicados posibles que constituían la esencia de mi madre, y cuya supresión o alteración parcial, inversamente, me había remitido a las fotos de ella que me habían dejado insatisfecho. Aquellas fotos, que la fenomenología llamaría objetos «cualesquiera», no eran más que analógicas, suscitando tan sólo su identidad, no su verdad; pero la Fotografía del Invernadero, en cambio, era perfectamente esencial, certificaba para mí, utópicamente, la ciencia imposible del ser único.<br />29<br />No podía por más tiempo omitir de mi reflexión lo que sigue: que había descubierto esa foto remontándome en el Tiempo. Los griegos penetraban en la Muerte andando hacia atrás: tenían ante ellos el pasado. Así he remontado yo toda una vida, no la mía, sino la de aquella a quien yo amaba. Partiendo de su última imagen, tomada el verano anterior a su muerte (tan extenuada, tan noble, sentada ante la puerta de nuestra casa, rodeada de mis amigos), llegué, remontando tres cuartos de siglo, a la imagen de una niña. Desde luego, la perdía entonces dos veces, en su fatiga final y en su primera foto, que era para mí la última; pero también era entonces cuando todo basculaba y la podía reencontrar por fin tal como ella era en sí misma...<br />Ese movimiento de la Foto (del ordenamiento de las fotos) lo he vivido en la realidad. Al final de su vida, poco tiempo antes del momento en que miré sus fotografías y descubrí la Foto del Invernadero, mi madre estaba débil, muy débil. Yo vivía en su debilidad (me era imposible participar en un mundo de fuerza, salir por la noche, toda mundanidad me horrorizaba). Durante su enfermedad yo la cuidaba, le daba el tazón de té que a ella le gustaba porque podía beber más cómodamente en él que en una taza, se había convertido en mi niña, identificándose para mí con la criatura esencial que era en su primera foto. En Brecht, por una inversión que en otro tiempo admiré mucho, es el hijo quien educa (políticamente) a la madre; sin embargo, a mi madre yo nunca la eduqué, nunca la convertí a nada; en cierto sentido, nunca le «hablé», nunca «discurrí» ante ella, para ella; pensábamos sin confesárnoslo que la ligera insignificancia del lenguaje, la suspensión de las imágenes debía ser el espacio propio del amor, su música. Ella, tan fuerte, que constituía mi Ley interior, yo la vivía para acabar como si fuese mi niña. Resolvía así, a mi manera, la Muerte. Si, tal como han dicho tantos filósofos, la Muerte es la dura victoria de la especie, si lo particular muere para satisfacer lo universal, si, después de haberse reproducido como otro que sí mismo, el individuo muere, habiéndose así negado y sobrepasado, yo, que no había procreado, había engendrado en su misma enfermedad a mi madre. Muerta ella, yo ya no tenía razón alguna para seguir la marcha de lo Viviente superior (la especie). Mi particularidad ya no podría nunca más universalizarse (a no ser, utópicamente, por medio de la escritura, cuyo proyecto debía convertirse desde entonces en la única finalidad de mi vida). Ya no podía esperar más que mi muerte total, indialéctica.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><br />Esto es lo que yo leía en la Fotografía del Invernadero.</span></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-39702274144988886102007-03-13T07:21:00.000-07:002007-03-13T07:24:46.135-07:00<div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong>La fotografía: breve suma. Susan Sontag </strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong><span style="font-size:85%;color:#666666;">Traducción de Aurelio Major</span></strong> </span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;color:#666666;"><strong>Publicado en Revista El Malpensante</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Durante toda su vida, Susan Sontag ha tenido una fructífera obsesión con la fotografía. Hace poco optó por sacar unas cuantas conclusiones sobre el tema. Helas aquí.Por Susan Sontag </span></div><span style="font-family:Trebuchet MS;"></span><span style="font-family:trebuchet ms;"><blockquote><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></blockquote><div align="justify"><br />1. La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma.<br />2. Es la manera ineludiblemente "moderna" de mirar: predispuesta en favor de los proyectos de descubrimiento e innovación.<br />3. Esta manera de mirar, que tiene ya una dilatada historia, conforma lo que buscamos y estamos habituados a notar en las fotografías.<br />4. La manera de mirar moderna es ver fragmentos. Se tiene la impresión de que la realidad es en esencia ilimitada y el conocimiento no tiene fin. De ello se sigue que todos los límites, todas las ideas unificadoras han de ser engañosas, demagógicas; en el mejor de los casos, provisionales; casi siempre, y a la larga, falsas. Mirar la realidad a la luz de determinadas ideas unificadoras tiene la ventaja innegable de dar contorno y forma a nuestras vivencias. Pero también -así nos instruye la manera de mirar moderna- niega la diversidad y la complejidad infinitas de lo real. Por lo tanto reprime nuestra energía, nuestro derecho, en efecto, a refundar lo que deseamos refundar: nuestra sociedad o nosotros mismos. Lo que libera, se nos dice, es notar cada vez más cosas.5. En una sociedad moderna las imágenes realizadas por las cámaras son la entrada principal a realidades de las que no tenemos vivencia directa. Y se espera que recibamos y registremos una cantidad ilimitada de imágenes acerca de lo que no vivimos directamente. La cámara define lo que permitimos que sea "real"; y sin cesar ensancha los límites de lo real. Se admira a los fotógrafos sobre todo si revelan verdades ocultas de sí mismos o conflictos sociales no cubiertos del todo en sociedades próximas y distantes de donde vive el espectador.<br />6. En la manera de conocer moderna, debe haber imágenes para que algo se convierta en "real". Las fotografías identifican acontecimientos. Las fotografías les confieren importancia a los acontecimientos y los vuelven memorables. Para que una guerra, una atrocidad, una epidemia o un denominado desastre natural sean tema de interés más amplio, han de llegar a la gente por medio de los diversos sistemas (de la televisión e internet a los periódicos y revistas) que difunden las imágenes fotográficas entre millones de personas.<br />7. En la manera de mirar moderna, la realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante. Una fotografía registra lo aparente. El registro de la fotografía es el registro del cambio, de la destrucción del pasado. Puesto que somos modernos (y si tenemos la costumbre de ver fotografías somos, por definición, modernos), sabemos que las identidades son construcciones. La única realidad irrefutable -y nuestro mejor indicio de identidad- es cómo aparece la gente.<br />8. Una fotografía es un fragmento: un vislumbre. Acopiamos vislumbres, fragmentos. Todos almacenamos mentalmente cientos de imágenes fotográficas, dispuestas para la recuperación instantánea. Todas las fotografías aspiran a la condición de ser memorables; es decir, inolvidables.<br />9. Según la perspectiva que nos define como modernos, hay un número infinito de detalles. Las fotografías son detalles. Por lo tanto, las fotografías se parecen a la vida. Ser moderno es vivir hechizado por la salvaje autonomía del detalle.<br />10. Conocer es, sobre todo, reconocer. El reconocimiento es la modalidad del conocimiento que ahora se identifica con el arte. Las fotografías de las crueldades e injusticias terribles que afligen a la mayoría de las personas en el mundo parecen decirnos -a nosotros, que somos privilegiados y estamos más o menos a salvo- que deberíamos sublevarnos, que deberíamos desear que algo se hiciera para evitar esos horrores. Hay, además, otras fotografías que parecen reclamar un tipo de atención distinto. Para este conjunto de obras en curso, la fotografía no es una suerte de agitación social o moral, cuya meta sea incitar a que sintamos algo y actuemos, sino una empresa de notación. Observamos, tomamos nota, reconocemos. Ésta es una manera más fría de mirar. La manera de mirar es lo que identificamos como arte.<br />11. La obra de los mejores fotógrafos comprometidos socialmente es a menudo condenada si se parece demasiado al arte. Y a la fotografía tenida por arte se le puede condenar de modo paralelo: marchita la emoción que nos llevaría a preocuparnos. Nos muestra acontecimientos y circunstancias que acaso deploremos y nos pide que mantengamos distancia. Nos puede mostrar algo en verdad horripilante y ser una prueba de lo que es capaz de tolerar nuestra mirada y que se supone que debemos aceptar. O a menudo simplemente nos invita -y esto es cierto en casi toda la fotografía contemporánea más brillante- a fijar la vista en la banalidad. Fijar la vista en la banalidad y también paladearla, recurriendo precisamente a los mismos hábitos de la ironía que se afirman mediante la surrealista yuxtaposición de consabidas fotografías en las exposiciones y libros más refinados.<br />12. La fotografía -insuperable modalidad del viaje, del turismo- es el principal medio moderno de ampliación del mundo. En cuanto rama del arte, la empresa fotográfica que hace más amplio el mundo tiende a especializarse en temas al parecer provocadores, transgresores. La fotografía puede estar diciéndonos: esto también existe. Y eso. Y aquello. (Y todo es "humano".) Pero ¿qué hemos de hacer con este conocimiento, si acaso es un conocimiento, digamos, del ser, de la anormalidad, de mundos marginados, clandestinos?<br />13. Llámese conocimiento, llámese reconocimiento; de algo podemos estar seguros acerca de esta modalidad, singularmente moderna, de toda vivencia: la mirada, y el acopio de los fragmentos de la mirada, nunca pueden completarse.<br />14. No hay fotografía definitiva.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></span> </div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-13523715396451202472007-03-03T11:25:00.000-08:002007-03-03T12:15:12.421-08:00Genius Loci. El espíritu del lugar<span style="font-family:arial;"><strong>GENIUS LOCI</strong></span><br /><span style="font-family:arial;">EL ESPÍRITUDEL LUGAR</span><br /><br /><span style="font-family:arial;"><strong>Aproximación a una Fenomenología de la Arquitectura.</strong></span><br /><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;"><strong>CHRISTIAN NORBERG - SCHULZ</strong><br /><br /><em>Genius loci</em> es un concepto Romano. De acuerdo a las creencias Romanas antiguas, cada ser independientetiene su «Genius», su espíritu guardián. Este espíritu da vida a la gente y a los lugares, los acompaña desde el nacimiento hasta la muerte y determina su carácter o esencia. Aún los Dioses tienen su «Genius», lo que ilustra la naturaleza fundamental del concepto. El <em>Genius</em> denota lo que una cosa es o lo «que quiere ser», según las palabras de Louis Khan . No es necesario hacer un recuento histórico del concepto de «Genius» y su relación con el «Daimon» de los griegos. Es suficiente expresar que el hombre antiguo experimentó su medio como algo consistente en caracteres definidos. En particular,reconoció que es de una gran importancia existencial llegar a tener buenos términos con el «Genius» de la localidad en donde su vida tiene lugar. En el pasado, la sobrevivencia dependía de una buena relación con el lugar, tanto en forma física como psicológica. En el antiguo Egipto, por ejemplo, el campo no era cultivado solamente de acuerdo a las corrientes del Nilo, pero la variada estructura del paisaje sirvió como modelo para el trazado de los edificios públicos, los cuales deberían dar al hombre el sentido de seguridad, simbolizándole un orden eterno en su medio.</span></div><span style="font-family:arial;"><div align="justify"><br />El «Genius Loci» ha permanecido como una realidad viviente durante el curso del a historia, a pesar de no haber sido expresado como tal. Artistas y escritoreshan encontrado inspiración en el carácter local y han explicado el fenómeno, tanto en el arte como en la vida cotidiana, cuando se han referido al paisaje o a los ambientes urbanos. Por ello Goethe dice: Es evidente que el ojo está educado por las cosas que ha visto desde su niñez, así los pintores venecianos deben ver todo más claro y con más regocijo que otra gente.</div><div align="justify"><br />En 1960, Lawrence Durrell escribió: Tu tienes que conocer a Europa lentamente, degustando sus vinos, sus quesos, y el carácter de los diferentes países, de esta forma te das cuenta que la<br />determinante fundamental de una cultura, es después de todo, el espíritu del Lugar.</div><div align="justify"><br />El turismo moderno demuestra que la experiencia de diferentes lugares es de una gran importancia; aunque estev alor hoy tienda a perderse. En efecto, el hombre moderno ha creído por un largo período de tiempo, que la ciencia y Ia tecnología lo habían liberado de su directa dependencia hacía los lugares. Esta creencia era sólo una ilusión: pues la polución y el caos del medio ambiente aparecieron de repente como un castigo, obligándolo a reconsiderar el problema del Lugar con su verdadera importancia.</div><div align="justify"><br />Se ha usado la palabra morar, para indicar la relación total entre el hombre y el lugar. Para entender totalmente lo que la palabra morar implica, es útil retornar a la distinción entre 'espacio' y 'carácter'. Cuando el hombre mora, él está simultáneamente localizado en un espacio y expuesto a un cierto carácter del ambiente. Las dos funciones psicológicas involucradas pueden ser llamadas 'orientación' e 'identificación'. Para ganar una fundamentación existencial, el hombre debe poder orientarse él mismo y debe saber donde está. Pero además, debe identificarse él mismo con el medio, esto es, debe conocer cómo él, es un cierto lugar.</div><div align="justify"><br />Al problema de la orientación se le ha dado una considerable importancia en los trabajos teóricos más recientes de la planeación y de la arquitectura. Y nuevamente nos referimos al trabajo de Kevin Lynch, en donde los conceptos de «nodo», «senda» y «distrito», denotan la estructura espacial básica del objeto de la orientación humana. La interrelación percibida entre estos elementos, constituye una «imagen del medio» y Lynch expresa: «Una buena imagen del medio da a su poseedor un sentido importante de seguridad emocional .» De acuerdo con ello, todas las culturas han desarrollado 'sistemas de orientación', 'estructuras espaciales que facilitan el desarrollo de una buena imagen del medio'. El mundo puede estar organizado alrededor de un conjunto de puntos focales, o estar quebrado en diversidad de regiones conocidas, o estar unido por caminos que se recuerdan ".;,A menudo estos sistemas de orientación están basados o se han derivado de la estructura natural dada. Donde el sistema es débil, la imagen formada llega con dificultad, y el hombre se siente «perdido». El terror de verse perdido viene de la necesidad que tiene un organismo móvil, como el humano, de estar orientado en su entorno . Estar perdido es evidentemente lo opuesto al sentimiento de seguridad que distingue el morar. La cualidad del medio ambiente que protege al hombre contra el sentirse perdido la llama Lynch «imageability» , habilidad de la imagen, que significa: que la forma, el color o los arreglos que facilitan la contrucción de la identidad vivida, fuertemente estructurada, es altamente útil en la imagen mental del medio » Aquí Lynch asume que los elementos que constituyen la estructura espacial son<br />«cosas» concretas con «carácter» y «significado». Sin embargo, él mismo se limita en la discusión al hacerla sólo de la función espacial de estos elementos, dejándonos con un entendimiento frag-mentario del morar. Sin embargo, el trabajo de Lynch constituye una contribución esencial de la Teoría del Lugar. Su importancia también consiste en el sentido de que sus estudios empíricos deestructuras urbanas concretas, confirmanlos principios generales de organización definidos por la psicología de la Gestalt y por las investigaciones de los niños hechas por Piaget.</div><div align="justify"><br />Sin quitarle importancia a la orientación, debemos definir que el morar, por encima de todo, supone la identificación con el medio ambiente. De este modo, identificación y orientación son aspectos de una relación total, aunque tengan una cierta independencia dentro de la totalidad. Es posible tener orientación sin existir una verdadera identificación; uno puede transitar y estar bien, sin tener que estar en el propio hogar. Y es posible a su vez, sentirse en casa, sin estar familiarizado completamente con la estructura espacial del lugar. Así, el lugar sólo se experimenta con un carácter general gratificante. Una verdadera pertenencia se da, cuando se supone a las dos funciones psicológicas totalmente desarrolladas. En las sociedades primitivas se encontró que aún, los más pequeños detalles del ambiente eran conocidos y tenían significado; permitiendo el que su estructura espacial pudiera complejizarse cada vez más. En las sociedades modernas, sin embargo la atención se ha centrado exclusivamente en la función «práctica» de la orientación, en donde,l a identificación ha sido dejada al azar.Como resultado, el morar en un sentido psicológico, ha sido sustituido por la alienación. Por ello es urgente el propiciar un entendimiento completo del concepto de 'identificación' y del de 'carácter'. En nuestro contexto, 'identificación' significa el llegar a ser 'amigos' con unmedio particular. Un hombre Nórdico debe estar familiarizado con la neblina, el hielo, y los vientos helados; él tiene que gozar con el sonido crujiente de la nieve bajo sus pasos y tiene que experimentar un valor poético con el estar inmerso en esta vasta neblina, como Hermann Hesse lo hizo cuando escribió estas líneas: «un extraño camina en la niebla! Solitarios son cada piedra y matorral, ningún árbol ve al otro arbol, todasl as cosas están solas...» Los Árabes, a diferencia, tienen que estar familiarizados con la extensión infinita del desierto arenoso y el quemante sol. Esto no significa que su asentamientono lo proteja a él de las «fuerzas» de la naturaleza; un asentamiento en el desierto en efecto, lo primero que logra es excluir a la arena y al sol y, después complementa la situación natural.Pero esto implica que el medio ambiente se experimente como significativo. Bollnow dice: cada dispo-sición es un acuerdo. Esto es, que cada caracter consiste en una correspondencia entre el mundo interior y el exterior yentre el cuerpo y la psique '''.