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Dos nuevos articulos que pretenden complementar lo propuesto por el texto de Jose Luis Pardo. Nunca fue tan hermosa la basura.

sábado, 17 de febrero de 2007

LA REVOLUCIÓN DE LA MIRADA

Edgar Allan Poe, El hombre de la multitud
Estados Unidos: 1809-1849

Con razón se ha dicho de cierto libro alemán que es "lässt sich nicht lesen" (que no se deja leer). De igual modo existen algunos secretos que no se dejan descubrir. Hay hombres que mueren por la noche en sus camas, estrechando las manos de sus espectrales confesores y mirándoles con ojos lastimeros. Que mueren con la desesperación en el alma y opresiones en la garganta que no permiten ser descritas. De vez en cuando, la conciencia humana soporta cargas de un horror tan pesado que sólo pueden arrojarse en la misma tumba. De este modo, la mayoría de las veces queda sin descubrir el fondo de los crímenes.
No hace mucho tiempo, al declinar el día de una tarde otoñal, me encontraba yo sentado junto a la gran cristalera en rotonda del café D..., en Londres. Había pasado varios meses enfermo, pero ahora me hallaba convaleciente y al recuperar las fuerzas me sentía en uno de esos felices estados de ánimo que constituyen precisamente, el reverso del tedio; estados de ánimo de una gran agudeza, cuando la película de la visión mental desaparece y el intelecto electrificado sobrepasa con mucho su condición normal, del mismo modo que la razón viva y la voz pura de Leibniz supera ]a retórica débil y confusa de las Geórgicas. Simplemente respirar era una delicia y obtenía un placer positivo incluso de las fuentes que originariamente lo son de dolor. Me sentía tranquilo y con un profundo interés por todo. Con un cigarro en la boca y un periódico sobre bis rodillas, había estado distrayéndome gran parte de la tarde, ora recorriendo los anuncios, ora observando la mezclada concurrencia del establecimiento, sin dejar, de vez en cuando, de atisbar la calle a través de los ventanales empuñados por el humo. Esta última era una de las vías principales de la ciudad y durante todo el día rebosaba de animación.


Pelicula. La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock

Conforme iba haciéndose de noche, el gentío aumentaba. Cuando se encendieron las luces, dos densas y continuas corrientes de transeúntes comenzaron a entrar y salir del establecimiento. Nunca mg había encontrado en una situación como aquélla y, por tanto, aquel mar tumultuoso de cabezas humanas me llenaba de una emoción deliciosamente nueva. Dejé de prestar atención a lo que sucedía en el interior del hotel para absorberme de lleno en la contemplación del exterior. Al principio mis observaciones adoptaron un cariz abstracto y general. Miraba a los transeúntes en masa y pensaba en ellos como formando una unidad amalgamada por sus características comunes. Pronto, sin embargo, descendí a los detalles y observé con minucioso interés las innumerables variedades de tipos, vestidos, aires, portes, aspectos y fisonomías.

La gran mayoría de los que pasaban tenían el aire satisfecho de gente ocupada y su única preocupación parecía ser la de abrirse paso entre la muchedumbre. Llevaban las cejas fruncidas y volvían sus ojos rápidamente en todas direcciones. Cuando eran empujados por otros transeúntes no daban el menor signo de impaciencia, sino que se componían un poco la ropa y continuaban su camino. Otros, todavía una gran mayoría, se movían intranquilos, mostraban el rostro enrojecido y hablaban gesticulando consigo mismo, como si precisamente se encontraran aislados por la misma densidad de la concurrencia que les rodeaba. Cuando se veían obstaculizados en su avance, esta gente dejaba pronto de murmurar para sí, pero doblaban sus gestos y esperaban con una, sonrisa ausente e inexpresiva en los labios el paso de las personas que impedían el suyo. Si les empujaban, se disculpaban con una inclinación ante los mismos que les habían empujado y parecían abrumados por la confusión. En estos dos grupos que he señalado no había nada especialmente característico. Sus prendas de vestir pertenecían a esa clase que se ha dado en llamar, decente. Sin lugar a dudas, se trataba de familias distinguidas: comerciantes, abogados, hombres de negocios, rentistas, los eupátridas y la clase media de la población, gente empleada y gente ocupada en sus mismos negocios. Todos ellos no llamaban demasiado la atención.
La tribu de los empleados era inconfundible, y yo en este punto distinguía dos grupos muy marcados. Por un lado, los jóvenes empleados de casas florecientes, jóvenes de chaquetas ajustadas, botines brillantes, cabello engomado y labios desdeñosos. Dejando aparte un cierto empaque que yo me atrevía a llamar de mesa de despacho, a falta de otra palabra, las maneras de esta clase de personas me parecían un exacto facsímil de las que se habían considerado como la perfección del buen tono cerca de doce o dieciocho meses antes. Usaban la gracia de desecho de la aristocracia, y ésta, pienso, puede ser la mejor definición de los mismos.
Los altos empleados de firmas sólidas resultaban inconfundibles. Se les conocía por sus chaquetas y pantalones blancos o marrones, diseñados para sentarse cómodamente, con corbatas negras y chalecos del mismo color, zapatos anchos y de sólida apariencia. Todos eran algo calvos y sus erguidas orejas, a causa de sostener los palilleros, habían adquirido el hábito de separarse en sus extremidades superiores. Me di cuenta de que al quitarse o ponerse el sombrero, siempre utilizaban las dos manos y que usaban relojes de cortas cadenas de oro de un modelo sólido y anticuado. Tenían la afectación de la respetabilidad, si es que realmente puede existir una afectación tan honorable.