</div><div align="justify"><br />Para el hombre urbano moderno la familiaridad con el medio natural se reduce a relaciones fragmentarías que lo llevan a tener más una identificación con las cosas artificiales hechas por el hombre, como son las calles y las casas. El arquitecto americano nacido en Alemania: Gerhard Kallmann, alguna vez contó una historia que ilustra muy bien lo queesto significa. Después de la segunda guerra mundial y visitando a su natal Berlín, habiendo transcurrido muchos años de no haber retornado a casa, quiso volver a verla: sospechando que algo le podía haber pasado. Como se lo imaginó, la casa había desaparecido y él se sintió en cierta forma perdido. De pronto reconoció el pavimento típico de su aceraacera, allí donde había crecido y jugado como un niño. Esto le devolvió la seguridad de que estaba en un sitio conocido y querido, como si hubiera retornado a su hogar. La historia nos enseña que los objetos de identificaciónson propiedades concretas del medio y que la relación hu-mana con ellos se desarrolla básicamente durante la infancia. El niño crece en espacios verdes, cafés, o blancos; camina o juega en arena, tierra, piedra o musgo; bajo un cielo nublado o claro; el escarba o arrastra cosas suaves o pesadas; escucha sonidos como el del viento moviéndose en lashojas de algún árbol específico; y el experimenta calor o frío. De este modo el niño consigue experiencias con el medio y desarrolla un esquema perceptual que le determina todas sus futuras experiencias. El esquema comprende estructuras universales que definen la interrelación con los otros hombres, así como, otras localmente determinadas y culturalmente condicionadas. </div><div align="justify"><br />Evidentemente cada ser humano tiene que poseer un esquema de orientación, y de identificación<br />La identidad de una persona está definida en términos del desarrollo del esquema, porque ella determina el mundo que le es asequible a él. Este factor se confirma con el uso<br />del lenguaje común. Cuando una persona quiere decir quién es él, generalmente expresa: «yo soy un neoyorquino» o «soy un romano». Esto quiere decir algo mucho más concreto qué decir «soy arquitecto» o quizás: «soy optimista». Entendemos que la identidad humana está en un sentido amplio, en función de lugares y cosas. Por ello, Heidegger dice: «Wir sind die Be-dingten» . Es así, no sólo importante señalar que nuestro medio ambiente tiene una estructura espacial que facilita la orientación, sino que además de ello, esta consiste en objetos concretos de identificación. La identidad humana presupone la identidad del lugar. Identificación y orientación son aspectos primarios del hombre estando en el mundo. Mientras la identificación es la base para el sentido humano de pertenencia, la orientación es la función que permite que sea aquel «homo viator», lo cual es parte de su naturaleza. Es característico del hombre moderno que por un largo período presente el rol de un buscador ansioso de lugares. Se quiso ser «libre» y conquistar el mundo. Hoycomenzamos a darnos cuenta que la verdadera libertad presupone pertenencia, y que el «morar» significa pertenencia a un lugar concreto.</div><div align="justify"><br />La palabra «morar» tiene muchas connotaciones que confirman e iluminan nuestra tesis. Primero debe ser mencionado que «morar» se deriva de !a vieja palabra nórdica dvelja, que significa quedar, permanecer. Análogamente, Heidegger relaciona la palabra alemana' wohnen' a 'bleiben' y 'sich aüfhalten'. Mas adelante plantea que aquella del gótico wunian significa 'estar en paz',' permanecer en paz'. La palabra alemana de paz 'friede' significa estar libre, esto es, protegido de los peligros y daños. Esta protección se alcanza con el significado de un 'umfriedung' o recinto. 'Friede' serelaciona también con zufrieden (con-tento), freund (amigo) y la gótica frijón(amor). Heidegger usa estas relacioneslingüísticas para mostrar que morar significa estar en paz en un lugar protegido ". También debemos mencionar que la palabra alemana morar, das gewohnte, significa lo que es conocido y habitual. 'Habitat' y hábito muestran una análoga relación. En otras palabras, el.hombre conoce lo que le ha llegado a ser asequible a él, a través del morar. Retornando al 'Ubereinstimmung» o la correspondencia entre el hombre y su medio ambiente, se llega a la verdadera raíz del problema de 'reunirse'. Reunir significa que todos los días de la vida del mundo se lian convertido en 'gewohnt' o habituales. Pero reunirse es un fenómeno concreto y nos permite enlazarnos con la última connotación de 'morar'. Y es otra vez Heidegger quién descubre una relación fundamental. El expresa que la vieja palabra inglesa, que proviene también de la alta Alemania de 'construir': buan, significó morar y a su vez, está íntimamente relacionada con el verbo ser o estar. Qué significa entonces«ich bin? La vieja palabra bauen, a la que pertenece bin?,Responde: ech bin, du bist, significa: yo moro, tu moras. La manera como tu estás y yo estoy, la forma en la cual los humanos estamos sobre la tierra, es buan, morar. Debemos entonces concluir que morar significa reunir el mundo como un edificio concreto o «cosa», y que el acto arquetípico de construir, es el umfriedung o el recinto. La intuición poéticade TrakI, sobre la relación del adentro y el afuera lleva a esta confirmación, y nosotros entendemos que nuestros conceptos de concretización denotan la esencia del morar. </div><div align="justify"><br />El hombre mora cuando él puede concretizar el mundo en edificios y cosas. Como lo hemos mencionado antes, la 'concretización' es la función del trabajo del arte; opuesto al a 'abstracción' propia de la ciencia. Nuestra vida diaria consiste de tales objetos intermediarios y, entendemos que la función del arte es reunir la contradicción y la complejidad de la vida del mundo. Siendo un «imago mundi», el trabajo del arte ayuda al hombre al morar. Holderlin fueclaro cuando dijo: «lleno de méritos, aún poéticamente, elhombre mora en esta tierra».<br />Esto significa que los méritos del hombre no cuentan mucho si el no es capaz de morar poéticamente. Es decir, morar en el verdadero sentido de la palabra. Por ello dice Heidegger: «La poesía no vuela por encima ni superando la tierra para escapar de ella y cernerse sobre ella. La poesía es la que primero entrega al hombre al interior de la tierra, haciéndole pertenecer a ella y de esta forma le brinda el morar . Solo la poesía en todas sus formas, (también como el 'arte de vivir') hace la existencia humana con significado existencial, y el sentido es la necesidad humana fundamental. La arquitectura pertenece a la poesía y su propósito es ayudar al hombre en el morar. Pero la arquitectura es un arte complejo. Hacer ciudades y edificios en la práctica no es suficiente. La arquitectura llega a su esencia cuando un «medio ambiente total se hace visible», retomando la definición de Susanne Langer . En general, significa concretizar el genius-loci.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"> Hemos visto que ello es posible por el significado de construir lo cual reúne, las propiedades del lugar y las brinda cercanas al hombre. Elacto básico de la arquitectura es así entender la 'vocación del lugar'. De esta manera, protegemos la tierra y llegamos a ser parte de la totalidad comprehensiva. Lo que queremos mostrar no es un cierto determinismo ambiental, sólo reconocemos el factor del hombre, como una parle integral del medio ambiente y presentado así, si el olvida este principio, puede sólo guiarle a la alienación y a la disgregación ambiental.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"> Pertenecer a un lugar significa tener una fundamentación existencial en un sentido concreto de cada día. Cuando Dios le dijo a Adán: tu serás un fugitivo y deambularás sobre la tierra, el puso al hombre en frente de su problema más básico: cruzar el umbral y reconquistarel lugar perdido.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Tomado de la revista Morar # 1. Facultad de Arquitectura Universidad nacional de Colombia</span></em></span></div>Esteban Restrepohttp://www.blogger.com/profile/11967304096127321361noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-50207800487658426692007-02-22T19:47:00.000-08:002009-05-12T15:22:44.124-07:00Aparte de Walkscapes<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3vKLTr0RwLzIAu7vsn60zTZRj_wqaLxOZ_5VQHen31H8SBbVdhuirenUJWYRb5nBJwnCdnca1DMzOXfpOKk8eMIEyJaZ8FEV8wAdykYYmO1o863q3vyNYgSTcnuuYpfjbRrC_uV9Rmoxz/s1600-h/new+babylon2.jpg"></a></div><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb62fxdhyB_AEZRsfOTdEjAB-5pdXRtMKURuLZS-YMueu5ZmhPclByAq9gZRb5os6BHMUCQ0SVlAkzuU9yAlFAUpGH8MYNWmr-szwlvR-oXwgcF5VyxbPfbo2FL9-E62s7Zm0AK0ZgN8Dp/s1600-h/new+babylon2.jpg"></a></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:85%;" >Aparte del libro. <strong>Walkscapes</strong><br />El andar como práctica estética</span></span><br /></div><div align="justify"><div align="justify"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-family:trebuchet ms;font-size:78%;" >Francesco Careri</span></div><div align="justify"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-family:trebuchet ms;font-size:78%;" >Paginas 18-27</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:78%;" >Ed. Gustavo Gili</span><br /></span><strong></strong></span></div><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong></strong></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong></strong></span></div><span style="font-family:trebuchet ms;"><strong></strong><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><strong><br />Walkscapes</strong></div><div align="justify"><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo_2gg28HeU66WsaqQcBdv2EydHop2kIZkDNLUWRgFMNcfdhgQAe8e7KE3i-nE5x22cxJS47CrIeBpJSnG9HLI9K7TA5bV_dtgq0Og9LR5Qdo8vjAhmIdCH3xout-YvW1avrl4xYokAU4c/s1600-h/Walkscapes01.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034573422473690898" style="margin: 0px 10px 10px 0px; float: left;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo_2gg28HeU66WsaqQcBdv2EydHop2kIZkDNLUWRgFMNcfdhgQAe8e7KE3i-nE5x22cxJS47CrIeBpJSnG9HLI9K7TA5bV_dtgq0Og9LR5Qdo8vjAhmIdCH3xout-YvW1avrl4xYokAU4c/s400/Walkscapes01.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">La lista de la página opuesta incluye una serie de acciones que sólo recientemente han entrado a formar parte de la historia del arte, y que podrían convertirse en un útil instrumento estético con el cual explorar y transformar los espacios nómadas de la ciudad contemporánea. Antes de levantar el menhir -llamado en egipcio benben, 'la primera piedra que surgió del caos'-, el hombre poseía una manera simbólica con la cual transformar el paisaje. Esta manera era el andar, una acción fatigosamente aprendida durante los primeros meses de vida, que se conv<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a>ertiría más tarde en un acto que dejaba de ser consciente y pasaba a ser natural, automático. A través del andar el hombre empezó a construir el paisaje natural que lo rodeaba. Y a través del andar se han conformado en nuestro siglo las categorías c<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a>on las cuales interpretamos los paisajes urbanos que nos rodean.<br /></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034734767215132562" style="margin: 0px 0px 10px 10px; float: right;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s320/STONEHENGE%2520CIRCLE.jpg" border="0" width="261" height="178" /></a></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZdgxAmVn9-xdvGmCmD2nBGWHZpZv4f98J5Y4P_ngJrG796IOLjyqtgenriXoJ0LY3nDl4IsiILAdL_BL4vbJL9A_bJ5EQqFqnlqZ4iU_ZG5sa9ouBW3IxBpI3MOXqpHcefNXV3LqcaGu/s1600-h/STONEHENGE%20CIRCLE.jpg"></a></span><br /><span style=";font-family:trebuchet ms;font-size:78%;" ><strong> Menhir</strong></span></div><span style="font-family:trebuchet ms;"><div align="justify"><br /></div></span><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><p><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><div align="justify"><br /></div><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><span style="font-family:trebuchet ms;"><div align="justify"><strong>Errare humanum est. ..</strong><br />La acción de atravesar el espacio nace de la necesidad natural de moverse con el fin de encontrar alimentos e informaciones indispensables para la propia supervivencia. Sin embargo, una vez satisfechas las exigencias primarias, el hecho de andar se convirtió en una acción simbólica que permitió que el hombre habitara el mundo. Al modificar los significados del espacio atravesado, el recorrido se convirtió en la primera acción estética que penetró en los territorios del caos, construyendo un orden nuevo sobre cuyas bases se desarrolló la arquitectura de los objetos colocados en él. Andar es un arte que contiene en su seno el menhir, la escultura, la arquitectura y el paisaje. A partir de este simple acto se han desarrollado las más importantes relaciones que el hombre ha establecido con el territorio.<br /><br />La trashumancia nómada, considerado por lo general como el arquetipo de cualquier recorrido, constituye en realidad un desarrollo de las interminables batidas de caza del paleolítico, cuyos significados simbólicos fueron traducidos por los egipcios por medio del Ka, el símbolo del eterno errar. El errar primitivo ha continuado vivo en la religión (el recorrido en tanto que mito) así como en las formas literarias (el recorrido en tanto que narración), transformándose de ese modo en recorrido sagrado, danza, peregrinación o procesión. Sólo en el siglo xx, al desvincularse de la religión y de la literatura, el recorrido ha adquirido el estatuto de puro acto estético. En la actualidad podríamos construir una historia del andar como forma de intervención urbana, que contiene los significados simbólicos de aquel acto creativo primario: el errar en tanto que arquitectura del paisaje, entendiendo por 'paisaje' el acto de transformación simbólica, y no sólo física, del espacio antrópico.<br /><br />Bajo esta perspectiva he profundizado en tres importantes momentos de transición de la historia del arte -todos ellos absolutamente advertidos por los historiadores- cuyo punto de inflexión ha sido una experiencia relacionada con el andar. Se trata de la transición del dadaísmo al surrealismo (1921-1924), la de la Internacional Letrista a la Internacional Situacionista (1956-1957), Y la del minimalismo al land art (1966-1967). Al analizar dichos episodios se llega con claridad a una historia de la ciudad recorrida que va de la ciudad banal de Dada hasta la ciudad entrópica de Robert Smithson, pasando por la ciudad inconsciente y onírica de los surrealistas y por la ciudad lúdica y nómada de los situacionistas. La ciudad descubierta por los vagabundeas de los artistas es una ciudad líquida, un líquido amniótico donde se forman de un modo espontáneo los espacios otros, un archipiélago urbano por el que navegar caminando a la deriva: una ciudad en la cual los espacios del estar son como las islas del inmenso océano formado por el espacio del andar.<br /><br /><strong>Anti-Walk</strong> </div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:78%;" ><strong>Saint-Julien-le-Pauvre </strong></span></div><div align="justify"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:78%;" ><strong>PRIMERA VISITA DADAISTA</strong></span><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiop-Bd_NAFFe4pi92MIh9jATl3w8AvXqKSAE5FQtCqr8YlesJowINRkHKUPh1EWW8PrupY_Q5KG_yep2r2_Pwq8znAmZ8qss3lEFLKEDZuyVUBdnJjJlEalCbUcUG2GjcjzVLhbaPNkPLC/s1600-h/Dada.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034728904584773426" style="margin: 0px 10px 10px 0px; float: left; width: 331px; height: 232px;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiop-Bd_NAFFe4pi92MIh9jATl3w8AvXqKSAE5FQtCqr8YlesJowINRkHKUPh1EWW8PrupY_Q5KG_yep2r2_Pwq8znAmZ8qss3lEFLKEDZuyVUBdnJjJlEalCbUcUG2GjcjzVLhbaPNkPLC/s400/Dada.jpg" border="0" width="347" height="249" /></a>El acto de andar ha sido experimentado durante las primeras décadas del siglo xx como una forma de anti-arte. En 1921 Dada organiza en París una serie de "visitas-excursiones" a los lugares más banales de la ciudad.<br /></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Es la primera vez que el arte rechaza los lugares reputados con el fin de reconquistar el espacio urbano. La "visita" constituye uno de los instrumentos escogidos por Dada para hacer realidad una superación del arte que deberá actuar como hilo conductor de la comprensión de las vanguardias posteriores. En 1924 los dadaístasm </span><span style="font-family:trebuchet ms;">parisinos organizan un vagabundeo a campo abierto. Entonces descubren en el andar un componente onírico y surreal, y definen dicha experiencia como una "deambulación", una especie de escritura automática en el espacio real capaz de revelar las zonas inconscientes del espacio y las partes oscuras de la ciudad. A principios de los años cincuenta, la Internacional Letrista, en respuesta al deambular surrealista, empieza a construir aquella Teoría de la deriva que en 1956, en Alba, entrará en contacto con el universo nómada. En 1957, Constant proyecta un campamento para los gitanos de Alba, mientras Asger Jorn y Guy Debord presentan las primeras imágenes de una ciudad basada en la dérive. La deriva urbana letrista se transforma en construcción de situaciones mediante la experiment<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiupMePIk5PwjlcTgb-T_VlY-5orI2YWWGH3a7Bb1mo4T11zO0TGsisEcnx2cclzRhurha0DiOmAU2c_luSJDTdckL-HS03XZxjStWp0g5Xf37THxkKnmzNlWBquS8l57n53YDbUQ-I2DRY/s1600-h/Naked+City.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034729544534900546" style="margin: 0px 0px 10px 10px; float: right;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiupMePIk5PwjlcTgb-T_VlY-5orI2YWWGH3a7Bb1mo4T11zO0TGsisEcnx2cclzRhurha0DiOmAU2c_luSJDTdckL-HS03XZxjStWp0g5Xf37THxkKnmzNlWBquS8l57n53YDbUQ-I2DRY/s320/Naked+City.jpg" border="0" width="288" height="217" /></a>ación de las conductas lúdico-creativas y de los ambientes unitarios. Constant reelabora la teoría situacionista con el fin de desarrollar la idea de una ciudad nómada -New Babylon-, trasladando el tema del nomadismo al ámbito de la arquitectura y sentando con ello las bases de las vanguardias radicales de los años posteriores. </span><span style="font-family:trebuchet ms;"><br /></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="right"><br /><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></div><div align="right"><span style="font-size:78%;"><strong>GUY DEBORD,<br />(guía Psicogeografica de Paris )<br />mapa,1957</strong></span><br /></div><div align="justify"><strong></strong></div><div align="justify"><strong></strong></div><div align="justify"><strong></strong></div><div align="justify"><strong>land Walk</strong> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieMOkB92buWNK5uz4YswP7zOZTkWFz0H4gnLRdwMzJLnFdUgp7hJxqSTbfJd81-EI7ZbqEXlQgPnTxgaCqh148FV7jQwJxsPELGcVlGYwntqDsvW_1YZOGhLfBR_rcbge0HUIMX2vgSStG/s1600-h/Walkscapes02.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034582506329521954" style="margin: 0px 0px 10px 10px; float: right;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieMOkB92buWNK5uz4YswP7zOZTkWFz0H4gnLRdwMzJLnFdUgp7hJxqSTbfJd81-EI7ZbqEXlQgPnTxgaCqh148FV7jQwJxsPELGcVlGYwntqDsvW_1YZOGhLfBR_rcbge0HUIMX2vgSStG/s400/Walkscapes02.jpg" border="0" /></a><br />Durante la segunda mitad del siglo xx se considera el andar como una de las formas que los artistas utilizan para intervenir en la naturaleza. En 1966 aparece en la revista Artforum el relato del viaje de Tony Smith por una autopista en construcción. Este texto da origen a una polémica entre los críticos modernos y los artistas minimalistas. Algunos escultores empiezan a explorar el tema del recorrido, primero como objeto, más tarde en tanto que experiencia. El land art revisita a través del andar los orígenes arcaicos del paisajismo y de las relaciones entre arte y arquitectura, haciendo que la escultura se reapropie de los espacios y los medios de la arquitectura. En 1967 Richard Long realiza A Line Made by Walking, una línea dibujada hollando la hierba de un prado. Su acción deja una traza en el suelo, el objeto escultórico se encuentra completamente ausente, el hecho de andar se convierte en una forma artística autónoma. El mismo año, Robert Smithson termina A Tour of the Monuments of Passaic. Se trata del primer viaje a través de los espacios vacíos de la periferia contemporánea. Su viaje entre los nuevos monumentos lleva a Smithson a algunas consideraciones: la relación entre el arte y la naturaleza ha cambiado; la propia naturaleza ha cambiado; el paisaje contemporáneo anteproduce su propio espacio; en las partes oscuras de la ciudad se encuentran los futuros abandonados, generados por la entropía.