Había muchos individuos de aspecto osado a quienes pronto reconocí como pertenecientes a la raza de los rateros elegantes que infestan todas las grandes ciudades. Vigilé con atención a esta calaña y me resultó difícil imaginar cómo podrían ser confundidos por caballeros por los mismos caballeros. Los puños de sus camisas, demasiado salientes, y sus aires de excesiva franqueza, habrían bastado para delatarlos.
Los tahúres, de los que identifiqué no pocos, eran todavía más fáciles de reconocer. Usaban gran variedad de trajes, desde el tramposo camorrista con chaleco de terciopelo, corbata de fantasía, cadena dorada y botones de filigrana, hasta el clérigo expulsado, tan parcamente vestido que nadie podía estar más alejado de sospechar de él. Todos, no obstante, se distinguían por cierto color moreno de su curtido cutis, por un apagamiento de los ojos y por la palidez de sus labios apretados. Además, había también otros dos rasgos, por los cuales yo siempre los distinguía: una tonalidad baja y cautelosa en la conversación y un pulgar excesivamente estirado, hasta formar ángulo recto con los demás dedos.
Muy a menudo, en compañía de aquellos pícaros, he observado otra clase de hombres algo diferentes en sus costumbres, pero, en definitiva, pájaros del mismo plumaje. Se les podría definir como caballeros que viven del cuerno. Parecen dividirse en dos batallones para devorar al público: el de los dandys y el de los falsos militares. En el primer grupo los rasgos característicos son: cabellos largos y sonrisas; en el segundo, levitas y ceños fruncidos.
Descendiendo en la escala de lo que se llama nobleza, encontré temas de meditación más oscuros y profundos. Vi traficantes judíos con ojos de halcón que brillaban en unas caras cuya única expresión era de abyecta humildad. Porfiados mendigos profesionales que apartaban a los pobres de mejor aspecto y a quienes sólo la desesperación les había lanzado en medio de la noche a implorar caridad. Inválidos débiles y depauperados a quienes la muerte había señalado con su mano y que se retorcían y se tambaleaban entre la muchedumbre, mirando suplicantes a todas partes como en busca de alguna posibilidad de consuelo, de alguna esperanza perdida. Modestas jóvenes que volvían de una larga y prolongada labor, hacia un hogar sin alegría y que retrocedían, más temerosas que indignadas, ante las miradas de los rufianes, cuyo contacto directo no podían evitar a pesar suyo. Prostitutas de todo género y edad: inequívocas bellezas en toda la flor de su feminidad que hacían recordar la estatua de Luciano, estatuas cuya superficie era como el mármol de Paros y cuyo interior estaba lleno de inmundicias; la repulsiva, completamente hundida en el fango; la arrugada y pintarrajeada bruja que intenta una última apariencia de juventud; la que es todavía una niña de formas sin modelar, pero que ya está entregada a las terribles coqueterías de su tráfico y ardiendo con feroz ambición por verse colocada al nivel de las mayores en el vicio... Borrachos innumerables e indescriptibles, unos harapientos y llenos de remiendos, haciendo eses, desarticulados, con caras tumefactas y ojos empañados; vestidos otros con trajes, aunque ya ajados y sucios, de aire fanfarrón y caras rubicundas, llevando los que en su día debieron ser buenos y que entonces estaban escrupulosamente bien cepillados; hombres que caminan con paso que resulta de una firmeza y elasticidad fuera de lo común, pero cuyos rostros están espantosamente pálidos y cuyos ojos brillan feroces y enrojecidos mientras procuran asirse con manos temblorosas a cualquier objeto que encuentren a su alcance... Junto a todos éstos, pasteleros, recaderos, cargadores de carbón, barrenderos, organilleros, domadores de monos, vendedores de canciones, artistas andrajosos y obreros cansados de todas clases; y todo este turbión moviéndose en medio de un recinto ensordecedor y de una desordenada vivacidad, que irritaba el oído con sus discordancias y producía una sensación dolorosa en los ojos.
A medida que la noche se hacía más profunda, más profundo se hacía en mí el interés por la escena, Rues cambiaba el carácter de la multitud, desapareciendo los aspectos más nobles al retirarse gradualmente la gente más ordenada, y se iban poniendo de relieve los aspectos más duros y groseros a medida que la última hora sacaba de sus guaridas a toda clase de seres abyectos y degradados. Pero la luz de los faroles de gas, débiles en un principio por tener que luchar con la luz del día, cobraban finalmente mayor vigor y arrojaba sobre todo una luz dominante. La oscuridad resultaba tan espléndida como ese ébano comparable con el estilo de Tertuliano. Los raros aspectos de la luz me encadenaban a examinar los rostros de los individuos, y aunque la rapidez con que pasaban ante el ventanal me impidiera echar más de una ojeada sobre cada rostro, me parecía que, dado mi peculiar estado mental, podía leer con frecuencia, en el breve intervalo de una mirada, la historia de largos años.

Estaba escudriñando a la multitud con la frente pegada al cristal cuando de pronto apareció ante mi vista el rostro de un anciano de unos sesenta y cinco o setenta años de edad, que inmediatamente atrajo y absorbió toda mi atención a causa de la peculiar idiosincrasia de su expresión.

Jamás había visto otra que se pareciese ni remotamente a ella. Recuerdo bien que mi primer pensamiento al verla fue que si Retsch la hubiera visto, la habría tomado como modelo preferente para sus interpretaciones pictóricas del demonio. Cuando intentaba, durante el - breve minuto de mi primera ojeada, realizar un rápido análisis del significado de aquella expresión, noté surgir, confusas y paradójicas en mi mente, ideas de un vasto poder mental, de cautela, de rnezquindad, de avaricia, de instintos sanguinarios, de maldad, de terror, de alegría y de desesperación intensa y profunda. Me sentí singularmente sobrecogido, espantado y fascinado "¡ Qué historia más extraña ! -me dije a mí mismo-. ¡ Debe estar escrita dentro de su pecho!"

Londres 1900

Entonces me acometió el fuerte deseo de mantener al viejo aquel al alcance de mí vista para saber más cosas de él. Me puse el gabán precipitadamente, cogí el sombrero y el bastón, salí a la calle, abriéndome paso entre la multitud, en la dirección por donde le había visto desaparecer, pues éste ya se había perdido de mi vista. No sin dificultad, al fin volví a verle; me acerqué y le seguí de cerca, aunque con precauciones, para no atraer su atención.

Tuve entonces una buena oportunidad para examinar su persona. Era de baja estatura, muy delgado y de apariencia débil. En conjunto, sus ropas estaban sucias y andrajosas, pero cuando algunas veces pasaba debajo de la luz de algún farol, pude darme cuenta de que su ropa blanca, aunque manchada, era de buen género, y si mi vista no me engañó, a través de un desgarrón del capote que le envolvía entreví el refulgir de un brillante puñal. Estas observaciones avivaron mi curiosidad y decidí seguir al desconocido donde fuera.

Había cerrado ya la noche y sobre la ciudad caía una densa niebla, que no tardó en convertirse en una lluvia constante y copiosa. Este cambio de tiempo produjo un raro efecto sobre la multitud, que se agitó toda ella inmediatamente con una nueva conmoción y quedó un poco oculta por una nube de paraguas. La oleada, los empellones y el zumbido aumentaron diez veces más. Por mi parte no me fijé mucho en la lluvia, ya que conservaba el ardor de una fiebre que corría por mis venas y que hallaba alivio con la humedad, aun cuando resultara un tanto peligroso. Me anudé un pañuelo alrededor del cuello y continué la marcha. Durante media hora, el viejo continuó abriéndose camino con dificultad por la gran calle, mientras yo le seguía pisándole materialmente los talones por miedo a perderle de vista.

Ni una sola vez volvió la cabeza para mirar hacia atrás. Luego se metió por una bocacalle, que aunque muy concurrida, no lo estaba tanto como la principal que había abandonado. Entonces se produjo un cambio visible en su proceder. Caminaba mucho más despacio y con menos decisión que antes; vacilando continuamente, cruzó y volvió a cruzar la calle sin motivo aparente y la multitud se hizo tan espesa que a cada uno de sus movimientos me veía obligado a seguirle más de cerca. La calle era larga y estrecha y su andar se prolongó casi una hora, durante la cual, los transeúntes habían disminuido gradualmente hasta reducirse al número de los que circulan al mediodía en Broadway cerca del parque, ya que tal es la diferencia existente entre la población londinense y la de la ciudad americana más poblada.

Una segunda desviación nos llevó a una plaza brillantemente iluminada y rebosante de vida. Allí el desconocido volvió a adquirir su anterior actitud. Hundió el mentón sobre su pecho, mientras sus ojos giraban con fiereza bajo sus cejas fruncidas, en todas direcciones, atisbando a todos los que le rodeaban. Apresuró su paso con firmeza, pero me sorprendió, sin embargo, que cuando hubo dado la vuelta a la plaza retrocediese sobre sus pasos. Fue mayor mi asombro al ver que repetía el mismo paseo varias veces, estando en uno de ellos a punto de descubrirme cuando se volvió con un súbito movimiento.

En tal ejercicio invirtió otra hora, al final de la cual nos encontramos menos obstaculizados por los transeúntes que al principio. Llovía con intensidad, el aire se hacía más frío y la gente se retiraba a sus casas. Con gesto de impaciencia, el vagabundo se metió por una calle relativamente desértica. Bajó por esta que tenía casi media milla de larga, andando con una energía que yo no podía ni siquiera imaginar en un hombre de. tanta edad, y que incluso me puso en un aprieto para seguirle. Después de unos cuantos minutos, nos encontramos en un mercado grande y concurrido que parecía ser cosa conocida del viejo. Éste volvió a adoptar su aire primitivo mientras andaba de arriba abajo, entre compradores y vendedores, sin objeto aparente. Durante la hora y media, o cosa así, que pasamos en aquel lugar me fue precisa mucha reserva para no perderle de vista sin atraer su atención.

Afortunadamente, llevaba yo chanclos de goma y podía andar sin producir el menor ruido. Entraba en una tienda tras otra sin preguntar el precio y sin decir una palabra, contemplando todos los objetos con una mirada extraña y ausente. Estaba yo muy asombrado de su forma de proceder y tenía la firme decisión de no separarme de él hasta haber satisfecho en alguna medida la curiosidad que me inspiraba. Un reloj de sonoras campanadas dio las once y todo el mundo abandonó el mercado. Al bajar el cierre, un tendero dio un codazo al viejo y en el mismo momento vi que se estremecía. Se precipitó a la calle, miró ansiosamente a su alrededor durante un instante y luego corrió con gran velocidad por las numerosas y tortuosas callejuelas, hasta que llegamos una vez más a la gran calle de donde habíamos partido, la del café .... Sin embargo, no ofrecía el mismo aspecto de antes. Todavía estaba brillantemente iluminada con gas, pero la lluvia caía pesadamente y se veían muy pocas personas. El desconocido se puso pálido; dio pensativo unos pasos por la antes populosa avenida, y luego, exhalando un fuerte suspiro, torció en dirección al río, para ádentrarse en una serie de calles apartadas y salir al fin frente a uno de los teatros principales. Estaban cerrando y el público salía apretadamente por las puertas. Vi al viejo abrir la boca como para respirar mientras se precipitaba entre el gentío; me parecía que la intensa angustia que se reflejaba en su cara habíase calmado en cierto modo. Volvió a hundir la cabeza sobre su pecho y apareció tal y como lo había visto la primera vez. Observé que entonces tomaba la misma dirección seguida por el público... No podía comprender lo extraño de sus actos.
Escrito- Walter benjamin 1892 – 1940, El flaneur
















A medida que avanzaba, la gente se iba esparciendo. Otra vez hizo visible su malestar e indecisión. Por algún tiempo siguió muy de cerca a un grupo de unos diez o doce alborotadores, pero éstos se fueron separando uno a uno, hasta quedar reducidos a tres en una estrecha y oscura calleja muy poco frecuentada. El extraño se detuvo y por un momento pareció quedar absorto en sus pensamientos. Entonces, con una rapidez muy marcada, prosiguió rápidamente un camino que nos condujo a las afueras de la ciudad, por lugares muy distintos de los que habíamos atravesado hasta entonces. Era el barrio más sucio de Londres, donde todo parece llevar la marca de la pobreza más deplorable y del crimen más desesperado. A la luz mortecina de un farol veíanse casas de madera, altas, viejas, carcomidas, como tambaleantes, que parecían inclinarse para su inmediata caída, en direcciones tan diversas y caprichosas que apenas se veían pasos entre ellas. Los adoquines estaban colocados al azar, más bien desplazados de su lugar, mientras que en el suelo crecía una profusa maleza. La porquería se acumulaba en las alcantarillas cegadas. Todo el ambiente estaba lleno de desolación. Sin embargo, mientras avanzábamos se reavivaron los ruidos de vida humana, creciendo gradualmente y, por último, nutridos grupos de la especie más baja de la población londinense se movían de arriba, abajo. De nuevo los ánimos del viejo comenzaron a encenderse como una lámpara que está próxima a extinguirse. Una vez más se lanzó hacia delante con un paso elástico. De pronto se volvió en una esquina, un ramalazo de luz cayó sobre nosotros y nos encontramos ante uno de los enormes templos de la intemperancia, uno de los palacios del demonio de la ginebra.