<br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><strong>Transurbancia </strong></div><p><a class="l" onmousedown="return clk(this.href,'','','res','1','')" href="http://www.stalkerlab.it/"><span style="color: rgb(51, 51, 255);font-size:78%;" ><strong>Stalker - laboratorio d'arte urbana - Roma</strong></span></a></p><p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMYsvHARUgyWXCLQAaV57BONrbkMvExglGs5ca-2MPmQ5lfwXjOscjPhlZogUA-lRy7w7oWQxLrOGk30NdgEMwPprJgWrQoSajRVM48kO4rl_Rk4jEhfhhmLxJOUvsfutzxEA5CjAUIBm7/s1600-h/Stalker.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034731150852669282" style="margin: 0px 10px 10px 0px; float: left;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMYsvHARUgyWXCLQAaV57BONrbkMvExglGs5ca-2MPmQ5lfwXjOscjPhlZogUA-lRy7w7oWQxLrOGk30NdgEMwPprJgWrQoSajRVM48kO4rl_Rk4jEhfhhmLxJOUvsfutzxEA5CjAUIBm7/s320/Stalker.jpg" border="0" /></a>La lectura de la ciudad actual desde el punto de vista del errabundeo se basa en las “transurbancias" llevadas a cabo por Stalker a partir de 1995 en algunas ciudades europeas. Perdiéndose entre las amnesias urbanas, Stalker encontró aquellos espacios que Dada había definido como banales, así como aquellos lugares que los surrealistas habían definido como el inconsciente de la ciudad. Las transformaciones, los desechos y la ausencia de control han producido un sistema de espacios vacíos (el mar del archipiélago) que pueden ser recorridos caminando a la deriva, como en los sectores laberínticos de la New Babylon de Constant: un espacio nómada ramificado como </p><div align="justify"></div><div align="justify"><a class="l" onmousedown="return clk(this.href,'','','res','1','')" href="http://www.stalkerlab.it/"><strong><span style="font-size:78%;"></span></strong></a></div><div align="justify"></div><div align="justify">un sistema de veredas urbanas que parece haber surgido como producto de la entropía de la ciudad, como uno de los "futuros abandonados" descritos por Robert Smithson. Entre los pliegues de la ciudad han crecido espacios de tránsito, territorios en constante transformación a lo largo del tiempo. En estos territorios es posible superar en estos momentos, la separación milenaria entre los espacios nómadas y los espacios sedentarios. <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlDppgPCVyl5ZCgmsbk-0KyrCKrxDGZS9cWumCfUMVHYNuO5jRR-63-jSDy1XLBf5SoOQ1DmZtcpPvqn37eg0wmmiPqRzyrLKQaH6h2L0ONPjaZknKF2Kq9Nd0KT8JpaDhiTk_uGZ7alt3/s1600-h/index-picture.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034732976213770098" style="margin: 0px 0px 10px 10px; float: right;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlDppgPCVyl5ZCgmsbk-0KyrCKrxDGZS9cWumCfUMVHYNuO5jRR-63-jSDy1XLBf5SoOQ1DmZtcpPvqn37eg0wmmiPqRzyrLKQaH6h2L0ONPjaZknKF2Kq9Nd0KT8JpaDhiTk_uGZ7alt3/s320/index-picture.jpg" border="0" width="297" height="192" /></a><br /></div><div align="justify"><br /><br /><br /></div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="right"></div><div align="right"></div><div align="right"><br /></div><div align="right"><a href="http://www.robertsmithson.com/"><strong><span style="font-size:78%;">http://www.robertsmithson.com/</span></strong></a></div><div align="right"><a href="http://www.robertsmithson.com/earthworks/spiral_jetty.htm"><strong><span style="font-size:78%;">Spiral Jetty</span></strong></a><strong><span style="font-size:78%;"> Rozel Point, Great Salt Lake, Utah April, 1970<br /></span></strong></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">En realidad, el nomadismo siempre ha vivido en ósmosis con el sedentarismo, y la ciudad actual contiene en su interior tanto espacios nómadas (vacíos) como espacios sedentarios (llenos), que viven unos junto a los otros en un delicado equilibrio de intercambios recíprocos. La ciudad nómada vive actualmente dentro de la ciudad sedentaria, y se alimenta de sus desechos y a cambio se ofrece su propia presencia como una nueva naturaleza que sólo puede recorrerse habitándola.<br /><br />Al igual que el recorrido errático, la transurbancia es una especie de pre-arquitectura del paisaje contemporáneo. Por ello, el primer objetivo de este libro es desmentir cualquier imaginario arquitectónico del nomadismo, y por ende del andar: el menhir, el primer objeto del paisaje a partir del cual se desarrolla la arquitectura, procede de los cazadores del paleolítico y de los pastores nómadas. El paisaje entendido como una arquitectura del vacío es una invención de la cultura del errabundeo. Tan sólo en los últimos diez mil años de vida sedentaria hemos pasado de la arquitectura del espacio vacío a la arquitectura del espacio lleno.<br /><br />El segundo objetivo del libro es comprender la ubicación del recorrido en la historia de los arquetipos arquitectónicos. Con este fin he realizado una incursión en las raíces de la relación entre el recorrido y la arquitectura, y por ende entre el errabundeo y el menhir, en una era en la cual la arquitectura no existía todavía como construcción física del espacio, sino tan sólo -en el interior del recorrido- como construcción simbólica del territorio.<br /><br /><strong>Por una nueva expansión de campo</strong><br />El término 'recorrido' se refiere al mismo tiempo al acto de atravesar (el recorrido como acción de andar), la línea que atraviesa el espacio (el recorrido como objeto arquitectónico) y el relato del espacio atravesado (el recorrido como estructura narrativa). Aquí queremos proponer el recorrido como una forma estética disponible para la arquitectura y el paisaje. En nuestro siglo, el redescubrimiento del recorrido tuvo lugar primero en el terreno literario (Tristan Tzara, .André Breton y Guy Debord eran escritores), luego en el terreno de la escultura (Carl Andre, Richard Long y Robert Smithson son escultores). En el terreno de la arquitectura, el recorrido llevó a buscar en el nomadismo los fundamentos históricos de la anti-arquitectura radical, pero todavía no ha encontrado un desarrollo positivo. Algunos campos disciplinares han realizado por medio del recorrido una "expansión de campo" propia (Rosalind Krauss) con el fin de enfrentarse a sus propios límites.<br /><br />Recorriendo los márgenes de sus propias disciplinas, muchos artistas han intentado no caer en el abismo de la negación, abierto conscientemente por Dada a principios del siglo xx, intentando superarlo. Breton convirtió el anti-arte de Dada en el surrealismo por medio de una expansión hacia la psicología. Partiendo de nuevo de Dada, los situacionistas se propusieron convertir el anti-arte en una disciplina unitaria (l'urbaIlisme unitaire) por medio de una expansión hacia la política. El land art convirtió el objeto escultórico en una construcción del territorio por medio de una expansión hacia el paisaje y la arquitectura.<br /><br />Se ha observado en numerosas ocasiones que durante los últimos años, la disciplina arquitectónica ha expandido su propio campo hacia la escultura y el paisaje. En esta dirección cabe situar también la acción de recorrer el espacio, entendida ya no como una manifestación del anti-arte, sino como una forma estética que ha alcanzado el estatuto de disciplina autónoma. Actualmente la arquitectura podría expandirse hacia el campo del recorrer los espacios públicos metropolitanos, con el fin de investigarlos, de hacerlos visibles. Con ello no quiero incitar a los arquitectos y los paisajistas a abandonar las mesas de dibujo y ponerse la mochila de la transurbancia nómada, ni a teorizar la ausencia absoluta de recorridos para permitir que el ciudadano se extravíe, aunque muy a menudo el errar podría ser considerado como un valor más que como un error. Quiero señalar más bien que el andar es un instrumento estético capaz de describir y de modificar aquellos espacios metropolitanos que a menudo presentan una naturaleza que debería comprenderse y llenarse de significados, más que proyectarse y llenarse de cosas. A partir de ahí, el andar puede convertirse en un instrumento que, precisamente por su característica intrínseca de lectura y escritura simultáneas del espacio, resulte idóneo para prestar atención y generar unas interacciones en la mutabilidad de dichos espacios, para intervenir en su constante devenir por medio de una acción en su campo, en el qui ed ora de sus transformaciones, compartiendo, desde su interior, las mutaciones de aquellos espacios que ponen en crisis el proyecto contemporáneo. En la actualidad, la arquitectura es capaz de transformar el recorrido que lleva de la anti-arquitectura al expediente, expandir su propio campo de acción disciplinar hacia campos vecinos, dar un paso más en la dirección del recorrido. Las páginas que siguen quieren ser una contribución en dicha dirección.</div><br /><br /><div align="justify"></div><br /><br /><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdRf_X8l3b13MRdjY0ofeIAn6M24tYHQlG_NmR-RZZMnyxCS2L5OAyNMwJLg6DO7swXktG_2ZdU5gat1gr4FR9fPFxW73LhFqyb853nM7HbpoDjMQwAfh6RS8TxSHAhaAfvzmtif4b2nsL/s1600-h/centro+02.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034736815914532786" style="width: 287px; height: 188px;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdRf_X8l3b13MRdjY0ofeIAn6M24tYHQlG_NmR-RZZMnyxCS2L5OAyNMwJLg6DO7swXktG_2ZdU5gat1gr4FR9fPFxW73LhFqyb853nM7HbpoDjMQwAfh6RS8TxSHAhaAfvzmtif4b2nsL/s400/centro+02.jpg" border="0" width="353" height="234" /></a></div><strong><span style="font-size:78%;">Centro de Medellín 2006<br />fotografia Camilo Restrepo Villa.Cortesia.</span></strong><br /><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdRf_X8l3b13MRdjY0ofeIAn6M24tYHQlG_NmR-RZZMnyxCS2L5OAyNMwJLg6DO7swXktG_2ZdU5gat1gr4FR9fPFxW73LhFqyb853nM7HbpoDjMQwAfh6RS8TxSHAhaAfvzmtif4b2nsL/s1600-h/centro+02.jpg"></a></div><br /><br /><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKwB-jkwuACihaIpmHRTJJLBbuBUhlpl7SHA4ko4D1DHp-fOYQNZMC4cnEzPAVf-cOqOPivdgOtxWdLu7__Z-OhDpZ22nXun2S_VxGkv4saPvmH8c1vVOsgteFwmlRoDP8ewWHqGCDh669/s1600-h/cerro-nutibara.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5034736669885644706" style="" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKwB-jkwuACihaIpmHRTJJLBbuBUhlpl7SHA4ko4D1DHp-fOYQNZMC4cnEzPAVf-cOqOPivdgOtxWdLu7__Z-OhDpZ22nXun2S_VxGkv4saPvmH8c1vVOsgteFwmlRoDP8ewWHqGCDh669/s400/cerro-nutibara.jpg" border="0" /></a></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:78%;">Cerro Nutibara Diciembre-2005</span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:78%;">fotografia Camilo Restrepo Villa. Cortesia.</span></strong></div></span></span>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com43tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-34450684197414253242007-02-17T11:54:00.000-08:002007-02-17T12:50:05.286-08:00LA REVOLUCIÓN DE LA MIRADA<div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><span style="font-size:85%;"><strong>Edgar Allan Poe, El hombre de la multitud<br /></strong>Estados Unidos: 1809-1849</span></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKQxbGLBlb0zn8UiZyHkbpTWTxcbueZhnhDuK3IxTxrIWYnwmxfeeJsFxDQmJFpMSQVey-uf5c_8ZwHzSbfEru2qrdxalTvg0jlP38iXNIu94RhAEFc0BVfzskUmN8Oz12gbZtPzrG1Sn_/s1600-h/Gente.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5032600275210849810" style="CURSOR: hand" height="203" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKQxbGLBlb0zn8UiZyHkbpTWTxcbueZhnhDuK3IxTxrIWYnwmxfeeJsFxDQmJFpMSQVey-uf5c_8ZwHzSbfEru2qrdxalTvg0jlP38iXNIu94RhAEFc0BVfzskUmN8Oz12gbZtPzrG1Sn_/s400/Gente.jpg" width="322" border="0" /></a><br /><div align="justify"></span><span style="font-family:trebuchet ms;">Con razón se ha dicho de cierto libro alemán que es "lässt sich nicht lesen" (que no se deja leer). De igual modo existen algunos secretos que no se dejan descubrir. Hay hombres que mueren por la noche en sus camas, estrechando las manos de sus espectrales confesores y mirándoles con ojos lastimeros. Que mueren con la desesperación en el alma y opresiones en la garganta que no permiten ser descritas. De vez en cuando, la conciencia humana soporta cargas de un horror tan pesado que sólo pueden arrojarse en la misma tumba. De este modo, la mayoría de las veces queda sin descubrir el fondo de los crímenes. </span></div><span style="font-family:trebuchet ms;"><div align="justify"> </div><div align="justify">No hace mucho tiempo, al declinar el día de una tarde otoñal, me encontraba yo sentado junto a la gran cristalera en rotonda del café D..., en Londres. Había pasado varios meses enfermo, pero ahora me hallaba convaleciente y al recuperar las fuerzas me sentía en uno de esos felices estados de ánimo que constituyen precisamente, el reverso del tedio; estados de ánimo de una gran agudeza, cuando la película de la visión mental desaparece y el intelecto electrificado sobrepasa con mucho su condición normal, del mismo modo que la razón viva y la voz pura de Leibniz supera ]a retórica débil y confusa de las Geórgicas. Simplemente respirar era una delicia y obtenía un placer positivo incluso de las fuentes que originariamente lo son de dolor. Me sentía tranquilo y con un profundo interés por todo. Con un cigarro en la boca y un periódico sobre bis rodillas, había estado distrayéndome gran parte de la tarde, ora recorriendo los anuncios, ora observando la mezclada concurrencia del establecimiento, sin dejar, de vez en cuando, de atisbar la calle a través de los ventanales empuñados por el humo. Esta última era una de las vías principales de la ciudad y durante todo el día rebosaba de animación.<br /></div><p align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJHSxPrwvC1fpGXLIvQ6wfVEV-JJMMODH4XSPcYZOWDT81NIj7pI6XncTA4h6tylmNfu4-XMCZXWJh9Y7BFL7kRhIAy-0QnFm8Q4_tqFm5hR7nVWTZzD-F8Mcvttqpf6_EkXpAimMOsRqq/s1600-h/untitled.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5032598183561776642" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJHSxPrwvC1fpGXLIvQ6wfVEV-JJMMODH4XSPcYZOWDT81NIj7pI6XncTA4h6tylmNfu4-XMCZXWJh9Y7BFL7kRhIAy-0QnFm8Q4_tqFm5hR7nVWTZzD-F8Mcvttqpf6_EkXpAimMOsRqq/s400/untitled.bmp" border="0" /></a><br /><span style="font-family:arial;font-size:78%;">Pelicula. La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock</span><br /><br />Conforme iba haciéndose de noche, el gentío aumentaba. Cuando se encendieron las luces, dos densas y continuas corrientes de transeúntes comenzaron a entrar y salir del establecimiento. Nunca mg había encontrado en una situación como aquélla y, por tanto, aquel mar tumultuoso de cabezas humanas me llenaba de una emoción deliciosamente nueva. Dejé de prestar atención a lo que sucedía en el interior del hotel para absorberme de lleno en la contemplación del exterior. Al principio mis observaciones adoptaron un cariz abstracto y general. Miraba a los transeúntes en masa y pensaba en ellos como formando una unidad amalgamada por sus características comunes. Pronto, sin embargo, descendí a los detalles y observé con minucioso interés las innumerables variedades de tipos, vestidos, aires, portes, aspectos y fisonomías. </p><div align="justify">La gran mayoría de los que pasaban tenían el aire satisfecho de gente ocupada y su única preocupación parecía ser la de abrirse paso entre la muchedumbre. Llevaban las cejas fruncidas y volvían sus ojos rápidamente en todas direcciones. Cuando eran empujados por otros transeúntes no daban el menor signo de impaciencia, sino que se componían un poco la ropa y continuaban su camino. Otros, todavía una gran mayoría, se movían intranquilos, mostraban el rostro enrojecido y hablaban gesticulando consigo mismo, como si precisamente se encontraran aislados por la misma densidad de la concurrencia que les rodeaba. Cuando se veían obstaculizados en su avance, esta gente dejaba pronto de murmurar para sí, pero doblaban sus gestos y esperaban con una, sonrisa ausente e inexpresiva en los labios el paso de las personas que impedían el suyo. Si les empujaban, se disculpaban con una inclinación ante los mismos que les habían empujado y parecían abrumados por la confusión. En estos dos grupos que he señalado no había nada especialmente característico. Sus prendas de vestir pertenecían a esa clase que se ha dado en llamar, decente. Sin lugar a dudas, se trataba de familias distinguidas: comerciantes, abogados, hombres de negocios, rentistas, los eupátridas y la clase media de la población, gente empleada y gente ocupada en sus mismos negocios. Todos ellos no llamaban demasiado la atención. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">La tribu de los empleados era inconfundible, y yo en este punto distinguía dos grupos muy marcados. Por un lado, los jóvenes empleados de casas florecientes, jóvenes de chaquetas ajustadas, botines brillantes, cabello engomado y labios desdeñosos. Dejando aparte un cierto empaque que yo me atrevía a llamar de mesa de despacho, a falta de otra palabra, las maneras de esta clase de personas me parecían un exacto facsímil de las que se habían considerado como la perfección del buen tono cerca de doce o dieciocho meses antes. Usaban la gracia de desecho de la aristocracia, y ésta, pienso, puede ser la mejor definición de los mismos. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Los altos empleados de firmas sólidas resultaban inconfundibles. Se les conocía por sus chaquetas y pantalones blancos o marrones, diseñados para sentarse cómodamente, con corbatas negras y chalecos del mismo color, zapatos anchos y de sólida apariencia. Todos eran algo calvos y sus erguidas orejas, a causa de sostener los palilleros, habían adquirido el hábito de separarse en sus extremidades superiores. Me di cuenta de que al quitarse o ponerse el sombrero, siempre utilizaban las dos manos y que usaban relojes de cortas cadenas de oro de un modelo sólido y anticuado. Tenían la afectación de la respetabilidad, si es que realmente puede existir una afectación tan honorable.<br /></div><br /><div align="justify">Había muchos individuos de aspecto osado a quienes pronto reconocí como pertenecientes a la raza de los rateros elegantes que infestan todas las grandes ciudades. Vigilé con atención a esta calaña y me resultó difícil imaginar cómo podrían ser confundidos por caballeros por los mismos caballeros. Los puños de sus camisas, demasiado salientes, y sus aires de excesiva franqueza, habrían bastado para delatarlos.<br /></div><div align="justify"> </div><div align="justify">Los tahúres, de los que identifiqué no pocos, eran todavía más fáciles de reconocer. Usaban gran variedad de trajes, desde el tramposo camorrista con chaleco de terciopelo, corbata de fantasía, cadena dorada y botones de filigrana, hasta el clérigo expulsado, tan parcamente vestido que nadie podía estar más alejado de sospechar de él. Todos, no obstante, se distinguían por cierto color moreno de su curtido cutis, por un apagamiento de los ojos y por la palidez de sus labios apretados. Además, había también otros dos rasgos, por los cuales yo siempre los distinguía: una tonalidad baja y cautelosa en la conversación y un pulgar excesivamente estirado, hasta formar ángulo recto con los demás dedos. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Muy a menudo, en compañía de aquellos pícaros, he observado otra clase de hombres algo diferentes en sus costumbres, pero, en definitiva, pájaros del mismo plumaje. Se les podría definir como caballeros que viven del cuerno. Parecen dividirse en dos batallones para devorar al público: el de los dandys y el de los falsos militares. En el primer grupo los rasgos característicos son: cabellos largos y sonrisas; en el segundo, levitas y ceños fruncidos.<br /></div><div align="justify">Descendiendo en la escala de lo que se llama nobleza, encontré temas de meditación más oscuros y profundos. Vi traficantes judíos con ojos de halcón que brillaban en unas caras cuya única expresión era de abyecta humildad. Porfiados mendigos profesionales que apartaban a los pobres de mejor aspecto y a quienes sólo la desesperación les había lanzado en medio de la noche a implorar caridad. Inválidos débiles y depauperados a quienes la muerte había señalado con su mano y que se retorcían y se tambaleaban entre la muchedumbre, mirando suplicantes a todas partes como en busca de alguna posibilidad de consuelo, de alguna esperanza perdida. Modestas jóvenes que volvían de una larga y prolongada labor, hacia un hogar sin alegría y que retrocedían, más temerosas que indignadas, ante las miradas de los rufianes, cuyo contacto directo no podían evitar a pesar suyo. Prostitutas de todo género y edad: inequívocas bellezas en toda la flor de su feminidad que hacían recordar la estatua de Luciano, estatuas cuya superficie era como el mármol de Paros y cuyo interior estaba lleno de inmundicias; la repulsiva, completamente hundida en el fango; la arrugada y pintarrajeada bruja que intenta una última apariencia de juventud; la que es todavía una niña de formas sin modelar, pero que ya está entregada a las terribles coqueterías de su tráfico y ardiendo con feroz ambición por verse colocada al nivel de las mayores en el vicio... Borrachos innumerables e indescriptibles, unos harapientos y llenos de remiendos, haciendo eses, desarticulados, con caras tumefactas y ojos empañados; vestidos otros con trajes, aunque ya ajados y sucios, de aire fanfarrón y caras rubicundas, llevando los que en su día debieron ser buenos y que entonces estaban escrupulosamente bien cepillados; hombres que caminan con paso que resulta de una firmeza y elasticidad fuera de lo común, pero cuyos rostros están espantosamente pálidos y cuyos ojos brillan feroces y enrojecidos mientras procuran asirse con manos temblorosas a cualquier objeto que encuentren a su alcance... Junto a todos éstos, pasteleros, recaderos, cargadores de carbón, barrenderos, organilleros, domadores de monos, vendedores de canciones, artistas andrajosos y obreros cansados de todas clases; y todo este turbión moviéndose en medio de un recinto ensordecedor y de una desordenada vivacidad, que irritaba el oído con sus discordancias y producía una sensación dolorosa en los ojos. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">A medida que la noche se hacía más profunda, más profundo se hacía en mí el interés por la escena, Rues cambiaba el carácter de la multitud, desapareciendo los aspectos más nobles al retirarse gradualmente la gente más ordenada, y se iban poniendo de relieve los aspectos más duros y groseros a medida que la última hora sacaba de sus guaridas a toda clase de seres abyectos y degradados. Pero la luz de los faroles de gas, débiles en un principio por tener que luchar con la luz del día, cobraban finalmente mayor vigor y arrojaba sobre todo una luz dominante. La oscuridad resultaba tan espléndida como ese ébano comparable con el estilo de Tertuliano. Los raros aspectos de la luz me encadenaban a examinar los rostros de los individuos, y aunque la rapidez con que pasaban ante el ventanal me impidiera echar más de una ojeada sobre cada rostro, me parecía que, dado mi peculiar estado mental, podía leer con frecuencia, en el breve intervalo de una mirada, la historia de largos años. </div><div align="justify"><br />Estaba escudriñando a la multitud con la frente pegada al cristal cuando de pronto apareció ante mi vista el rostro de un anciano de unos sesenta y cinco o setenta años de edad, que inmediatamente atrajo y absorbió toda mi atención a causa de la peculiar idiosincrasia de su expresión. </div><div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglidWctkZgD8wDs_cjophLqEbe61-Rj5TP7bqXvoGU5oUY5DMmilTFhh-kecyW4pWqyN5NmqoNwpm3khWlrYm8ruiwQjBt9NXcwe35Gi8riziSpSXe5Bez9YKQCF9o3Wq_-quiEaRHFcaM/s1600-h/flanneur-1.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5032602242305871394" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglidWctkZgD8wDs_cjophLqEbe61-Rj5TP7bqXvoGU5oUY5DMmilTFhh-kecyW4pWqyN5NmqoNwpm3khWlrYm8ruiwQjBt9NXcwe35Gi8riziSpSXe5Bez9YKQCF9o3Wq_-quiEaRHFcaM/s400/flanneur-1.jpg" border="0" /></a><br />Jamás había visto otra que se pareciese ni remotamente a ella. Recuerdo bien que mi primer pensamiento al verla fue que si Retsch la hubiera visto, la habría tomado como modelo preferente para sus interpretaciones pictóricas del demonio. Cuando intentaba, durante el - breve minuto de mi primera ojeada, realizar un rápido análisis del significado de aquella expresión, noté surgir, confusas y paradójicas en mi mente, ideas de un vasto poder mental, de cautela, de rnezquindad, de avaricia, de instintos sanguinarios, de maldad, de terror, de alegría y de desesperación intensa y profunda. Me sentí singularmente sobrecogido, espantado y fascinado "¡ Qué historia más extraña ! -me dije a mí mismo-. ¡ Debe estar escrita dentro de su pecho!" </div><div align="right"><br /><span style="font-family:arial;font-size:78%;">Londres 1900</span><br /><br /></div><div align="justify"> </div><div align="justify">Entonces me acometió el fuerte deseo de mantener al viejo aquel al alcance de mí vista para saber más cosas de él. Me puse el gabán precipitadamente, cogí el sombrero y el bastón, salí a la calle, abriéndome paso entre la multitud, en la dirección por donde le había visto desaparecer, pues éste ya se había perdido de mi vista. No sin dificultad, al fin volví a verle; me acerqué y le seguí de cerca, aunque con precauciones, para no atraer su atención. </div><div align="justify"><br />Tuve entonces una buena oportunidad para examinar su persona. Era de baja estatura, muy delgado y de apariencia débil. En conjunto, sus ropas estaban sucias y andrajosas, pero cuando algunas veces pasaba debajo de la luz de algún farol, pude darme cuenta de que su ropa blanca, aunque manchada, era de buen género, y si mi vista no me engañó, a través de un desgarrón del capote que le envolvía entreví el refulgir de un brillante puñal. Estas observaciones avivaron mi curiosidad y decidí seguir al desconocido donde fuera. </div><div align="justify"><br />Había cerrado ya la noche y sobre la ciudad caía una densa niebla, que no tardó en convertirse en una lluvia constante y copiosa. Este cambio de tiempo produjo un raro efecto sobre la multitud, que se agitó toda ella inmediatamente con una nueva conmoción y quedó un poco oculta por una nube de paraguas. La oleada, los empellones y el zumbido aumentaron diez veces más. Por mi parte no me fijé mucho en la lluvia, ya que conservaba el ardor de una fiebre que corría por mis venas y que hallaba alivio con la humedad, aun cuando resultara un tanto peligroso. Me anudé un pañuelo alrededor del cuello y continué la marcha. Durante media hora, el viejo continuó abriéndose camino con dificultad por la gran calle, mientras yo le seguía pisándole materialmente los talones por miedo a perderle de vista. </div><div align="justify"><br />Ni una sola vez volvió la cabeza para mirar hacia atrás. Luego se metió por una bocacalle, que aunque muy concurrida, no lo estaba tanto como la principal que había abandonado. Entonces se produjo un cambio visible en su proceder. Caminaba mucho más despacio y con menos decisión que antes; vacilando continuamente, cruzó y volvió a cruzar la calle sin motivo aparente y la multitud se hizo tan espesa que a cada uno de sus movimientos me veía obligado a seguirle más de cerca. La calle era larga y estrecha y su andar se prolongó casi una hora, durante la cual, los transeúntes habían disminuido gradualmente hasta reducirse al número de los que circulan al mediodía en Broadway cerca del parque, ya que tal es la diferencia existente entre la población londinense y la de la ciudad americana más poblada. </div><div align="justify"><br />Una segunda desviación nos llevó a una plaza brillantemente iluminada y rebosante de vida. Allí el desconocido volvió a adquirir su anterior actitud. Hundió el mentón sobre su pecho, mientras sus ojos giraban con fiereza bajo sus cejas fruncidas, en todas direcciones, atisbando a todos los que le rodeaban. Apresuró su paso con firmeza, pero me sorprendió, sin embargo, que cuando hubo dado la vuelta a la plaza retrocediese sobre sus pasos. Fue mayor mi asombro al ver que repetía el mismo paseo varias veces, estando en uno de ellos a punto de descubrirme cuando se volvió con un súbito movimiento. </div><div align="justify"><br />En tal ejercicio invirtió otra hora, al final de la cual nos encontramos menos obstaculizados por los transeúntes que al principio. Llovía con intensidad, el aire se hacía más frío y la gente se retiraba a sus casas. Con gesto de impaciencia, el vagabundo se metió por una calle relativamente desértica. Bajó por esta que tenía casi media milla de larga, andando con una energía que yo no podía ni siquiera imaginar en un hombre de. tanta edad, y que incluso me puso en un aprieto para seguirle. Después de unos cuantos minutos, nos encontramos en un mercado grande y concurrido que parecía ser cosa conocida del viejo. Éste volvió a adoptar su aire primitivo mientras andaba de arriba abajo, entre compradores y vendedores, sin objeto aparente. Durante la hora y media, o cosa así, que pasamos en aquel lugar me fue precisa mucha reserva para no perderle de vista sin atraer su atención. </div><div align="justify"><br />Afortunadamente, llevaba yo chanclos de goma y podía andar sin producir el menor ruido. Entraba en una tienda tras otra sin preguntar el precio y sin decir una palabra, contemplando todos los objetos con una mirada extraña y ausente. Estaba yo muy asombrado de su forma de proceder y tenía la firme decisión de no separarme de él hasta haber satisfecho en alguna medida la curiosidad que me inspiraba. Un reloj de sonoras campanadas dio las once y todo el mundo abandonó el mercado. Al bajar el cierre, un tendero dio un codazo al viejo y en el mismo momento vi que se estremecía. Se precipitó a la calle, miró ansiosamente a su alrededor durante un instante y luego corrió con gran velocidad por las numerosas y tortuosas callejuelas, hasta que llegamos una vez más a la gran calle de donde habíamos partido, la del café .... Sin embargo, no ofrecía el mismo aspecto de antes. Todavía estaba brillantemente iluminada con gas, pero la lluvia caía pesadamente y se veían muy pocas personas. El desconocido se puso pálido; dio pensativo unos pasos por la antes populosa avenida, y luego, exhalando un fuerte suspiro, torció en dirección al río, para ádentrarse en una serie de calles apartadas y salir al fin frente a uno de los teatros principales. Estaban cerrando y el público salía apretadamente por las puertas. Vi al viejo abrir la boca como para respirar mientras se precipitaba entre el gentío; me parecía que la intensa angustia que se reflejaba en su cara habíase calmado en cierto modo. Volvió a hundir la cabeza sobre su pecho y apareció tal y como lo había visto la primera vez. Observé que entonces tomaba la misma dirección seguida por el público... No podía comprender lo extraño de sus actos. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Mcnar0-t0OvKST0a4ThZnK9YhBNcCy78nqt8QSqIG9H4qDBjg-qP_XFB5VtUNgWLPTQGuCx2bupXVGw1UBk28S2ggUlo1XaekHC5LEa_3YurO1J4AXmwLOx4D220M7EjPJA8Gw9h5Z8z/s1600-h/Flanneur2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5032602976745279026" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 234px; CURSOR: hand; HEIGHT: 358px" height="358" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Mcnar0-t0OvKST0a4ThZnK9YhBNcCy78nqt8QSqIG9H4qDBjg-qP_XFB5VtUNgWLPTQGuCx2bupXVGw1UBk28S2ggUlo1XaekHC5LEa_3YurO1J4AXmwLOx4D220M7EjPJA8Gw9h5Z8z/s400/Flanneur2.jpg" width="209" border="0" /></a><span style="font-family:arial;font-size:78%;">Escrito- Walter benjamin 1892 – 1940, El flaneur</span><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><div align="justify">A medida que avanzaba, la gente se iba esparciendo. Otra vez hizo visible su malestar e indecisión. Por algún tiempo siguió muy de cerca a un grupo de unos diez o doce alborotadores, pero éstos se fueron separando uno a uno, hasta quedar reducidos a tres en una estrecha y oscura calleja muy poco frecuentada. El extraño se detuvo y por un momento pareció quedar absorto en sus pensamientos. Entonces, con una rapidez muy marcada, prosiguió rápidamente un camino que nos condujo a las afueras de la ciudad, por lugares muy distintos de los que habíamos atravesado hasta entonces. Era el barrio más sucio de Londres, donde todo parece llevar la marca de la pobreza más deplorable y del crimen más desesperado. A la luz mortecina de un farol veíanse casas de madera, altas, viejas, carcomidas, como tambaleantes, que parecían inclinarse para su inmediata caída, en direcciones tan diversas y caprichosas que apenas se veían pasos entre ellas. Los adoquines estaban colocados al azar, más bien desplazados de su lugar, mientras que en el suelo crecía una profusa maleza. La porquería se acumulaba en las alcantarillas cegadas. Todo el ambiente estaba lleno de desolación. Sin embargo, mientras avanzábamos se reavivaron los ruidos de vida humana, creciendo gradualmente y, por último, nutridos grupos de la especie más baja de la población londinense se movían de arriba, abajo. De nuevo los ánimos del viejo comenzaron a encenderse como una lámpara que está próxima a extinguirse. Una vez más se lanzó hacia delante con un paso elástico. De pronto se volvió en una esquina, un ramalazo de luz cayó sobre nosotros y nos encontramos ante uno de los enormes templos de la intemperancia, uno de los palacios del demonio de la ginebra. </div><div align="justify"><br />Era casi de día, pero aún se apretujaba un cierto número de miserables beodos, que entraban y salían por la ostentosa puerta. El viejo se adentró con un apagado grito de alegría, recobró su primitiva apariencia y se puso a pasear de arriba abajo, sin objeto aparente. No hacía, sin embargo, mucho tiempo que se dedicaba a ello, cuando un fuerte empujón hacia las puertas reveló que el dueño iba a cerrarlas a causa de la hora. Lo que observé entonces en el rostro del ser singular a quien yo había seguido tan pertinazmente fue algo más intenso que la desesperación. Con todo, no vaciló en su carrera, pero de pronto, con una energía loca, volvió sobre sus pasos al corazón del poderoso Londres. Huyó durante largo rato y rápidamente, mientras yo le seguía cada vez más asombrado, resuelto a no abandonar aquella pesquisa por la que sentía un interés cada vez más absorbente. Salió el sol mientras íbamos andando, y cuando hubimos llegado otra vez al más atestado centro comercial de la populosa ciudad, la ca4le del café .... presentaba ya un aspecto de bullicio y actividad semejante a lo que yo había visto la noche anterior. Y allí, en medio de la confusión que aumentaba por momentos, persistí en mí propósito de perseguir al extraño. Éste, como de costumbre, iba de una parte a otra y durante todo aquel día no salió del torbellino de aquella calle. </div><div align="justify"><br />Cuando las sombras de la segunda noche iban llegando, me sentí mortalmente cansado, y parándome frente al vagabundo, le miré fijamente a la cara. No pareció darse cuenta de mi presencia y reanudó su paseo, en tanto que yo permanecí absorto en aquella contemplación. "Este viejo -pensé por fin- es el tipo y el genio del crimen profundo. No quiere permanecer nunca solo. Es el hombre entre la multitud. Sería inútil seguirle, pues no lograría averiguar nada sobre él ni sobre sus hechos. El peor corazón del mundo es un libro más repelente aún que el Hortulus Animae y tal vez una de las más grandes mercedes de Dios sea que es lüsst sich nicht lessen, que no se deja leer." </div><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTreYMnOMAwjeXZfFz2pFWgFJLcwgquowyVmM_hizRbykF16glkzvlAB0hLMOjshHMSOXvqIUDERWYFyK8INhV6_Ghd2n7wWHKYsnVqIcHzOf8Ov_TwNFjgGbE-I0bkEYCgKZdbvnPPrni/s1600-h/IMAGEN-3432580-2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5032604024717299266" style="CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTreYMnOMAwjeXZfFz2pFWgFJLcwgquowyVmM_hizRbykF16glkzvlAB0hLMOjshHMSOXvqIUDERWYFyK8INhV6_Ghd2n7wWHKYsnVqIcHzOf8Ov_TwNFjgGbE-I0bkEYCgKZdbvnPPrni/s400/IMAGEN-3432580-2.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:arial;"><span style="font-size:78%;">Spencer Platt, Categoria Daily life, World Press Photo</span><br /></span><br /><div align="justify"></div><span style="font-size:78%;"><span style="font-family:arial;">IMAGEN GANADOR DEL WORLD PRESS PHOTO 2006-2007</span><br /></span><a href="http://www.worldpressphoto.com/"><span style="font-size:78%;">http://www.worldpressphoto.com/</span></a><br /><br /><strong><span style="font-size:85%;">QUIEN ES EL FLANEUR HOY?</span></strong><br /><div align="justify"></div><br /><br /><br /><div align="justify"></span></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-46850666183013840332007-02-11T14:43:00.000-08:002007-02-17T13:30:31.323-08:00EL CUERPO. Tema 01 Clase Febrero 5<div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"><strong>TOMADO DE CARNE Y PIEDRA </strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"><strong>-El Cuerpo y la Ciudad en la Civilización Occidental-</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong>Richard Sennet</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"><strong>Paginas 378-401</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"><strong>Alianza Editorial</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:Trebuchet MS;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><span style="font-size:130%;">CONCLUSIÓN </span><br /><strong><span style="font-size:180%;">Cuerpos cívicos</span></strong><br /><strong>La Nueva York multicultural</strong><br /></div></span><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"></span></div><div align="center"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><strong>1. DIFERENCIA E INDIFERENCIA</strong> </span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Greenwich Village<br /></div></span><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Como muchos otros, antes de llegar a Greenwich Village, me h~ bía ambientado en las páginas de The Death and dead of the American Cities de Jane Jacobs. Greenwich Village aparece en su famoso libro como la quintaesencia del centro urbano que mezcla a los grupos y estimula a los individuos en su diversidad. Pintaba un cuadro de razas viviendo en total armonía, a diferencia de Harlem o el South Bronx, en una mezcla étnica de italianos, judíos y griegos. Greenwich-­Village era para ella un ágora moderna en el corazón de Nueva York.<br />El lugar que yo encontré no desmentía sus palabras. Aunque hacia 1970 el Village había perdido a muchos de los hijos de estos emigrantes, que se habían desplazado a los suburbios, la comunidad seguía siendo variada y tolerante. Adolescentes que tenían en sus casas sábanas limpias y lechos calientes dormían en el suelo al aire libre en Washington Square, arrullados por cantantes folk nocturnos, sin ser molestados por los ladrones ni inquietarse por la presencia de quie­nes no tenía otro lugar para dormir. Las casas y calles bien conserva­das del Village contribuían a dar la impresión de que este lugar era diferente del resto del Nueva York y que poseía un fuerte sentimien­to de comunidad entre extraños que vivían con relativa seguridad.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="font-size:78%;">Composición érnica y política de los distritos municipales de Nueva York, c. 1980. Reproducido con permiso de John Hull Mollenkopf, A Phoenix in the Ashes: The Rise and Pall o/ the Koch Coalition in New York City Politics, Princeton UniversityPress, 1992.<br /></span><br /><br /><br />El Village sigue siendo hoy un espacio de diferencias. Todavía hay núcleos de familias italianas que sobreviven en MacDougal Street, mezcladas con turistas. Las encantadoras casas de la comunidad aún albergan a gente mayor que ha conservado su vivienda barata y que vive mezclada con recién llegados más jóvenes y con más medios. Desde la época de Jacobs, una considerable comunidad homosexual ha florecido en el extremo occidental del Village, molestada por al­gunos de los turistas pero en relativa armonía con sus vecinos inme­diatos. Los escritores y artistas que siguen viviendo allí vinieron, como yo, cuando los alquileres eran baratos. Somos unos bohemios burgueses envejecidos sobre los que esta variopinta escena actúa como un encantamiento.<br /><br /><br />Sin embargo, la vista con frecuencia aporta una información social engañosa sobre la diversidad. Jane Jacobs vio a los habitantes del Vi­llage tan estrechamente unidos que parecían haberse fundido. En MacDougal Street, sin embargo, la acción de los turistas consiste principalmente en mirar a otra gente. Los italianos ocupan el piso por encima de las tiendas que se encuentran a la altura de la calle y hablan con sus vecinos de enfrente como si no hubiera nadie debajo. Los hispanos, judíos y coreanos están entremezclados a lo largo de la Segunda Avenida, pero si uno camina por esa avenida, encuentra un palimpsesto étnico en el que cada grupo se mantiene estrechamente vinculado a su propia gente.<br />La diferencia y la indiferencia coexisten en la vida del Village. El mero hecho de la diversidad no impulsa a las personas a interactuar. En parte ello obedece a que, durante las dos últimas décadas, la di­versidad del Village se ha hecho más cruel, en formas no previstas en el libro de Jacobs. Washington Square se ha convertido en una espe­cie de supermercado de drogas. Los columpios de un parque para ni­ños situado al norte sirven de tienda de heroína, los bancos que hay bajo la estatua de un patriota polaco se usan como expositores de di­ferentes píldoras, mientras que en cada esquina de la plaza se trafica con la cocaína al por mayor. Ya no hay jóvenes que duerman en el parque, y aunque los traficantes y sus escoltas son personajes familia­res para las madres que vigilan a los niños en los columpios o para los estudiantes de la universidad cercana a la plaza, estos criminales pa­recen invisibles para la policía.<br />En su Historia, Tucídides evaluó la fuerza cívica de Atenas, empa­rejando la oración fúnebre de Pericles con el brote de la peste en Atenas unos meses más tarde. Cuando la plaga moderna del sida apa­reció en las calles del Village no sucedió nada similar al colapso mo­ral descrito por Tucídides. En la parte occidental de la comunidad la extensión de la enfermedad hizo que muchos de los residentes homo­sexuales se comprometieran más políticamente. La respuesta de la maquinaria sanitaria de la ciudad ha sido positiva aunque inadecua­da. Buena parte del arte, el teatro y la danza del West Village se de­dica a explorar el sida.<br />En el límite oriental del Village, donde se produce la transición a la gran bolsa de pobreza del Lower East Side, la situación es diferente. Aquí se concentran los drogadictos de ambos sexos que han enfermado de sida por compartir jeringuillas y mujeres que lo han contraído por mantener relaciones sexuales como prostitutas. El sida y las drogas se mezclan de una manera más gráfica a lo largo de Rivington Street, un paréntesis de casas abandonadas del Bowery, donde los drogadictos en­cuentran «galerías del chute». Ocasionalmente se puede ver a jóvenes asistentes sociales por Rivington Street, llamando a las puertas cerra­das o a las ventanas tapadas con cartones y ofreciendo jeringuillas lim­pias y gratuitas. Pero los habitantes de Greenwich Village tienden a no molestar a los que van a morir. Toleradas por los ciudadanos, quizás provechosas para la policía, las casas de droga están floreciendo.<br />Si los habitantes del Village no molestan a la policía de estupefa­cientes, pocos de mis vecinos se sienten inclinados a telefonear sobre los nuevos extraños, sin hogar, que hay en Greenwich Village. Se ha calculado que, durante el verano, casi una de cada doscientas perso­nas que habitan en el centro de Nueva York carece de hogar, lo que sitúa a la ciudad por encima de Calcuta pero por debajo de El Cairo en este particular índice de miseria 2. En Greenwich Village los sin techo duermen en las calles próximas a Washington Square, pero apartados de la ruta de la droga. Durante el día, se ponen a la salida de los bancos. Mi «portero» bancario personal afirma que aunque la gente de Greenwich Village le da menos dinero que en partes más acomodadas de la ciudad, también le causamos menos problemas. Ni más ni menos: aquí la gente deja a los demás en paz.<br /><br />Durante el desarrollo del individualismo moderno y urbano, el individuo se sumio en el silencio de la ciudad. La calle, el café, el almacen, el ferrocarril, el autobús y el metro se convirtieron en lugares donde prevalecio la mirada sobre el discurso. Cuando. son difíciles de sostener las relaciones verbales entre extraños en la ciudad moderna, los impulsos de simpatía que pueden sentir los individuos de la ciu­dad mirando a su alrededor se convierten a su vez en momentáneos -una respuesta de un segundo al mirar las instantáneas de la vida.<br />La diversidad del Village funciona de esa manera. Nuestro ágora es meramente visual. No hay ningún lugar donde discutir los estímulos de la vista en calles como la Segunda Avenida, donde puedan confi­gurarse colectivamente en una narración cívica, ni, quizá más lógica­mente, un santuario para las escenas de desolación.del East Village. Por supuesto, Greenwich Village, como cualquier otro lugar de la ciudad, ofrece incontables ocasiones formales en las que nuestros ciu­dadanos expresan sus quejas y protestas de carácter cívico. Pero las ocasiones políticas no se traducen en la práctica social cotidiana de las calles. Además, apenas contribuyen a agrupar la cultura múltiple de la ciudad en torno a propósitos comunes.<br />Puede ser una perogrullada sociológica afirmar que la gente no abraza la diferencia, que las diferencias crean hostilidad, que lo mejor que se puede esperar es la práctica diaria de la tolerancia. Ello significaría que la estimulanre experiencia personal reflejada en una novela como Howards End no puede ser trasladada de manera más amplia a la sociedad. Sin embargo, Nueva York ha sido durante más de un siglo una ciudad de múltiples culturas, algunas de ellas tan discriminadas como la de los judíos de la Venecia renacentista. Decir que la diferencia provoca inevitablemente un repliegue mutuo signi­fica decir que una ciudad multicultural de ese tipo no puede tener una cultura cívica común; significa ponerse del lado de los cristianos venecianos que pensaban que una cultura cívica sólo era posible entre personas semejantes. Además, significa ignorar una profunda fuente de la fe judeo-cristiana -la compasión-, como si esa estimuladora fuerza religiosa simplemente se hubiera desvanecido en el mar multi­cultural.<br />Si la historia de Nueva York plantea la cuestión general de si pue­de forjarse una cultura cívica a partir de las diferencias humanas, Greenwich Village plantea una cuestión más particular: cómo puede esa variopinta cultura cívica convertirse en algo que la gente sienta en sus huesos.<br />Centro y periferia.<br />La historia y la geografía de Nueva York han agravado los dilemas que plantean las reacciones viscerales en una sociedad multicultural.<br />Nueva York es la ciudad cuadriculada por antonomasia, una geo­metría infinita de bloques iguales, aunque no exactamenre la cuadrí­cula que concibieron los romanos. La cuadrícula neoyorkina no tiene ni límites ni centro establecidos. Los constructores de la ciudad ro­mana estudiaban los cielos para ubicar la ciudad terrena y trazaban los límites de la ciudad para definir su geometría interna. Los plani­ficadores de la moderna Nueva York concibieron la cuadrícula urba­na como un tablero de ajedrez en expansión. En 1811 los padres de la ciudad situaron el plano cuadriculado de la ciudad en los terrenos si­tuados al norte de Greenwich Village, y en 1855 este plano se exten­dió más allá de Manhattan al Bronx al norte y a Queens al este.<br />Al igual que la cuadrícula de la ciudad romana, el plano de Nueva York se superponía sobre un territorio en buena medida vacío, una ciudad planeada antes de ser habitada. Si los romanos consultaban los cielos en busca de guía, los padres de la ciudad de Nueva York con­sultaron a los bancos. Acerca del plano cuadriculado moderno en general Lewis Mumford ha dicho que, «el emergente capitalismo del siglo XVII trató la parcela individual y el bloque, la calle y la avenida como unidades abstractas para comprar y vender, independientemen­te de los usos históricos, las condiciones topográficas o las necesida­des sociales» 3. La absoluta uniformidad de las parcelas creadas por la cuadrícula de Nueva York significó que' la tierra podía tratarse de la misma manera que el dinero, cada pieza tendría el mismo valor. En los primeros, y más dichosos, días de la República, se imprimían bi­lletes de dólar cuando los banqueros necesitaban dinero. De la misma manera, la necesidad de tierra podía solucionarse extendiendo el te­rreno, por lo que con la actuación de los especuladores comenzaron a existir nuevas partes de la ciudad.<br />Esta ciudad cuadriculada e ilimitada carecía de centro. Ni el plano de 1811 ni el de 1855 contienen indicaciones de mayor o menor va­lor, ni descripciones de dónde se encontraría la gente, como podría haber averiguado un romano en el extranjero localizando las intersec­ciones de las calles principales. La persona que visita Nueva York in­ruye lógicamente que el centro de la ciudad se encuentra en torno a Central Park. Cuando Calverr Vaux y Frederick Law Olmsted co­menzaron a planificar el parque en 1857, lo imaginaron como un re­fugio de la ciudad. Desde el momento en que los políticos locales re­tiraron a Olmsted de su gran proyecto, el parque empezó a decaer y la gente evitaba reunirse allí por no estar cuidado y ser peligroso.<br />En teoría, el plano de una ciudad que carezca de límites fijos y de un centro determinado posibilita muchos puntos de contacto social distintos; el plano original no establece dictados para las generacio­nes posteriores de constructores. En Nueva York, por ejemplo, el gran complejo de oficinas del Rockefeller Center, que empezó a cons­truirse en la década de los treinta, podía haberse ubicado unas man­zanas más al norte, al sur o al oeste. La cuadrícula neutral no dictaba su emplazamiento. Aunque la flexibilidad del espacio en Nueva York puede recordar idealmente el plano de L'Enfant para una ciudad más heterogénea que centralizada, Nueva York se acerca más al espacio urbano que concibieron los urbanistas de la Revolución Francesa. La carencia de directrices del plano de Nueva York significa que los obstáculos se pueden eliminar con facilidad, obstáculos que consisten en piedra, cristal y acero del pasado.<br />Hasta hace poco, edificios perfectamente viables de Nueva York de­saparecían con la misma regularidad que habían aparecido. En sesenta años, por ejemplo, las grandes mansiones que se alineaban a lo largo de varios kilómetros en la Quinta Avenida, desde Greenwich Village hasta la parte alta de Central Park, fueron construidas, habitadas y destruidas para dejar espacio a edificios más elevados. Incluso hoy, con controles históricos, los nuevos rascacielos de Nueva York están concebidos y financiados para durar cincuenta años, aunque desde el punto de vista arquitectónico podrían durar mucho más. De todas las ciudades del mundo Nueva York ha sido la que más se ha destruido para crecer. Dentro de cien años la gente tendrá una evidencia más tangible de la Roma de Adriano que de la Nueva York de fibra óptica.<br />Este camaleónico tejido urbano ha tenido una gran importancia para la historia del multiculturalismo en Nueva York. Después de la guerra civil, cuando Nueva York se convirtió en una ciudad interna­cional, sus emigrantes se hacinaban en grandes y congestionadas cua­drículas de pobreza, principalmente en el Lower East Side de Man­hattan y en el límite oriental de Brooklyn. Miserias de las clases más diversas se daban cita en los bloques de los denominados New Law Tenements. Estos edificios habían sido concebidos para proporcionar luz y aire a los espacios interiores, pero las buenas intenciones de sus arquitectos se vieron sobrepasadas por la cantidad de gente que se hacinaba en las estructuras.<br />A principios de este siglo, los hijos de los emigrantes comenzaron a marcharse cuando se lo permitían las circunstancias, igual que las clases trabajadoras inglesas, que utilizaron el metro para mudarse a casas mejores en el Londres norte. Algunos hijos de emigrantes se mudaron primero a Harlem; otros se fueron más lejos, al territorio poco poblado de los suburbios; los más prósperos a viviendas unifa­miliares y los suficientemente prósperos a edificios de apartamentos más holgados que los del centro de Nueva York. Dos circunstancias dificultaban el movimiento de salida: la mayoría de los empleos se­guían estando en el centro de la ciudad y la región de Nueva York ca­recía de una compleja red de arterias y venas urbanas.<br />Después de la Segunda Guerra Mundial, un nuevo impulso de abandonar la ciudad se hizo posible gracias a la obra de un hombre, Robert Mases. Como en el caso de Haussmann, la magnitud de la empresa de Mases comenzada en los años veinte y treinta de este si­glo desafía la imaginación. Construyó puentes, parques, puertos, pa­seos marítimos y autopistas. De nuevo como Haussmann, y antes de Haussmann, Boullée y Wailly, Robert Mases consideraba arbitraria la forma del tejido urbano de su ciudad y no se sentía obligado a pre­servar o renovar lo que habían hecho otros antes de él.<br />La gran red de transporte que Mases creó para la región de Nueva York consumó el impulso de la Ilustración a crear una ciudad basada<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="font-size:78%;">Plano de las autopistas regionales de Nueva York, 1929. De The Graphic Regional Plan: Atlas and DescriPtion. Cortesía de la Universidad de Columbia, Avery Architectural and Fine Arts library, Nueva York.</span><br /><br /><br />en el cuerpo móvil. Aunque Nueva York había desarrollado el siste­ma de transporte de masas más extenso del mundo en la época en que Mases comenzó a construir, favoreció el desplazamiento de los indi­viduos en automóviles. Para otros planificadores, esta inmensa red de carreteras parecía amenazar la viabilidad del centro urbano estableci­do, más que extender su alcance. Así le pareció, por ejemplo, al urbanista Jean Gottmann, que en su estudio clásico, Megalopolis, previó la formación de una vasta región urbana a lo largo de la costa oriental de los Estados Unidos, de Boston a Washington. Según Gottmann, esta megalópolis destruiría la ciudad central como «el "centro", el "corazón" de una región» 4.<br />Moses sostenía que sus carreteras no tenían un carácter destructi­vo, sino que ofrecían posibilidades placenteras. Su idea de los place­res del movimiento se plasmó en el sistema de avenidas (parkway sys­tem) -carreteras por las que no podían viajar los camiones, que atravesaban como lazos de asfalto parques artificiosamente situados y que no eran visibles desde las casas. Estos caros e ilusivos parkways debían convertir la experiencia de conducir un automóvil en un pla­cer autónomo, sin resistencias.<br />Moses creía que este sistema de autopistas y parkways liberaría a las personas de las tensiones de la ciudad. En este sentido, uno de los grandes proyéctos de Moses fue Jones Beach, la gran extensión de arena que convirtió en una playa pública cerca de la ciudad. Sobre la<br />Paisajes de Nueva York trazados por Robert Mases. De R. Caro, The P0111er Broker: Robert Moses and the Pall ofNew York, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1974, interior de la portada. Reimpreso con permiso.<br /><br /><br /><br /><br />actitud de Moses hacia la playa, un colega suyo, Frances Perhns, se­ñaló: «Atacaba a la gente humilde de una manera terrible. Para él eran personas despreciables y sucias que tiraban botellas por todo Jones Beach. "¡Se van a enterar! Les voy a enseñar!" ... Ama a a la gente, pero no como pueblo» 5. En particular, Moses intentó mantener a los negros fuera de Jones Beach, como de los parques públicos que creó, por considerados especialmente sucios.<br />El título que Robert Caro eligió para su biografía de Robert Mo­ses, The Power Broker, caracteriza adecuadamente el espíritu con el que trabajó Moses 6. Moses no era un planificador profesional, pero forjó los instrumentos gubernamentales y financieros que utilizarían los planificadores. En particular, Moses carecía de la imaginación vi­sual necesaria para ver el aspecto que tendrían los mapas y proyectos en formas tridimensionales. Considerado a menudo como un planifi­cador diletante, en cierto sentido fue algo más aterrador, una persona de inmenso poder que frecuentemente no comprendía lo que estaba edificando. Pero, como en el caso de Jones Beach, sus objetivos socia­les estaban muy claros.<br />Su planificación buscaba anular la diversidad. Cuando actuaba so­bre una masa de la ciudad, la trataba como si fuera una roca que de­bía desmenuzar, y el «bien público» se alcanzaba mediante la frag­mentación. En esto, Moses fue selectivo. Sólo se les proporcionaban los medios de escapar a aquellos que habían tenido éxito -el éxito suficiente como para adquirir un automóvil o una casa- y los puen­tes y las autopistas les ofrecían una vía de escape del ruido de los huelguistas, los mendigos y los necesitados que habían invadido las calles de Nueva York durante la Gran Depresión.<br />Debe decirse que aunque Moses erosionó el congestionado centro urbano, su intervención sirvió para cubrir una necesidad comunitaria profundamente sentida, la necesidad de alojamientos familiares ade­cuados. Cuando Moses extendió la región urbana de Nueva York a través de los dedos de las autopistas que se dirigían al este, después de la Segunda Guerra Mundial se construyeron casas en las grandes fincas y en las tierras dedicadas al cultivo de patatas de Long Island; cuando extendió como dedos otras autopistas hacia el norte, se trans­formaron en suburbios otras propiedades más modestas. Herbert Gans estudió hace una generación la nueva comunidad residencial de Levittown, en Long Island, que habían hecho posible las autopistas de Moses. Observó así que la masa de casas unifamiliares proporcio­naba >>más cohesión familiar y un estímulo significativo de la moral» dentro de cada casa 7. Gans criticó con razón a los que despreciaban estas construcciones. Los individuos que podían dejar los pisos de la ciudad que eran demasiado reducidos para sus familias valoraban sus nuevos hogares a causa de su «deseo de poseer una casa independiente» 8.