Era casi de día, pero aún se apretujaba un cierto número de miserables beodos, que entraban y salían por la ostentosa puerta. El viejo se adentró con un apagado grito de alegría, recobró su primitiva apariencia y se puso a pasear de arriba abajo, sin objeto aparente. No hacía, sin embargo, mucho tiempo que se dedicaba a ello, cuando un fuerte empujón hacia las puertas reveló que el dueño iba a cerrarlas a causa de la hora. Lo que observé entonces en el rostro del ser singular a quien yo había seguido tan pertinazmente fue algo más intenso que la desesperación. Con todo, no vaciló en su carrera, pero de pronto, con una energía loca, volvió sobre sus pasos al corazón del poderoso Londres. Huyó durante largo rato y rápidamente, mientras yo le seguía cada vez más asombrado, resuelto a no abandonar aquella pesquisa por la que sentía un interés cada vez más absorbente. Salió el sol mientras íbamos andando, y cuando hubimos llegado otra vez al más atestado centro comercial de la populosa ciudad, la ca4le del café .... presentaba ya un aspecto de bullicio y actividad semejante a lo que yo había visto la noche anterior. Y allí, en medio de la confusión que aumentaba por momentos, persistí en mí propósito de perseguir al extraño. Éste, como de costumbre, iba de una parte a otra y durante todo aquel día no salió del torbellino de aquella calle.

Cuando las sombras de la segunda noche iban llegando, me sentí mortalmente cansado, y parándome frente al vagabundo, le miré fijamente a la cara. No pareció darse cuenta de mi presencia y reanudó su paseo, en tanto que yo permanecí absorto en aquella contemplación. "Este viejo -pensé por fin- es el tipo y el genio del crimen profundo. No quiere permanecer nunca solo. Es el hombre entre la multitud. Sería inútil seguirle, pues no lograría averiguar nada sobre él ni sobre sus hechos. El peor corazón del mundo es un libro más repelente aún que el Hortulus Animae y tal vez una de las más grandes mercedes de Dios sea que es lüsst sich nicht lessen, que no se deja leer."

Spencer Platt, Categoria Daily life, World Press Photo

IMAGEN GANADOR DEL WORLD PRESS PHOTO 2006-2007
http://www.worldpressphoto.com/

QUIEN ES EL FLANEUR HOY?



24 comentarios:

Anónimo dijo...

El flaneaur de hoy es un hombre que ve las cosas bajo lo abstracto ir mas lejos de los procesos que cotidianamente seguimos, donde la mirada es una variación del propio sentido de las cosas se ve o se encuentra entre la multitud, la intención de cómo lo podemos reproducir e involucrar cambiando la mirada del mundo, que nosotros mismo percibimos y creemos, el flaneur es el hombre que no solo ve lo que le llega sino el que va mas allá buscando la verdadera ciencia, el tema de la diversificación, del contacto continuo o incontinuo con otros con otro entorno con otra arquitectura con otro espacio, de un propio placer de no conformarse seguir hasta el cansancio aquello que se quiere alcanzar la visión propia de todo lo que se cree y de todo lo que se ve a simple vista pero que se concluye y se alcanza un objetivo que simplemente sigue…..

Anónimo dijo...

“la oscuridad de la noche refleja la luz de los seres”N.A

se podría decir que es difícil analizar el movimiento cuando estamos inscritos de una manera directa con el, pero cuando nos detenemos y lo único que actúa es nuestra mirada, podemos analizar todo lo que acontece a nuestro alrededor, incluso de alguna u otra forma se pueden definir y señalar características

me parece muy interesante el hecho de que esta historia narre acontecimientos que pasan justamente cuando la luz desvanece o muestra sus primeros rastros..
creo que especialmente en nuestra cultura las personas suelen despojarse de su traje cuando piensan que nadie es cómplice de ello.

Para muchas personas la noche y la oscuridad de alguna forma reflejan cierto misterio.
Puede representar sentimientos de inseguridad, de miedo, pero también puede tener un sentido de seguridad de protección de complicidad.

Anónimo dijo...

“la oscuridad de la noche refleja la luz de los seres”N.A

se podría decir que es difícil analizar el movimiento cuando estamos inscritos de una manera directa con el, pero cuando nos detenemos y lo único que actúa es nuestra mirada, podemos analizar todo lo que acontece a nuestro alrededor, incluso de alguna u otra forma se pueden definir y señalar características

me parece muy interesante el hecho de que esta historia narre acontecimientos que pasan justamente cuando la luz desvanece o muestra sus primeros rastros..
creo que especialmente en nuestra cultura las personas suelen despojarse de su traje cuando piensan que nadie es cómplice de ello.

Para muchas personas la noche y la oscuridad de alguna forma reflejan cierto misterio.
Puede representar sentimientos de inseguridad, de miedo, pero también puede tener un sentido de seguridad de protección de complicidad.

Anónimo dijo...

el flaneur hoy en día son todas las personas que estan en una continua búsquedad de lo que el ser humano nesecita o quiere tener, o sea, que se intereza mas de lo normal en las personas, para poder saber en ei cuales son sus cesecidades y espectativas que tienen frente a un espacio.
esto tiene una relación directa con la arquitectura, porque lo que el arquitecto diseña y construye es lo que en realidad la sociedad o los individuos necesitan porque pueden carecer de estos espacios, por eso tiene que detallar los lugares más concurridos y las cosas que se hacen con mayor interés para poder cumplir conlas espectativas de la comunidad.

Anónimo dijo...