<br />No obstante, a Mases le costaba entender que había creado un nue­vo territorio económico. De hecho, el crecimiento de la periferia de Nueva York coincidió con un incremento de oficinas y servicios que, gracias a las comunicaciones electrónicas, ya no tenían que estar ubi­cadas en el congestionado núcleo urbano donde los alquileres eran elevados. La periferia también creció a medida que se producían estos cambios y empleó cada vez a más trabajadoras tanto en los servicios como en fábricas pequeñas. Las mujeres podían trabajar cerca del lu­gar donde vivían, pero recibían salarios inferiores a los que se paga­ban a los hombres 9. Cuando la periferia tuvo una vida económica propia, parte del sueño de la evasión comenzó a desvanecerse. La po­breza y los bajos salarios reaparecieron en los suburbios, lo mismo que el crimen y las drogas. Las esperanzas de una vida familiar esta­ble y segura en los suburbios también se frustraron en la medida en que su premisa era la evasión.<br />No obstante, el legado de Roben Mases ha perdurado de dos ma­neras. Su reestructuración de Nueva York llevó a su apogeo las fuer­zas del movimiento individual que habían empezado a tomar forma dos siglos antes en Europa. Y a quienes permanecieron en el viejo y heterogéneo centro urbano les legó el problema agudizado y más di­fícil de enfrentarse a sus formas de percibir y sentir a los demás.<br />El movimiento corporal adquirió por primera vez su importancia moderna como un nuevo principio de actividad biológica. El análisis médico de la circulación de la sangre, de la respiración de los pulmo­nes y de las fuerzas eléctricas que se mueven a través de los nervios creó una nueva imagen del cuerpo saludable, un cuerpo cuya libertad de movimiento estimulaba el organismo. De ese dato médico se se­guía que el espacio debía concebirse para estimular el movimiento corporal y los procesos de respiración asociados con el mismo. A esta conclusión sobre el espacio llegaron los urbanistas de la Ilustración durante el siglo XVIII. La persona que se movía con libertad se sentía más autónoma e individual como resultado de esta experiencia de li­bertad física.<br />Ahora las personas se trasladan con rapidez, especialmente hacia esos territorios periféricos, y dentro de los mismos, cuyos fragmentos sólo están comunicados por automóviles. La logística de la velocidad, sin embargo, separa el cuerpo de los espacios por los que se mueve. Aunque sólo sea por razones de seguridad, los planificadores de auto­pistas tratan de neutralizar y uniformizar los espacios por los que viaja un vehículo a gran velocidad. El acto de conducir, de obligar al cuerpo a permanecer sentado en una posición fija y de exigir sólo mi­cromovimientos apacigua al conductor. La generación de Harvey imaginó el movimiento como algo estimulante. En la Nueva York de Robert Moses lo conocemos monótono.<br />Durante el siglo XIX, los diseños relacionados con el movimiento y el reposo estaban vinculados con tecnologías que hacían que el cuer­po individual se sintiera cómodo. La comodidad reduce la cantidad y la intensidad del estímulo. Es también un ensayo de monotonía. La búsqueda de un estímulo cómodo y menos intenso está directamente relacionada con la forma en que tendemos a afrontar las sensaciones perturbadoras que pueden presentarse en una comunidad heterogé­nea y multicultural.<br />Roland Barthes fue el primero que llamó la atención sobre esta co­nexión en lo que denominó un «repertorio de imágenes» cuando las personas se encuentran con extraños 10. Al explorar una escena com­pleja o inusual, el individuo intenta situarla rápidamente de acuerdo con una serie de imágenes que pertenecen a categorías sencillas y ge­nerales, basadas en estereotipos sociales. Al encontrarse en la calle con un negro o un árabe, una persona blanca registra una amenaza y deja de mirar con interés. El juicio, observó Barthes, es instantáneo y el resultado sorprendente. Gracias al poder de clasificación del reper­torio de imágenes, las personas bloquean todo estímulo ulterior. En­frentadas con la diferencia, se vuelven pasivas rápidamente.<br />El urbanista Kevin Lynch ha mostrado cómo puede utilizarse un repertorio de imágenes para interpretar la geografía urbana de la misma manera. Todo individuo urbano, dice, tiene una imagen men­tal del «lugar al que pertenezco». En su investigación Lynch descu­brió que sus sujetos comparaban los nuevos lugares con esas instantá­neas mentales y, cuanto menos coincidían, más indiferentes se sentían los individuos ante su nuevo entorno. El movimiento rápido, tal y como se da en un automóvil, estimula la utilización de un re­pertorio de imágenes, esto es, esa disposición a clasificar y juzgar de manera inmediata. La geografía fragmentada también refuerza el re­pertorio de imágenes, pues en la periferia cada fragmento tiene su función -el hogar, las tiendas, la oficina, la escuela- y está separa­do por espacios vacíos de otros fragmentos. Por lo tanto, rápida y fácilmente se puede juzgar si alguien no pertenece a un lugar concreto si está comportándose de una manera inapropiada en el mismo.<br />De manera similar, el sociólogo Erving Goffmann intentó mostrar cómo, al caminar, una «desestimulación defensiva» influye en la for­ma en que las personas controlan sus cuerpos por la calle. Después de esa mirada clasificadora inicial dirigida a otro, la gente camina o se sitúa de manera que se produzca el menor contacto físico posible 11. Al explorar los alrededores mediante un repertorio de imágenes, so­metiendo el entorno a sencillas categorías de representación, compa­rando la semejanza con la diferencia, la persona reduce la compleji­dad de la experiencia urbana. Utilizando un repertorio de imágenes para mantenerse apartado de los demás, el individuo se siente más tranquilo.<br />Con semejante instrumento para tantear la realidad, se puede evi­tar lo que causa perplejidad o es ambiguo. El miedo a tocar del que surgió el gueto de Venecia se ha visto reforzado en la sociedad mo­derna cuando los individuos crean algo similar a los guetos en su propia experiencia corporal al enfrentarse a la diversidad. Rapidez, evasión, pasividad: esta triada es lo que el nuevo entorno urbano ha sacado de los descubrimientos de Harvey.<br />Estos muros de percepción colocados alrededor del yo adquirieron un significado particular en las vidas de la gente que quedó atrás.<br />Cuando por fin se le arrebató el poder a Mases a finales de los años sesenta, parecía que se iba a cumplir la predicción de lean Gottmann en Megalopolis: las partes viejas y pobres del núcleo urbano quedarían tan desoladas y despobladas en Nueva York como estaba sucediendo en otras ciudades americanas. Esto se debió al hecho de que la emi­gración a la ciudad pareció haberse detenido en 1965, cuando se pro­mulgó una nueva ley nacional de inmigración. Los puertorriqueños con frecuencia recibieron el apelativo de los «últimos extranjeros» de Nueva York. No obstante, los movimientos de la economía global invalidaron esa expectativa: llegaron nuevas oleadas de emigrantes, primero del Caribe y de América central, después de Corea, luego del antiguo imperio soviético, de Oriente medio y de México. Estos nue­vos emigrantes constituyen ahora la mitad de la población de la ciu­dad.<br />A esto se ha unido un movimiento inverso procedente de los su­burbios. Los hijos de los que se marcharon hace una generación han intentado regresar al centro. En parte, este movimiento ha obedecido a las peculiaridades del mercado inmobiliario en los suburbios de Nueva York y, en parte, a que los incrementos más acusados en em­pleos de servicios y profesionales se han producido en las empresas nacionales ubicadas en Manhattan. Pero estas peculiaridades locales también confluyen con el deseo más amplio de muchos jóvenes de re­gresar o ir a la ciudad. La mayor parte de los que llegan a Nueva York cada año son blancos y jóvenes entre los dieciocho y los treinta años.<br />Estos nuevos neoyorkinos han tenido que enfrentarse con las vidas complicadas de aquellos que nunca abandonaron la ciudad. Después de la Segunda Guerra Mundial, se produjo en Nueva York una espe­cie de distribución social y familiar. Los judíos, griegos, italianos e irlandeses más acomodados abandonaron el centro, pero sus compa­triotas más pobres no lo hicieron. Mucha gente mayor también deci­dió quedarse en el lugar donde había luchado para abrirse camino. Uno de los grandes dramas ocultos de Nueva York en su último me­dio siglo, por ejemplo, ha sido el de la pobreza judía del interior de la ciudad. El estereotipo que presenta a los judíos de Nueva York como un grupo étnico particularmente favorecido por el éxito ha ocultado la presencia en el Lower East Side, en el Upper West Side y en Flatbush de decenas de miles de judíos pobres que quedaron reza­gados, ganándose la vida en los oficios de artesanía y servicios en que comenzaron la mayoría de ellos. En otras comunidades que empeza­ron compartiendo las peores perspectivas, la movilidad de clases y las rupturas generacionales han creado similares dramas internos de abandono y traición, como es el caso de los negros que prosperaron y se fueron a los suburbios, dejando atrás a sus hermanos y hermanas en la pobreza.<br />La pureza de un gueto exige una orden clara de segregar -la clase de orden promulgada en Venecia de hacinar a los judíos en un lugar o en la moderna Nueva York de no prestar dinero a los negros. Sin em­bargo, en sus orígenes, en el siglo XIX, los guetos de Nueva York eran zonas uniformes de viviendas más que lugares a los que las auto­ridades pretendieran dotar de un carácter o identidad distintos. El Lower East Side de Nueva York era exclusivamente pobre, pero muy mezclado étnicamente. En los años veinte, la Pequeña Italia alberga­ba a irlandeses y eslavos, y hoy día viven allí tantos asiáticos como italianos. Harlem, en el apogeo del «Renacimiento de Harlem» du­rante los años veinte, albergaba a más griegos y judíos que a negros.<br />Cuando el centro se desangró en la megalópolis a raíz de las trans­formaciones realizadas por Robert Mases, la palabra «gueto» adquirió el significado apenas oculto de «lo que han quedado atrás». Harlem, por ejemplo, se despobló. Los judíos y los griegos lo abandonaron en los años treinta y la naciente burguesía negra cuarenta años más tarde. El hecho de pertenecer a un gueto vino a significar compartir un fraca­so común.<br />Muchos de los intentos modernos de hacer revivir los espacios del gueto han buscado, a la manera de los judíos del Renacimiento, transformar las vidas segregadas en una identidad colectiva honora­ble. Este esfuerzo se ha producido en todos los lugares de Nueva York, tanto entre los nuevos emigrantes étnicos como entre los ne­gros, los judíos pobres y otras etnias que han quedado detrás. Revivir el honor del gueto ha significado adoptar una actitud introspectiva tanto espacial como mentalmente. La mayoría de los esfuerzos dedi­cados a la construcción comunitaria se centran en definir una identi­dad común y recuperar edificios o espacios que definan un centro de esa vida común, más que en establecer contacto con los que son dis­tintos. Nueva York nunca fue un melting pot, pero a sus problemas multiculturales se vinieron a sumar esta historia de abandono y la necesidad de los abandonados de restablecer su honor. Sin embargo, las mismas fuerzas que llevaron gente nueva al centro urbano después de que se marcharan los herederos de Robert Moses no permiten esta introversión, este honor fraguado en un espacio de separación basado en el modelo de los judíos venecianos.<br />En términos de población, Nueva York sólo ha sido capaz de reci­bir a las nuevas etnias repoblando los espacios de los antiguos guetos. Las zonas de pobreza situadas al noreste de Wall Street, por ejemplo, se están llenando ahora de un ejército nocturno de limpiadores, im­presores, mensajeros y trabajadores de servicios empleados en los templos de las finanzas de fibra óptica. Dominicanos, salvadoreños y haitianos se apretujan en las casas que todavía son habitables del ex­tremo noroeste de Harlem. En Brooklyn, los judíos rusos, los jasidim y los sirios han repoblado los lugares abandonados por los judíos que llegaron en generaciones anteriores. Y en todo el núcleo urbano una corriente continua de jóvenes nativos blancos penetra en los lugares abandonados por la clase media anterior .<br />. Además, la economía de la ciudad no permitirá esa instropección. Las cadenas nacionales de almacenes han reemplazado a muchos ne­gocios locales. Siguen siendo fuertes los pequeños negocios relacio­nados -de la reparación de violines a la restauración de objetos de cobre o la impresión especializada- cuya clientela es más metropoli­tana que local. Estos negocios peculiares y especializados ofrecen a muchos emigrantes ahora, como en el pasado, el primer peldaño para ascender en la escala social. La historia reciente del multiculturalis­mo en Nueva York ha ido en una dirección separatista, pero este se­paratismo étnico es un callejón sin salida, aunque sólo sea por causas económicas.<br />Desde la Atenas de Pericles al París de David, la palabra «cívico» ha implicado un destino entrelazado con otros, un cruce de suertes. Para un griego de la época de Pericles o para un romano pagano de la época de Adriano era inconcebible que su suerte estuviera separada de la de su ciudad. Aunque los primeros cristianos creían que su des­tino estaba dentro de ellos, esta vida interior finalmente volvió a vin­cularse a la suerte que compartían con otros en el mundo. La empresa medieval pareció romper con esta idea de un destino común, puesto que podía provocar su propio cambio y, como la universidad de Bolo­nia, romper con las circunstancias del momento. No obstante, era un cuerpo colectivo, literalmente una incorporación de individuos en una entidad legal que poseía una vida propia más amplia. Y el gueto veneciano no hizo sino recordar la amarga lección del destino común, porque los cristianos venecianos sabían que su suerte no podía divor­ciarse de la de los judíos a los que mantenían en la ciudad, mientras que el destino de los judíos del gueto no podía desligarse de las vidas de sus opresores. Los motines del pan desencadenados por las mujeres de París al inicio de la Revolución francesa también representaron un intento de unir su destino con poderes que las trascendían.<br />En el mundo moderno, la creencia en un destino común sufrió una curiosa división. Las ideologías nacionalistas, lo mismo que las revo­lucionarias, sostienen que el pueblo comparte un destino. La ciudad, sin embargo, ha falsificado esta afirmación. Durante el siglo XIX, el desarrollo urbano empleó las tecnologías del movimiento, de la salud pública y del confort privado, así como los movimientos del merca­do, y la planificación de calles, parques y plazas, para oponerse a las reivindicaciones de las multitudes y privilegiar las pretensiones de los individuos. Individuos que, como observaba Tocqueville, se sen­tían «ajenos a los destinos de los demás»; junto con otros observado­res del avance del individualismo, Tocqueville vio su profunda cone­xión con el materialismo, un «materialismo virtuoso -escribió­que no corrompería, pero enervaría el espíritu y sigilosamente ende­rezaría sus resortes de acción» 12. Al retirarse de la vida común, ese individuo perdería vida.<br /><br />Las energías que han creado y destruido grandes edificios de ofici­nas, viviendas y casas de Nueva York han negado los efectos del tiempo sobre la cultura cívica. Las trayectorias de salida de Nueva York son semejantes socialmente a las de Londres y de otras ciudades -ciudades que han adquirido su configuración moderna a través de movimientos de separación individual. La negación de un destino co­mún fue crucial para todos estos movimientos.<br />Si los blancos que huyeron a Long Island después de la Segunda Guerra Mundial negaron tajantemente que compartieran un destino con los blancos o negros que dejaron atrás, también hubo otras nega­tivas más sutiles. Los que quedaron atrás negaron, por una cuestión de honor, que sus destinos estuvieran unidos a los de otros. Los privi­legiados se han protegido de los pobres como se han protegido del estímulo. Los necesitados han intentado llevar una especie de arma­dura que sólo mantiene distanciados a aquellos que necesitan. La vida en Greenwich Village quizá ejemplifica lo máximo que hemos logrado: una voluntad de vivir con la diferencia, pero, al mismo tiempo, la negación de que ello implique un destino compartido. </span></div><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><p align="justify"><br /><span style="font-size:100%;"><strong>2. CUERPOS CÍVICOS</strong></span> </p><p align="justify">Al inicio de este estudio, dije que lo he escrito como un creyente re­ligioso, y ahora, en la conclusión, debo explicar por qué. A lo largo de Carne y Piedra he argumentado que los espacios urbanos cobran forma en buena medida a partir de la manera en que las personas ex­perimentan su cuerpo. Para que las personas que viven en una ciudad multicultural se interesen por los demás, creo que tenemos que cam­biar la forma en que percibimos nuestros cuerpos. No experimentare­mos la diferencia de los demás mientras no reconozcamos las insufi­ciencias corporales que existen en nosotros mismos. La compasión cívica procede de esa conciencia física de nuestras carencias, y no de la mera buena voluntad o la rectitud política. Si estas afirmaciones parecen encontrarse lejos de la realidad práctica de Nueva York, qui­zás sea una señal de lo mucho que se ha divorciado la experiencia ur­bana de la comprensión religiosa.<br />Las lecciones que hay que aprender del cuerpo son uno de los fun­damentos de la tradición judeo-cristiana. Cruciales en esa tradición son las transgresiones de Adán y Eva, su vergüenza por la desnudez y su expulsión del Jardín del Edén, lo que conduce a una historia de los primeros seres humanos, qué fue ellos y qué es ,lo que perdieron.<br /><br /><br /><br />En el Jardín del Edén, eran inocentes, ingenuos y obedientes. En el mundo se hicieron conscientes; supieron que eran imperfectos y, por lo tanto, intentaron comprender qué era extraño y diferente. Ya no eran los hijos de Dios a los que se les había dado todo. El Antiguo Testamento narra una y otra vez historias de personas que constitu­yen un reflejo del doloroso despertar de los primeros seres humanos. Son personas que transgreden con sus deseos corporales los manda­mientos de Dios, son castigadas, y que después, como Adán y Eva en el exilio, despiertan. Los primeros cristianos interpretaron el paso de Cristo por la tierra de una forma similar. Crucificado por los pecados del hombre, su legado a los hombres y mujeres es una sensación de la insuficiencia de la carne. Cuanto menos placer obtengan sus seguido­res de sus propios cuerpos, más se amarán los unos a los otros.<br />La historia pagana contó esta antigua verdad de otra manera, como la historia de lo que los cuerpos experimentan en las ciudades. El ágora ateniense y la colina de Pnyx eran espacios urbanos donde los ciudadanos percibían la insuficiencia corporal: el ágora antigua esti­mulaba a las personas físicamente, al precio de privarles de una conversación coherente con los demás; la colina de Pnyx permitía la con­tinuidad del discurso y aportaba a la comunidad experiencias de lógica narrativa, al precio de hacer a las personas vulnerables al estí­mulo retórico de las palabras. Las piedras del ágora y de la colina de Pnyx sometieron a los individuos a fluctuaciones constantes, pues cada centro era una fuente de insatisfacción que el otro sólo podía re­solver despertando a su vez otro tipo de insatisfacción. En la ciudad de dos centros, las personas conocieron la insuficiencia en su expe­riencia corporal. Sin embargo, ningún pueblo valoró de manera más consciente la cultura cívica que los atenienses: «humano» y «polis» eran términos intercambiables. La acción del propio desplazamiento creó intensos vínculos cívicos. Las personas se interesaban profunda­mente por los demás en espacios que no satisfacían plenamente sus necesidades corporales -un contemporáneo judío podría haber di­cho: porque estos espacios no satisfacían sus necesidades corporales. Sin embargo, la ciudad antigua no era un monumento a la estabili­dad. Ni siquiera el más vinculante de los actos humanos, el ritual, podía garantizar su cohesión.<br />Es un hábito moderno considerar puramente negativas la inestabi­lidad social y la insuficiencia personal. La formación del individua­lismo moderno en general ha pretendido hacer a los individuos auto­suficientes, es decir, completos más que incompletos. La psicología habla de individuos centrados, de conseguir la integración y la plenitud del yo. Los modernos movimientos sociales también hablan ese lenguaje, como si las comunidades tuvieran que llegar a ser como los individuos, coherentes y completas. En Nueva York, los dolores de haber quedado fuera o atrás han modulado este lenguaje individual­comunitario. Los grupos raciales, étnicos y sociales adoptan actitudes introspectivas para dotarse de coherencia y recobrarse. La experiencia psicológica del desplazamiento, de la incoherencia -el ámbito de lo que el psicoanalista Robert Jay Lifton denomina un «yo proteico»­parecería sólo una receta para ahondar esas heridas sociales 13.<br />Sin embargo, sin experiencias significativas de autodesplazamien­to, las diferencias sociales se refuerzan gradualmente porque el inte­rés en el Otro se apaga. Freud aplicó al cuerpo esta verdad sociológi­ca en Más allá del principio del placer, el breve ensayo que publicó en 1920. En él contrasta el placer corporal en plenitud y equilibrio con una experiencia corporal más centrada en la realidad y que trasciende ese placer. El placer, escribió Freud, «tiene su origen en una tensión displaciente ... [y) su último resultado coincide con una aminoración de dicha tensión» 14. El placer, por lo tanto, no es similar a la excita­ción sexual, que implica una perturbación estimuladora de los senti­dos, sino que busca regresar a un estado que Freud comparó en últi­ma instancia al bienestar de un feto en el vientre, seguro e ignorante del mundo. Bajo el dominio del principio del placer, el individuo de­sea descomprometerse.<br />Freud nos habla como un realista mundano más que como un asce­ta religioso porque sabe que el deseo de comodidad expresa una nece­sidad biológica profunda. «Para el organismo vivo, la defensa contra las excitaciones -escribe- es una función casi más importante que la recepción de las mismas» 15. Pero si predomina la protección, si el cuerpo no está abierto a crisis periódicas, el organismo acaba enfer­mando por falta de estímulo. El impulso moderno de buscar la como­didad, afirma Freud, es extremadamente peligroso para los seres hu­manos. Por lo tanto, las dificultades que intentamos evitar no desaparecen.<br />¿Qué puede vencer el impulso de retirarse a una situación placen­tera? En Más allá del principio del placer, Freud contempló dos vías. En la primera, a la que denominó el «principio de realidad», una persona se enfrenta a dificultades físicas o emocionales meramente con su fuerza de voluntad. Bajo el influjo del principio de la reali­dad, una persona resuelve conocer el «desplacer» 16. Ese «desplacer» exige valor en la vida cotidiana. Pero Freud es también realista por­que sabe que el principio de realidad no es una fuerza muy poderosa y que el valor es raro. La otra derrota del placer es más segura y más duradera. En el curso de la experiencia de una persona, escribe, «al­gunos instintos o parte de ellos demuestran ser incompatibles, por sus fines o aspiraciones, con los demás» 17. El cuerpo se siente en es­tado de guerra consigo mismo, se excita, pero las incompatibilidades del deseo son demasiado grandes para ser resueltas o ignoradas.<br />Ésa es la tarea de la civilización: nos enfrenta, frágiles como somos, con experiencias contradictorias que no pueden ser soslayadas y que, por lo tanto, nos hacen sentirnos incompletos. Pero precisamente en ese estado de «disonancia cognitiva» -para utilizar el término de un crítico posterior- los seres humanos comienzan a centrarse, a aten­der, a explorar y a comprometerse en el ámbito donde el placer de la plenitud es imposible. La historia de la ciudad occidental registra una larga lucha entre esta posibilidad civilizada y el esfuerzo para crear poder además de placer mediante prototipos de plenitud. Los prototipos del «cuerpo» han realizado la obra del poder en el espacio urbano. Los atenienses y los romanos paganos hicieron uso de tales prototipos. En la evolución de la tradición judeo-cristiana, el viajero espiritual volvió al centro urbano, donde-su cuerpo sufriente se con­virtió en una razón para la sumisión y la mansedumbre, convirtién­dose el cuerpo espiritual en carne y piedra. En el amanecer de la mo­derna era científica, el centro proporcionó un nuevo prototipo del «cuerpo» -un mecanismo de circulación cuyo centro era la bomba cardíaca y los pulmones- y esta imagen científica del cuerpo evolu­cionó socialmente para justificar el poder del individuo sobre las pre­tensiones de sistema político.<br />Sin embargo, como he intentado mostrar, este legado contiene profundas contradicciones y tendencias internas. En la ciudad ate­niense, el prototipo de la desnudez masculina no podía controlar ple­namente o definir los cuerpos vestidos de las mujeres. El centro ro­mano constituyó el foco mítico de la ficción de la continuidad y la coherencia de Roma; las imágenes visuales que expresaban esta cohe­rencia se convirtieron en instrumentos de poder. Sin embargo, si en el centro democrático, el ciudadano ateniense se convirtió en esclavo de la voz, en el centro imperial el ciudadano romano se convirtió en esclavo de la mirada.<br />Cuando el cristianismo primitivo se arraigó en la ciudad, se adaptó a esta tiranía visual y geográfica tan antitética de la condición espiri­tual del pueblo errante de la Palabra y la Luz judeo-cristianas. El cristianismo se reconcilió con los poderes del centro urbano dividien­do su imaginación visual en dos, interior y exterior, espíritu y poder.<br /><br /><br />El ámbito de la ciudad exterior no pudo vencer plenamente la necesi­dad de fe de la ciudad interior del alma. Las ciudades cristianas de la Edad Media continuaron experimentando este centro dividido, ahora construido en piedra, como las diferencias entre el santuario y la ca­lle. Sin embargo, ni siquiera podía dominar la calle el cuerpo de Cristo, que por la imitación debía gobernar la ciudad cristiana.<br />Tampoco pudo mantenerse el centro mediante actos de purifica­ción. El impulso de expiar y limpiar el contaminado cuerpo cristiano que impulsó la segregación de los judíos y de otros cuerpos impuros en la Venecia cristiana no pudo restaurar su centro espiritual. Ni pu­dieron las ceremonias de la Revolución dar congruencia a ese centro. El impulso de eliminar obstáculos, de crear un espacio transparente de libertad en el centro urbano del París revolucionario, se convirtió en mera vaciedad y en apatía inducida, lo que contribuyó a frustrar las ceremonias que tenían la finalidad de llevar a cabo una transfor­mación cívica duradera. No puede decirse que el prototipo moderno del cuerpo individual e independiente haya terminado en un triunfo. Ha terminado en la pasividad.<br />En las fisuras y contradicciones de los prototipos del cuerpo en el espacio han surgido momentos y ocasiones para la resistencia -la re­sistencia dignificante de las Tesmoforias y de las fiestas de Adonis, los rituales del comedor y del baño en la casa cristiana, y de la noche en el gueto-, rituales que, si bien no destruyeron el orden dominan­te, crearon una forma más compleja de vida para los cuerpos que el orden dominante buscaba formar a su propia imagen. En nuestra his­toria, las relaciones complejas entre el cuerpo y la ciudad han llevado a los individuos más allá del principio del placer, como lo describió Freud. Han sido cuerpos turbados, cuerpos inquietos, cuerpos agita­dos. ¿Cuánta disonancia y desazón pueden soportar las personas? Du­rante dos mil años soportaron mucha en lugares a los que estaban profundamente ligados. Podríamos considerar esta activa vida física mantenida en un centro inefectivo como un indicio de nuestra condi­ción actual.<br />Al final, esta tensión histórica entre dominio y civilización nos plantea cuestiones acerca de nosotros mismos. ¿Cómo saldremos de nuestra pasividad corporal? ¿Dónde está la fisura de nuestro sistema? ¿ De dónde vendrá nuestra liberación? Se trata, insisto en ello, de una cuestión particularmente acuciante para una ciudad multicultural, aunque no esté en el discurso habitual de los agravios y los derechos de cada grupo. Porque sin una percepción alterada de nosotros mis­mos, ¿qué nos impulsará a la mayoría de nosotros -que no somos<br />personajes heroicos que llaman a la puerta de antros de la droga- a volvemos hacia fuera en busca de los demás, a experimentar al Otro?<br />Toda sociedad necesita fuertes sanciones morales para que la gente tolere, y no digamos ya experimente de manera positiva, la dualidad, la insuficiencia y la alteridad. Esas sanciones morales surgieron en la civilización occidental a través de los poderes de la religión. Losri­tuales religiosos vincularon, en la expresión de Peter Brown, el cuer­po a la ciudad. Un ritual pagano como las Tesmoforias lo consiguió sacando literalmente a las mujeres de los límites de la casa a un espa­cio ritual donde hombres y mujeres se enfrentaban con las ambiglie­dades sexuales encerradas en el significado de la ciudadanía.<br />Sería un disparate sostener, de una manera utilitaria, que necesita­mos de nuevo el ritual religioso para volvemos al exterior, y la histo­ria de los espacios rituales de la ciudad no nos permite creer en una idea tan instrumental. Cuando el mundo pagano desapareció, el cris­tiano encontró en la creación de espacios rituales una nueva vocación espiritual, una vocación de trabajo y autodisciplina que acabó dejan­do su huella sobre la ciudad como lo había hecho anteriormente so­bre el santuario rural. La gravedad de estos espacios rituales residía en el cuidado de los cuerpos doloridos y en el reconocimiento del su­frimiento humano que se halla inseparablemente unido a la ética cristiana. Por una terrible ironía del destino, cuando las comunida­des cristianas descubrieron que tenían que vivir con los que eran di­ferentes, impusieron esta doble percepción del lugar y de las cargas del cuerpo sufriente a aquellos a quienes oprimían, como fue el caso de los judíos venecianos.<br />La Revolución francesa representó de nuevo este drama cristiano hasta el final, aunque no lo repitió. El entorno físico en el que la Re­volución impuso el sufrimiento, y en el que los revolucionarios in­tentaron recuperar una figura maternal que incorporara y transfor­mara sus propios sufrimientos, había perdido la especificidad y densidad del lugar. El cuerpo sufriente se desplegó en un esp~cio va­cío, un espacio de libertad abstracta sin una conexión humana dura­dera.<br />El drama de los rituales revolucionarios también fue un eco del drama pagano, el intento profundamente arraigado en la vida anti­gua de desplegar el ritual para orientado al servicio de los oprimidos y negados. En el Champ de Mars volvió a fracasar este intento de concebir un ritual. La antigua creencia de que el ritual «procede de<br />otro lugar» ahora parecía significar que sus poderes estaban más allá de lo concebible, más allá de la acción humana, inspirado por fuerzas que trascendían los poderes de una sociedad humana y civilizada.<br />Por lo tanto, el intento se dirigió a la configuración del placer, en forma de comodidad, inicialmente para contrarrestar la fatiga y ali­viar la carga del trabajo. Pero esta potencialidad, que permitiría des­cansar al cuerpo, vino también a aliviar su peso sensorial, suspen­diéndole en una relación cada vez más pasiva con su entorno. La trayectoria del placer tal y como se concibió condujo al cuerpo hu­mano a un descanso cada vez más solitario,<br />Si es posible la fe en la movilización de los poderes de la civiliza­ción contra los del dominio, ésta radica en aceptar exactamente lo que esta soledad intenta evitar: el dolor, la clase de dolor vivido que mi amigo mostró en el cine. Su mano destrozada sirve de testigo, El dolor vivido es un testimonio de que el cuerpo trasciende el poder de la sociedad para definir; los significados del dolor son siempre in­completos en el mundo. La aceptación del dolor se halla en un ámbi­to exterior al orden que los seres humanos crean en el mundo. Witt­genstein dio testimonio del dolor en el pasaje citado al principio de este estudio. En una obra magistral, The Body in Pain, la filósofa Elaine Scarry parte de la idea de Wittgenstein. «Aunque la capaci­dad de experimentar dolor físico es un dato tan fundamental del ser humano como la capacidad de oír, de tocar, de desear -escribe-, [el dolor es diferente} de cualquier otro hecho corporal y psíquico, por­que no cuenta con'ningun objeto en el mundo exterior» 18.<br />Los grandes volúmenes que aparecen en los planos de Boullée mar­can el punto en el que la sociedad secular perdió contacto con el do­lor. Los revolucionarios creían que podían llenar un volumen vacío, libre 'de los obstáculos y restos del pasado, con significados humanos, que un espacio sin obstrucciones podía servir a las necesidades de una nueva sociedad. El dolor podía eliminarse eliminando el lugar. Esta misma supresión ha servido posteriormente para favorecer la huida individual más que el acercamiento a los demás. La Revolución fran­cesa señaló así una profunda ruptura en la concepción del dolor de nuestra civilización. David colocó el cuerpo que sufría en el mismo espacio que ocupaba Marianne: un espacio vacío, desamparado, un cuerpo a solas con su dolor -y ésa es una condición insoportable.<br />Entre los problemas cívicos de una ciudad multiculrural está la di­ficultad moral de estimular la simpatía hacia los que son Otros. Y esto sólo puede ocurrir si se entiende por qué el dolor corporal exige un lugar en el que pueda ser reconocido y en el que sus orígenes trascendentes sean visibles. Semejante dolor tiene una trayectoria en la experiencia humana. Desorienta y hace incompleto al individuo, vence el deseo de coherencia. El cuerpo que acepta el dolor está en condiciones de convertirse en un cuerpo cívico, sensible al dolor de otra persona, a los dolores presentes en la calle, perdurable al fin -aunque en un mundo heterogéneo nadie puede explicar a los de­más qué siente, quién es. Pero el cuerpo sólo puede seguir esta tra­yectoria cívica si reconoce que los logros de la sociedad no aportan un remedio a su sufrimiento, que su infelicidad tiene otro origen, que su dolor deriva del mandato divino de que vivamos juntos como exiliados. </span></p>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-48829603458017287702007-02-04T12:15:00.000-08:002007-02-04T14:04:36.542-08:00apuntes sobre el hacer teórico 1<span style="font-family:arial;font-size:85%;">a continuación que encontrará el lector?</span><br /><span style="font-family:arial;font-size:85%;">.... una reflexión que comienza, su proceso de edición es casi nulo......y que planea seguir abierta el mayor tienpo posible..</span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">Lo que ve la teoría es una visión tan real, que incluso se sale de sus propios límites.<strong>1</strong></span><br /><br /><span style="font-family:arial;">El teórico no se conforma con la apariencia, la primera visión de las cosas. Sus dudas sobre lo que ve son las que lo animan a sobreponerse a dichas inconformidades. De esta manera es que se acerca a lo real: accediendo a los diferentes ángulos de la ¨cosa¨, le añade atributos, en otras palabras: la observa... asi por ejemplo ( a continuación maneras de mirar .. de ser o hacer teoría)....</span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">1-lo que se dice o ha dicho sobre la ¨cosa¨, la historia.... </span><br /><span style="font-family:arial;">2-el estudio de la ¨cosa¨en si : la ciencia... </span><br /><span style="font-family:arial;">3-las otras maneras de acercarse a la ¨cosa¨: el arte.... </span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;font-size:85%;"><em>(pido disculpas de antemano por las restricciones tan simplistas de estos grandes saberes)</em></span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">etc...etc...</span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;"> Lo primero, claro, es que la teoría parte del deseo, del deseo de conocer. La actitud del teórico es mas bien una posición, el se define o se diferencia de los otros por su situación en el mundo. Su posición como la fija Arturo Leyte en la introducción al texto de Heidegger Identidad y Diferencia, es la del observador: el que está por fuera. En su calidad de ausente, vislumbra el todo de ^algun algo^con claridad, mas bien, puede acceder a comprender su totalidad. </span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">Bouvard y Pecuchet son dos personajes de la novela de Gustave Flaubert que lleva el mismo nombre... ellos se dedican a conocer. Abandonan sus trabajos y compran una villa en el campo y se dedican simplemente a conocer... conocer que??... de todo!!.. lo que se les ocurra, lo que sea el objeto de su deseo: culinaria, química, astronomía.etc...</span><br /><span style="font-family:arial;"></span><br /><span style="font-family:arial;">Quien teoriza lo que hace es desocultar, descubrir, develar algunas visiones que no son visibles en un objeto (de estudio) a simple vista, por eso la escritura se convierte en la herramienta del teórico, ella no es la de la imagen o la materia, sino la herramienta del pensamiento mismo.</span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:Arial;">Qué es lo que se desoculta??.. la verdad de las cosas. Pero esta verdad que no está explícita en ellas (ni dentro de ellas)se busca acumulando documentos, información, versiones, hotorias, e historiestas, fotografías y acuarelas... y es en ese proceso de edición mezclado con la toma de partido del autor que aparece ¨una verdad¨...</span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:Arial;">La teoría del saber (algún saber) busca una verdad.. solo que no es absoluta sino que trata al menos de ser util para quien la elabora.</span><br /><span style="font-family:Arial;"></span><br /><span style="font-family:Arial;">En el cruce de teorías, como elaboraciones desde los saberes, en su condición marginal y necesaria.. es que sostengo que para la arquitectura, el saber que nos compete, es posible elaborar una teoría que se nutra de esa otras marginalidades.