“NO TODOS PUEDEN DARSE EL LUJO DE TOMAR UN BAÑO DE MULTITUD; GOZAR DE LA MUCHEDUMBRE ES UN ARTE; Y SOLO PUEDE PERMITIRSE UNA FRANCACHELA DE VITALIDAD”

CUANDO PERCIBIMOS LA REALIDAD EXTERIOR, ES ESO QUE DAMOS POR SUPUESTO QUE 'ESTÁ AHÍ FUERA', Y QUE ES EL TERRENO POR EL QUE NOS DESPLAZAMOS, EL ESPACIO EN EL QUE LAS DISTINTAS ACCIONES SUCEDEN, EN EL QUE COLOCAMOS A LAS DEMÁS PERSONAS, Y EN EL QUE NOS INCLUIMOS A NOSOTROS MISMOS. PERO NOS SENTIMOS ATERRORIZADOS CUANDO NOS SENTIRMOS MIRADOS PORQUE ES UNA SITUACION QUE NOS PUEDE LLEGAR A IMPORTUNAR CUANDO SENTIMOS QUE SOMOS PARTE DE UN HORIZONTE.
INTERCAMBIABLES CON CUALQUIER OTRO OBJETO QUE SE EXPUSIERA A LA MIRADA DEL OTRO, SIN MÁS INTERÉS QUE EL DEL SOLO DEAMBULAR INDIFERENTE LA VISTA DE UN LADO A OTRO QUE TANTO DA QUE SEAMOS NOSOTROS COMO CUALQUIER OTRO OBJETO.
LA MIRADA DEL FLANEUR ES LA QUE SE FIJA POR MÁS TIEMPO Y DEDICACIÓN A NOSOTROS, AVERIGUANDO QUÉ SOMOS, QUÉ PRETENDEMOS SER O QUE NOS GUSTARÍA SER.

Anónimo dijo...

"La calle se convierte en habitación para el flaneur y las terrazas de los cafés son balcones desde los que él mira"


En la actualidad podemos encontrar muchas personas que deambulan no solo con su caminar sino también con su mirada, algunos de ellos sin prisa y otros tantos sin prejuicios, también encontramos el que mira más allá de lo que piensa y en su recorrido llega a una conclusión que puede ser tanto racional como irracional.

El inconveniente de la mirada, a pesar de su enorme potencialidad, es que permite más que con los gestos; mentir, engañar, simular, manipular. Además, la mirada, puede funcionar como mecanismo de comunicación, que ya nos encauzan en una forma obligada de razonar y explicar las cosas que impide a veces decidir lo que queremos.

Anónimo dijo...

Hablar del flaneur de hoy en dia, es dirigirnos a todos los individuos que viven en constante inquietud y exploracion, con la necesidad de averiguar que somos o que nos gustaria ser.

Al mirar para movernos y desplazarnos por el mundo en el que estamos sumergidos constantemente, captamos las realidades, especialmente los actos de los demás, e interpretamos al instante correctamente lo observado.

Sabemos bien como contemplamos nosotros las cosas externas, qué nos gusta, qué nos produce rechazo o admiración.

En la arquitectura pasa algo similar, nos vemos con la necesidad de observar,buscar sensaciones e indagar por medio de la mirada al usuario, quien es en este caso el que nos brinda la informacion de su personalidad para llegar a proyectar su espacio ideal.

Anónimo dijo...

El flaneur son modos de percpcion, imaginarios y practicas esteticas.

Para el flaneur la ciudad es como una especie de vitrina o un gran escenario con continuos y cambientes puntos visuales, observando y registrando todas las imagenes de la ciudad.
El flaneur es un lector del paisaje urbano.

Todo esto tiene mucha relacion con la arquitectura ya que todos los dias continuamente estamos observando a todas las personas para saber las necesidades que tienen y asi crear un espacio apropiado para todos los usuarios.

Anónimo dijo...

Este documento nos hace darnos cuenta de cómo podemos observar al mundo, ver no solo como transcurre el tiempo ó lo que pasa a diario en él, sino detenernos solo por un momento a observar y analizar lo que pasa en el.
Relacionándolo con la arquitectura debiéramos hacer lo que hizo Flaneur en todo momento, observar y detenernos a mirar con una mirada de análisis, creo que desde hay partiría un buen arquitecto, detenerse a mirar que es una persona, analizarla meternos en sus actos, en sus pensamientos y en su mirada, para así lograr entender que cada persona es un mundo distinto y que actúa de diferentes formas, cuando flaneur se detuvo a seguir al otro personaje, note que cada persona anda en un mundo en general, pero que solo conforma uno y que cuando recorre entre ese mundo en general y ese mundo de uno, actúa de diferentes maneras y se siente mas relacionado y mas emocionado al estar en el suyo, esto nos sirve para aprender a entender a las personas y ver que tanto un arquitecto afecta a las personas en general, al conformar una clase de espacio, que en este caso es la ciudad.

Anónimo dijo...

La primera idea que se viene a la cabeza de flaneur es aquel personaje que esta en una constante búsqueda de aquellas verdades que el ser humano lo hace sentir mas vivo (lo que necesitad o quiere tener), para el flaneur la ciudad es aquel sitio que puede encontrar cada una de estas respuestas que necesita debido a que se encuentra entre una serie de multitudes y lugares cambiantes que lo llevan entrelazado ha diferentes hechos y situaciones que cada ves le aportan algo diferente pero muy constante.
Esto nos sucede muy constante mente aquellas personas que estamos relacionadas con el arte o la arquitectura nos sentimos con sed de conocimiento, para saber que hace falta y que sobra en lo que ya esta hecho y en lo que falta por crear.

51019 dijo...

Veo tres posibilidades o situaciones donde creo que se re-presenta hoy la figura del flâneur:

1- Sectores de la sociedad marginados donde los que forman parte son partículas sedimentadas de los flujos producidos por la actividad de un sistema que los excluye. Ejemplo: los indigentes que habitan las zonas verdes residuales de los intercambios viales de nuestra ciudad que están excluidos, están al margen de un montón de cosas que hacen mover la ciudad a nivel económico, cultural, político, etc. Ellos habitan (des-arrollan, des-pliegan, des-tienden sus hábitos) en tierra de nadie, en ese espacio residual producido por la demarcación de la propiedad privada (cerramientos, vigilancia) y las vías de circulación motorizada de nuestra ciudad. Esta condición les confiere una mirada oportunista, atenta, perseguidora y a veces violenta que les permite operar con el fin de obtener lo que necesitan (pedir plata, robar, burlarse, etc.)

2- Los que como yo, buscamos dónde distraernos, ver cosas nuevas, diferentes, diversas, salir del interior de la casa en busca de algún contacto y que por la falta de un espacio público atractivo, que invite a ser ocupado, o que sea fácil de llegar, terminamos en un centro comercial viendo publicidad, enterándonos de las promesas del mercado, pero donde no se hace mucho sin dinero. El no comprar puede convertirse en una actividad sospechosa. Estás vigilado. Hay un protocolo implícito de comportamiento que busca llevarte al consumo, una mirada que busca sacar provecho de este ambiente.

3- Cierto tipo de turistas, de viajeros, que empiezan a rastrear el nuevo territorio. Cada icono, cada imagen, cada forma de lo convencional que resultará invisible por la rutina de los locales, es información nueva para el extranjero. Es una mirada detenida, atenta, a una menor escala inscrita muchas veces en recorridos a la deriva cuando se está al margen de las rutas de lo singular.

Anónimo dijo...

El flaneur de hoy muy posiblemente es el mismo de ayer, si lo vemos desde el punto de vista como el hombre que se hace texto, obra constante de si mismo para la construcción de su lienzo que es la ciudad, ese hombre que expresa la multiplicidad de su vida, por medio de sus pensamientos y acciones que muy probablemente hablan de sus propios intereses encontrados y por encontrar. La calle que es el gran cuadro hecho por todos, refleja la mezcla de expresiones sobre la percepción de la realidad y los sentimientos propios, pero esta a su vez es solo un conjunto de individualidades, que caracterizan y hacen único a cada ser, ese ser que busca llevar su vida a un fin con múltiples propósitos que se lograran solo con la búsqueda de respuestas para sus intereses.

La arquitectura es una expresión del tiempo y de la realidad, en la que es inscrita cada manifestación del ser. Este pule cada espacio arquitectónico y mas cuando ese espacio es propio, la vivienda es la pura expresión de quien la habita, es la obra individual. Estas obras individuales son las que van construyendo la ciudad.

Anónimo dijo...

Me parecen acertadas las 3 posibilidades que nos dá 51019 y las comparto...me gustó mucho la primera opción acerca de los "habitantes de la calle", donde esta condición les confiere una mirada oportunista, atenta, perseguidora y a veces violenta que les permite operar con el fin de obtener lo que necesitan (pedir plata, robar, burlarse, etc.)...

En la segunda opción también me incluyo dentro de las características de "salir en busqueda de cosas nuevas, diferentes, diversas, salir del interior de la casa en busca de algún contacto..."pero cuando dice que "...y que por la falta de un espacio público atractivo terminemos en un centro comercial", no lo comparto, pues, por lo menos en mi caso, eso de salir a conocer cosas nuevas diferentes y diversas, lo implemento al salir de mi casa, a algún lugar, pero simplemente sin saber realmente a que lugar quiero llegar, osea, salir sin un fin específico, sin una meta, sin un programa, sin un objetivo a cumplir o lugar a llegar, a recorrer o conocer, eso simplemente se lo voy dejando al destino, al momento...si algo me llama la atención paro y lo conozco, lo interpreto, si me gusto mucho es posible que permanezca en el mas rato y vuelva para otras interpretaciones sino sigo con otros lugares, y si algo o algien, por el contrario, no me interesa, no le veo nada provechoso, sigo de largo...

Finalmente con la tercera opción también estoy de acuerdo en que los que hacen o hacemos turismo lo somos pero al igual que lo anterior, donde ahora si lo planteó, se es flaneur cuando son "recorridos a la deriva cuando se está al margen de las rutas de lo singular."

como lo dice el libro Walkscapes la tran¬sición del dadaísmo al surrealismo (1921-¬1924), la de la Internacional Letrista a la Internacional Situacionista (1956-1957), Y la del minimalismo al land art (1966-1967, pueden ser comparados con "el flaneur" ya que " su punto de inflexión ha sido una experiencia relacionada con el andar...un acto que dejaba de ser consciente y pasaba a ser natural, automático. A través del andar el hombre empezó a construir el paisaje natural que lo rodeaba. Y a través del andar se han conformado en nuestro siglo las categorías con las cuales interpretamos los paisajes urbanos que nos rodean."...esto en la actualidad lo comparo con la manera de actuar de muchos artistas contemporáneos y pongo com ejemplo lo que esta pasando este año en la ciudad a raiz del encuentro de arte contemporáneo en Medellín 2007: muchos artistas de diferentes lugares del mundo vinieron desde el año 2006 a recorrer, observar, e interpretar, cada uno a su manera la ciudad y por supuesto, su espacio público y sus habitantes; dentro de muy poco, podremos ver como sus interpretaciones se harán realidad, se materializarán en espacios efímeros, obras de arte, instalaciones audiovisuales, etc. en y sobre lugares escogidos a analizar por los mismos artistas.

Anónimo dijo...

Me parecen acertadas las 3 posibilidades que nos dá 51019 y las comparto...me gustó mucho la primera opción acerca de los "habitantes de la calle", donde esta condición les confiere una mirada oportunista, atenta, perseguidora y a veces violenta que les permite operar con el fin de obtener lo que necesitan (pedir plata, robar, burlarse, etc.)...

En la segunda opción también me incluyo dentro de las características de "salir en busqueda de cosas nuevas, diferentes, diversas, salir del interior de la casa en busca de algún contacto..."pero cuando dice que "...y que por la falta de un espacio público atractivo terminemos en un centro comercial", no lo comparto, pues, por lo menos en mi caso, eso de salir a conocer cosas nuevas diferentes y diversas, lo implemento al salir de mi casa, a algún lugar, pero simplemente sin saber realmente a que lugar quiero llegar, osea, salir sin un fin específico, sin una meta, sin un programa, sin un objetivo a cumplir o lugar a llegar, a recorrer o conocer, eso simplemente se lo voy dejando al destino, al momento...si algo me llama la atención paro y lo conozco, lo interpreto, si me gusto mucho es posible que permanezca en el mas rato y vuelva para otras interpretaciones sino sigo con otros lugares, y si algo o algien, por el contrario, no me interesa, no le veo nada provechoso, sigo de largo...