</span><br /><br /><span style="font-family:Arial;"><span style="font-size:85%;"><strong> 1</strong> <em>Los límites se refieren al consensos de lo que se piensa o lo que se refiere a la cosa</em></span></span><br /><em><span style="font-family:Arial;font-size:85%;"></span></em><br /><span style="font-family:Arial;font-size:85%;"> <strong> Esteban Restrepo</strong></span><br /><span style="font-family:arial;"></span>Esteban Restrepohttp://www.blogger.com/profile/11967304096127321361noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-4185036447393287643.post-73253981988654410452007-01-31T19:17:00.000-08:002007-02-02T07:38:26.055-08:00LECTURA 001<span style="font-family:trebuchet ms;"><strong>LA INVENCIÓN DE LA ARQUITECTURA</strong><br />Manuel J. Martin Hernandez<br />Paginas 119-127<br />Celeste Ediciones</span><br /><br /><span style="font-family:trebuchet ms;">CAPÍTULO NOVENO </span><br /><br /><span style="font-family:arial;"><em>Excursus sobre la teoría</em><br /></span><div align="justify"></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Los tratados de teoría e historia de la ciencia han situado ya la enunciación del "principio de indeterminación" propuesto por Werner Heisenberg hacia 1925 -paralelamente a la asunción del nuevo paradigma teórico deducido de la mecánica cuántica- como el punto de inflexión que separaría la "vieja" de la "nueva" ciencia. La práctica científica decimonónica era positivista y proponía, como principios, el método único, la referencia continua a las ciencias exactas y la causalidad <strong><em>1</em></strong>, unas tesis -enunciadas entre otras por Auguste Comte- que de hecho sólo legitimaban el conocimiento cuando éste se fundaba en la experiencia y en la lógica y que pasaron casi sin modificación al neopositivismo del Círculo de Viena, ya en el siglo xx. Para este grupo, según su principio más difundido, el conocimiento se producía por sumatoria y la historia de la ciencia era, por tanto, una "constante acumulación de conocimiento" <strong><em>2</em></strong>, convirtiéndose en un conjunto cuantitativo de teorías y hechos. Esa ciencia, empírica y positiva, limitaba los procesos de investigación a la observación, siempre inductiva, de los hechos. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Pero según este otro principio enunciado por Heisenberg, las propiedades de un objeto observado no se podían ya separar del observador y los instrumentos que éste utiliza <strong><em>3</em></strong>. La consecuencia estaba clara: desde ese momento se debía renunciar tanto al principio clásico de la causalidad -la vieja "racionalidad" de la relación causaefecto - como a la confianza en la objetividad puta puesto que -como ha dicho Niels B6hr- "no es posible establecer una separación entre sujeto y objeto, dado que el sujeto observador pertenece también a nuestro contenido mental" <strong><em>4</em></strong>; por consiguiente, todo conocimiento aparece definitivamente mediatizado por el que está conociendo. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Ciertamente estas experiencias se desarrollaban en el ámbito de la microfísica y no se tenía demasiado en cuenta algo que sí afecta al mundo de la escala humana, al acontecer diario: la flecha del tiempo. El segundo principio de la termodinámica -enunciado en la segunda mitad del siglo XIX- afirma que todos los procesos son irreversibles porque se asiste a transformaciones inexorables de energía -con una "capacidad de cambio" llamada "entropía"-, ligándose así el tiempo a fenómenos de organización y azar. Precisamente el flujo del tiempo es aparente porque asistimos continuamente -como en el caso de las reacciones químicas- a estados de no equilibrio que tienden, mediante movimientos azarosos, al estado de equilibrio. Sobre estos temas ha trabajado lIya Prigogine, quien defiende la posibilidad de un orden espontáneo que puede surgir, incluso, lejos de los teóricos estados de equilibrio, en una situación en la que las partículas coordinan sus acciones en el tiempo y en el espacio, en una relación ya no tan evidente como la que ha habido hasta entonces en la ciencia "clásica" entre el caos y el orden. <em><strong>5</strong></em></span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">De esta manera, desde los llamados grandes "edificios científicos" -la mecánica y la termodinámica- se han planteado sendas revoluciones que han afectado irremediablemente a los modos del pensamiento. Desde entonces se ha intentado enunciar y caracterizar esa "nueva ciencia". </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">_EI mérito de Karl Popper ha estado en la atenta formulación de estos temas, destacando la provisionalidad de las teorías y, por tanto, relatividad. La conciencia de esa relatividad es lo que vendría a caracterizar precisamente la objetividad de los procesos científicos. Frente al empirismo "verificador" positivista, Popper propone ) otro método científico: el "falsacionismo". Según éste, "el método de la ciencia es el método de conjeturas audaces e ingeniosas seguidas por intentos rigurosos de refutarlas" <strong><em>6</em></strong>. Se trata, por tanto, de plantear una nueva objetividad dinámica cuyo presupuesto sea la crisis continua de la teorías. La llamada, por él mismo, "teoría del cubo" (que ve la mente como recipiente donde se acumulan percepciones y experiencias), cuyo objetivo era la generalización y clasificación (tareas que ocuparon a la gran ciencia decimonónica), es sustituida por la "teoría del reflector" que implica una observación selectiva en lugar de la simple percepción <em><strong>7</strong></em>; precisamente ése es el camino que permite realizar hipótesis. La ciencia es, así, el mecanismo encargado de verificar las hipótesis -sin las que, por supuesto, no podría haber observación-, acercando de esa manera el pensamiento científico "tradicional" al pensamiento creativo. La verdad surge pues -según Popper- de la interpretación de la realidad, exige una toma de posici6n y será, siempre, aproximada. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Por todo esto las teorías deben adquirir, siempre según Popper, su propio estatuto como mundo objetivo, paralelo al de los objetos físicos (que constituye el "Mundo 1") y al de las experiencias subjetivas (el "Mundo 2"). Ese otro mundo, el de las teorías o "Mundo 3", es abstracto; es un producto mental pero es también, a la vez, real y autónomo. Allí, en un mundo que también es definido como "mundo de las ideas", el "descubrimiento" -incluso la invención es siempre posible.<em><strong>8</strong></em></span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Ese mundo autónomo está descrito por medio del "holismo" de Willard Von Quine. Según este neoempirista, la relación teoría/experiencia se ha saldado decantándose la ciencia en favor de esta última y, por tanto, ha sido injusta pata con la teoría puesto que la objetividad teórica de la ciencia excede siempre sus contenidos empíricos. Quine ha negado la simplicidad con que aparece aquella relación: la teoría, ha venido a decir, se construye también en relación con otras teorías, por lo que "siendo falsada por la experiencia puede ser "salvada" por el sistema teórico, o siendo verificada en los hechos, puede ser "incompatible" con el sistema" <strong><em>9</em></strong>. Actuar racionalmente sería, pues, probar todo un sistema teórico constituido como "algo orgánico" no necesitado de verificación experimental inmediata. Si la falsación se entendiera entonces como un proceso que se celebra entre teorías y no entre teoría y experiencia, esto significaría asumir la experiencia, también, como teoría.<br />y aquí. hay que añadir algo olvidado hasta entonces, la Historia, porque la máquina teórica se ha ido constituyendo precisamente en la historia. Imre Lakatos, tras proponer la desconsideración de las proposiciones singulares elaboradas "al margen de la historia", llamó "programa de investigación" a la constitución de un plan preconcebido que registrase las anomalías y previese los problemas, reconstruyendo racionalmente las teorías de un modo que fuera corroborado por la historia misma <em><strong>1O</strong></em> y aprendiendo justamente de ella. De esta manera, las teorías podrían llegar a "defenderse" mutando su base teórica. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Pero ¿cuál es el sujeto de esta historia? A esta pregunta, Thomas Kuhn responde: la "comunidad científica". Es la historia de esa comunidad "de científicos" la que permite comprender la ciencia misma; es ella la que produce "formas de racionalidad", acuerdos, consensos. A esas "realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior" <em><strong>11</strong></em> se las denomina "paradigmas" (y también, como sinónimos: ley, teoría, aplicación e instrumentación) y la reunión de esos paradigmas constituye el cuerpo de la llamada "ciencia normal". Una ciencia madura, dice Kuhn, se desarrolla en la "transición sucesiva de un paradigma a otro por medio de una revolución" <em><strong>12</strong></em>, y no será hasta que ese nuevo paradigma revolucionario sea "consensuado" por la comunidad, cuando se recupere otra nueva "normalidad". En el paradigma está implícita la promesa de éxito, mientras que -y seguimos con Kuhn- "la ciencia normal consiste en la realización de esa promesa" <em><strong>13</strong></em>. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Pero hasta ahora, en todos los casos -como ha dicho Richard Rorty-, se ha tratado de "reflejar con exactitud, en nuestra Esencia de Vidrio, el universo que nos rodea" <em><strong>14</strong></em>, de "explicar" un mundo logocéntrico del que hay que descubrir, por tanto, sus esencias, esto es: de hacer una Epistemología. Ya Paul Feyerabend se ha encargado de desmontar, apoyándose precisamente en la historia de la ciencia, la necesidad de unas "reglas cierras e infalibles" <em><strong>15</strong></em>: el error, ha dicho, es necesario e incluso "hay siempre circunstancias en las que se hace aconsejable no sólo ignorar la regla, sino adoptar su opuesta" 16. Habría que trabajar, pues, con hipótesis, siendo pluralista, reconociendo la distancia insalvable entre teorías y hechos, sabiendo que entre ciencia y arte si atendemos tanto a sus procesos y mecanismos de invención, como al desarrollo más o menos complejo de los trabajos- no hay diferencias. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Esto ya se puede afirmar sin rodeos porque estamos en condiciones de saber que la realidad muestra, sin lugar a dudas, caracteres azarosos e irreversibles; de hecho, sólo los "constructor teórico-científicos en laboratorio -unas construcciones artificiales, desarrolladas en condiciones ambientales ideales pero de imposibilidad real- se pueden presentar como deterministas. En realidad el mundo presenta una estructura caótica -aunque, como dice Prigogine, en "un grado de coherencia (...) sorprendente" <strong><em>17</em></strong> - siempre en continua construcción: ésta se plantea de tal modo que nuestra actitud ante el conocimiento, debe ser activa, elaborando a cada paso teorías que sostengan nuestras observaciones. Debe entenderse, por tanto, que la realidad no es algo dado y simple <strong><em>18</em></strong>, sino, por el contrario, algo muy complejo que se construye a partir de su propio conocimiento, por lo que esta construcción -la actividad científica- es, siempre, una actividad verdaderamente creativa.<br />Ante aquella indeterminación cierta sólo es posible, pues, interpretar el mundo; esa "interpretación" es la tesis de la "hermenéutica" de Hans Gadamer. Una interpretación de la realidad movida por : el propio interés: el conocimiento debe así verse como una "auto-educación" o, también, una "auto-edificación". Según Gadamer, la investigación objetiva es perfectamente posible y real, pero ésta "proporciona sólo algunas, de las muchas, formas de describimos a nosotros mismos" <strong><em>19</em></strong>; la interpretación es una actitud interesada (lo que nuestro autor llama "el-tipo-de-conciencia-del-pasado-que-nos-cambia") no tanto en lo que hay fuera de nosotros cuanto en lo que podemos sacar del mundo (y de su historia) para nosotros mismos. La hermenéutica se mueve en torno a los "prejuicios" (dado que se necesita de la presencia de un intérprete activo que añade "sus" propios conceptos a la interpretación) y las "aplicaciones" (que presuponen que aquella interpretación se hace desde un interés presente). La tarea hermenéutica procura una "comprensión" de los "textos" -como ahora se llama a la realidad- y sobreentiende una utilidad de esas conclusiones provisionales para la situación presente. Hay una interactuación con los objetos concretos como podría ser lo que sucede, por ejemplo, entre un espectador y una obra de arte. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">No hay hechos, sólo interpretaciones: éste parece ser el triunfo definitivo del nihilismo sobre el positivismo. Como dice Fernando Savater, se trata de "conservar un orden en el pensamiento pero sin aceptar el pensamiento del orden" <em><strong>20</strong></em>. Ésa es también la actitud para una nueva racionalidad, entendida no ya como la búsqueda de una adecuación a lo establecido sino para "transformar los medios en un tópico" haciendo "problemático lo que hasta entonces se había considerado axiomático" o, también, según Alvin Gouldner, entendiendo la racionalidad como un modo de "pensar nuestro propio pensamiento" <strong><em>21</em></strong>; como una reflexión crítica en torno a nuestro discurso y sus fundamentos; por ello, la racionalidad se debería mostrar hoy, sobre todo, como meta comunicación, como lenguaje. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Parece, pues, que es en el lenguaje, y en su corolario el diálogo, donde reside ahora el conocimiento. Desde el momento que "mi mundo" queda limitado en mi lenguaje" <em><strong>22</strong></em>, el conocimiento va a depender de "lo otro": comprender lo que está afuera, trascender, por tanto, mi opinión, llegando a acuerdos con lo/s otro/s (apropiándome también de lo/s otro/s): ése es el objetivo central de la hermenéutica. Las cosas "serán" sólo dentro de teorías y en un momento concreto: "el mundo es de muchas maneras -dice Nelson Goodman-, y cada descripción verdadera capta una de ellas" <em><strong>23</strong></em>. La cultura, por tanto, será más el resultado de "una conversación que una estructura levantada sobre unos fundamentos" <em><strong>24</strong></em>. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Convendría también descubrir las relaciones existentes entre la hermenéutica y la epistemología. La epistemología, como vimos, suele aplicarse a la cultura "racional" (la cultura tradicionalmente llamada "científica"), mientras la hermenéutica se quedaría para los discursos "anormales" o interpretativos. El error ha estado en el trazado de esa línea divisoria: en realidad, la epistemología parte de la comprensión de los fenómenos que, además, queremos codificar. La hermenéutica se ocupa, por el contrario, de lo inconmensurable, cuya comprensión se concreta, solamente, en una opinión. Los dos pensamientos "no compiten entre sí -dice Rorty- sino más bien se ayudan mutuamente" <strong>25</strong>. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;">Por lo tanto, no hay un lenguaje común, sino que hay que "edificarlo". En ese camino el interés -y por tanto, el conocimiento- está, precisamente, más en la conversación, en la riqueza del diálogo, que en el descubrimiento de una verdad absoluta; más en el acuerdo provisional que en la imposición de determinadas ideas o visiones sobre las cosas; más en la convivencia con "lo otro" que en la afirmación de "lo mismo".<br /><br /><br /></span><span style="font-size:78%;"><br /><span style="font-family:arial;">1 Véase Georg H. Van Wright: Explicación y comprensión, Alianza, Madrid, 1979, pp. 21-22.<br />2 Harold Brown: La n¡¡eva filosofía de la ciencia, Temas, Madrid, 1983, pp. 11-12.<br />3.\ Los trabajos de Heisenberg se referían a la imposibilidad de medir y prever, a la vez, la posición y el movimiento de un electrón, dado que los instrumentos de observación modificaban siempre lo observado.<br />4 Niels Bohr: La teoría atómica y la descripción de la naturaleza, Alianza, Madrid, 1988, p. 136.<br />5, Todo esto está estudiado, entre otros, en Peter Coveney y Roger Highfield:<br />La flecha del tielll!Jo, Plaza & Janés, Barcelona, 1992, cap. V: "La flecha del tiempo: Termodinámica", pp. 186 Y sigs.<br />6 Karl Popper: Conocimiento objetivo, Tecnos, Madrid, 1982, p. 83. Segllll Piero Furlan: "El falsacionismo basa su tesis principal en la afirmación de la "asimetría" entre "verificación" y "falsación"; mientras no puede haber jamáis una verificación "complera" de una teoría, dada la "infinidad" de daros verificantes, basta una sola experiencia contraria para falsarla o eliminarla", en "Razionalita e Razionalismo" en Umberto Curi (a cura di): La razionalita scientifica, Francisci ed., Padva, 1978.<br />7 Véase "El cubo y el reflecror: Dos teorías acerca del conocimiento" (1948), apéndice en Karl Popper: Op. Cit., pp. 307 y sigs. El fundamento de las hipótesis, y el avance de la ciencia, está en frases como ésta: "Una observación es una percepción p1anificada y preparada (. .. ) Siempre precedida por un interés", p.<br />8 Véase "Sobre la teoría de la menee objetiva" en Idelll, pp. 147-154.<br />9 Piero Furlan: Op. cit., p. 185. Ver W. Quine: Desde un punto de vista lógico, Ariel, Barcelona, 1962.<br /><br />10 Imre Lakaros: Historia de la ciencia y S115 reamstr¡¡ccio/leJ ¡'tlc;o/ldleJ. Teenos, Madrid, 1987. En un "programa de investigación" habría un "núcleo firme" convencionalmente aceptado y una "heurística positiva" que "defina problemas, esboce la construcción de un cinturón de hip6tesis auxiliares, prevea anomalías y las transforme en ejemplos victoriosos; todo ello segÚn un plan preconcebido". Frente al falsacionismo, "la heurística positiva de su programa, no las anomalías, determina la elección de sus problemas". pp. 25-26.<br />11 Thomas Kuhn: La estmftura de 1m revolución/les científicas (1962), Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1980, p. 33.<br />12 delll, p. 36.<br />13" Idelll, p. 52.<br />14 Richard Rorty: La filosofía y el espejo de la naturaleza, Cátedra, Madrid, 1983. lS Paul Feyerabend: Contra el método, Ariel, Barcelona, 1974, "(Oo.) no hay una sola regla, por plausible que sea (Oo.) que no sea infringida en una ocasión u otra", p.15.<br />16 [dan, p. 16.<br />17 I1ya Prigogine: ¿Tan sólo una ilusión?, Tusquets, Barcelona, 1983, p. 35. lH [dem, p. 45 y sigo<br />19 Richard Rorty: Op. Cit., p. 326. Véase Hans Gadamer: Verdad y método, Ed.<br />Sígueme, Salamanca, 1984, pp. 38-48: esta "formación" (bilcliing) tiene mucho que ver con la cultura, dando forma "a las disposiciones y capacidades naturales del hombre" y estando abierto siempre "hacia lo otro, hacia puntos de vista distintos y más generales".<br />20 Fernando Savater: "La filosofía como anhelo de la revolución" (1976) en Perdonadme ortodoxos, Alianza, Madrid, 1986, p. 34.<br /><br />21 Alvin Gouldner: The Dialecticofldeology andTechnology, Seaburg, Nueva York, 1976, p. 49.<br />Véase Ludwig Wittgenstein: Tractatlis Logico-philosophiclis (1918), Alianza, Madrid, 1979, 5.6 (Puesto que "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse", 7).<br />Nelson Goodman: "The Way the World Is", cit. en Richard Rorty: Op. Cit., p.258.<br />21 R. Rorty: Op. Cit., p. 291.<br />25 ldem, p. 314. </span></span></div>JBUITRAGOhttp://www.blogger.com/profile/13610070880471469503noreply@blogger.com19