Finalmente con la tercera opción también estoy de acuerdo en que los que hacen o hacemos turismo lo somos pero al igual que lo anterior, donde ahora si lo planteó, se es flaneur cuando son "recorridos a la deriva cuando se está al margen de las rutas de lo singular."

como lo dice el libro Walkscapes la tran¬sición del dadaísmo al surrealismo (1921-¬1924), la de la Internacional Letrista a la Internacional Situacionista (1956-1957), Y la del minimalismo al land art (1966-1967, pueden ser comparados con "el flaneur" ya que " su punto de inflexión ha sido una experiencia relacionada con el andar...un acto que dejaba de ser consciente y pasaba a ser natural, automático. A través del andar el hombre empezó a construir el paisaje natural que lo rodeaba. Y a través del andar se han conformado en nuestro siglo las categorías con las cuales interpretamos los paisajes urbanos que nos rodean."...esto en la actualidad lo comparo con la manera de actuar de muchos artistas contemporáneos y pongo com ejemplo lo que esta pasando este año en la ciudad a raiz del encuentro de arte contemporáneo en Medellín 2007: muchos artistas de diferentes lugares del mundo vinieron desde el año 2006 a recorrer, observar, e interpretar, cada uno a su manera la ciudad y por supuesto, su espacio público y sus habitantes; dentro de muy poco, podremos ver como sus interpretaciones se harán realidad, se materializarán en espacios efímeros, obras de arte, instalaciones audiovisuales, etc. en y sobre lugares escogidos a analizar por los mismos artistas.

Anónimo dijo...

Edison Londoño H :
El FLANEUR:
No solo basta con mirar, oler y persivir, sino que basata con mirar y detallar cada aspecto que rodea los ambientes en los que estamos o habitamos, pues estos no solo estan alli sino que ellos dan y resiven con nuestra misma presencia, pues sino hay importacia en los detalles por pequeños que sean no queda nada que estudiar u observar y toda ciencia morira al mismo instante que una inquietud quede sin respuesta.

Anónimo dijo...

el flaneur hoy es la parte de uno que le da esa inquietud de habitar esos lugares lejanos ,con los cuales uno no encuentra una cercania y que le habren un mundo de posibilidades de experimentar y andar entre una diversidad de personas y lugares;que te entregan sensaciones,enseñanazas ,formas de vida y actividades, de personas que se apropian de los lugares de manera diferente a las de uno.

es esa relacion que se quiere tener, asi sea de paso por un lugar que a veces te hace sentir que eres parte de una sociedad que tiene la nececidad de comunicarse y que para esto se tiene que caminar y relacionarse.

Anónimo dijo...

El flaneur es esa actitud cerrada del hombre donde no expresa lo que siente y crea una imagen para mostrarle al mundo. durante el camino de busquedad que recorre el hombre en la vida, busca resolver inquietudes y conocer a cerca de este mundo, y para integrarse a esta sociedad, el hombre actua muy calculadamente expresando diferentes cosas y logrando engañar a la gente. la apariencia de las cosas cuando estamos inmersos dentro de esta sociedad es muy distinta a la que tenenemos cuando no estamos involucrados, nos dejamos engañar muy facilmente y no distinguimos o identificamos la verdad de las situaciones y a las personas. Cuando solamente estamos contemplando tenemos una actitud mas tranquila y real porque no estamos atormentados. Cuando estamos dentro de una sociedad creamos una apariencia para mostrarle a las personas lo que queremos mostrar pero interiormente pensamos otras cosas y logramos ocultarnos entre el tumulto y no nos dejamos leer.

Anónimo dijo...

flaneur es el recorrido de busqueda que hace el hombre durante su vida queriendo identificar y reconocer las actitudes que toma el ser humano dentro de una sociedad.
hoy en dia vemos como las personas expresan algo diferente a lo que sienten y logran ocultarse dentro de una sociedad

Anónimo dijo...

Existen varios lugares que poseen varios tipos de usos, de caracter, que su caracter varia con respecto al transcurrir de las horas, las ciudades grandes o pequeñas poseen estos lugares que profesan doble función. Me explico:

Por ejemplo en una zona residencial, pero con una vocación comercial, se plantean unas istuaciones diferentes, es decir, desde las 8:00 Am hasta las 5:00 Pm, se consolida una zona comercial que atrae personajes y colma la calle de transeúntes que desempeñan entre todos una diversidad de funciones que terminan por ser propias del lugar y a su vez le dan el caracter al lugar.
Entonces en esta zona se vive un ambiente de movimiento, de actividad, de ir y venir, ruido y velocidad que se mantiene durante el día.

Pero es sorprendente ver como la caída del sol empieza a marcar el cambio de situación en el lugar. Ya los transeúntes empiezan a disminuir, los locales comerciales empiezan a cerrar y así hasta que el sol se oculte empieza a cambiar la vocación del lugar.

Ya los transeuntes caminan mas despacio, no hay tanta actividad, el ruído se ha mermado y el ambiente empieza a apagarse. Es aquí cuando se transforma el lugar.

Los personajes que duarnte el día desempeñan un roll que tiene que ver directamente con su actividad de trabajo pero que de igual manera se transforman o cambian el roll cuando llega la noche. Es como un cambio de mascaras.

Volviendo a la linea principal de mi idea, el lugar cambia entonces de vocación comercial a residencial, pero lo importante es que no se estanca hasta que vuelva a salir el sol, ahora se desempeñan otras funciones diferentes a las del día.

Pero lo importante es que la función del día se translada seguramente a otro sector de la ciudad que se encargará de asumir ese roll de movimiento, actividad, ruido, de ir y venir, dentro de otro caracter de lugar, esto es lo que hace en parte a una ciudad polifasetica, con diversidad, que se vive diferente de día y de noche.

Este es entonces, un tipo cualquiera de modelo de una ciudad que nunca duerme, que simpre a toda hora y en todo momento hay actividad, que nunca sus espacios permanececn solos, que sus actividades se transladan de un lugar a otro de acuerdo a la hora y a las circunstancias, al perfil y a la personalidad del habitante, por tal motivo, es claro, que esto es lo que promueve una ciudad diversa y con diferentes miradas.

Diana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diana dijo...

Este cuento me parece interesante desde varios puntos de vista:
*como el observador puede arrojar una serie de juicios sobre las personas solo con observar su vestimenta (lo exterior).
*como puede alguien estar inmerso en la multitud, observarlo todo , pero a la vez no observar nada(estaba tan absorto en lo general, que no se dio cuenta de la persona que todo el tiempo lo estuvo siguiendo, el particular).
Y, me parece que este personaje , el Flaneur puede tener semejanza con el personaje de la novela crimen y castigo, Raskolnikov(de Dostoyevski)en que, ambos son vagabundos , nómadas y que se sumergen en la multitud, pasando "desapercibidos", adquiriendo cualidades para ser "genios del crimen" pero , lo que los diferenciaría, es que aunque ambos están absortos en la multitud, importando nada mas permanecer en ella, Raskolnikov se disponía en ocasiones a interactuar en el contexto, por lo menos reflexionando u observando lo particular.
Al estar metido en la multitud, se puede percibe todo o realmente, no se percibe nada? o para percibir solo se puede hacer, desde lo particular?

Julimón dijo...

La figura del flâneur o paseante que recorre la ciudad con afán “voyerista”, encontrando regocijo y placer en el simple hecho de deambular sin propósito, encarnaba nuevos modos de percepción, imaginarios y prácticas estéticas. Cómo no ser sospechoso, no dejarse ver y de igual manera percibir esos ambientes urbanos deseados parte de residir precisamente de negarse a hacer parte de la multitud, tomar distancia con respecto a la alineación de las masas. Ve la ciudad como vitrinas!!!,,,

Con respecto a esto hay varias cosas que me motivan:…
1) Cómo pasar desapercibido??? Creo que es comun para todos a la hora de hacer un analisis de algun lugar (por ejemplo en los talleres de proyecto, que vamos a estudiar un terreno y su contexto a traves de planos y camara en mano) ser percibidos por los habitantes y generar en ellos una curiosidad hasta el punto de preguntar que qué es lo que estamos haciendo??... En estas situaciones yo me siento mirada como una sospechosa, y limito mi estudio intentandolo hacer lo mas rapido posible pues siento que estoy invadiendo. Cómo detallarse la realidad y no ser sospechoso???
2) Qué nos puede decir el atuendo, la vestimenta de las personas??? No tanto como volvernos unos criticones o “mofadores”… Creo que lo que uno viste es lo que quiere proyectar de uno mismo o algo que se quiere llegar a ser para inscribirse dentro de la sociedad!!!... Esto me recuerda a la segunda piel (la ropa) proclamada por Hundertwasser, en el libro de “el pintor-rey con sus cinco pieles” donde denuncia los tres males de la segunda piel: la uniformidad, la simetría en la confeccion y la tiranía de la moda!!!, “el anonimato uniforme de la ropa traduce la renuncia del hombre al individualismo, (…) diferente a los demás.” La segunda piel se convierte en el maquillaje distintivo de la cuarta piel que es el entorno social y la identidad, que es el símbolo de pertenencia a un grupo que consolida un a identidad diferente adoptando una moda!!!!. Y este me lleva a la tercera …
3) Como todos nos podemos resumir en diferentes grupos de intereses (patos, ñoños, play, cangrys, los a”arboles”, inteligentes, ….) diversidades excluyentes que se encierran en el mismo circulo.
4) Y por último me interesa las miradas condicionadas por un pasado que nos identifica. La mirada del turista…. Cultura turista: visitar los símbolos de los lugares que los representan lo bonito!! y su conocimiento de un lugar por medio de una guia turistica,,,
y…. y quién es el Flâneur hoy??? Creo que en este momento mas que una ventana en donde vemos la vida pasar… es el televisor , el zapping que reemplaza la vida como transeúnte… o puede ser el desplazamiento por la ciudad a través de un vehiculo (sumandole la rapidez, el radio, señales de transito, el celular,,,, etc). Esto nos permite afirmar que quien transita hoy, se comporta como un telespectador que no comprende la profundidad de las cosas, pero si sus imágenes.

Anónimo dijo...

Edison Londoño H :
El FLANEUR:
No solo basta con mirar, oler y persivir, sino que basata con mirar y detallar cada aspecto que rodea los ambientes en los que estamos o habitamos, pues estos no solo estan alli sino que ellos dan y resiven con nuestra misma presencia, pues sino hay importacia en los detalles por pequeños que sean no queda nada que estudiar u observar y toda ciencia morira al mismo instante que una inquietud quede sin respuesta.

26 de febrero de 2007 12:52 PM

Anónimo dijo...

Me parece super interesante como una mirada panoptica, esa que lo mira todo, y que en su momento puede parecer una mirada general de las cosas puede pasar a algo particular, y no necesariamente por algo obvio q capture la atención de cualquiera, sino al contrario ese tipo de aspectos que todos estamos acostumbrados a ver continuamente y no vemos más a alla de lo que ésto en primera instancia nos pueda revelar. Ese descubrir una mirada panoptica pero particular, es decir solo viendo esos aspectos que nos interesan que nos arrojan respuestas que pueden parecer obvias al analizarlas pero que pasan desapercibidas porque pueden no despetar interes alguno en alguien q lo mira todo, pero a la ver no mira nada.
Como a partir de la ropa, o una expresión en el rostro puedo saber tantos datos de esa persona como si la hubiera conocido de aún si ni si quiera supiera cual es su nombre o de que familia proviene. O Como esas actitudes o comportamientos que se generan en la multitud pueden arrojar unas características específicas de una sociedad en particular.
Es decir cualquier vivencia cotidiana puede convertirse en un escenario de investigacion de continua busqueda de nuevas percepciones.